La participación de la inteligencia artificial (IA) en la configuración de las relaciones sentimentales continúa en ascenso, un fenómeno que, si bien promete facilitar la búsqueda del amor, también plantea interrogantes sobre su impacto en el bienestar emocional. Un reciente estudio realizado en Estados Unidos revela datos sorprendentes sobre esta tendencia, que ya empieza a sentirse como un déjà vu de las películas de ciencia ficción.
Según un informe de Match Group en colaboración con el Instituto Kinsey, el número de solteros que utilizan la IA para mejorar su vida amorosa creció un 333% entre 2024 y 2025. Esta cifra, digna de un meme viral, sugiere que Cupido podría estar considerando seriamente cambiar su arco y flecha por un algoritmo.
Tras encuestar a más de 5,000 solteros estadounidenses, la decimocuarta edición del informe Singles in America reveló que «una cuarta parte de los participantes ha recurrido a la IA para fortalecer sus vínculos románticos». De ellos, el 44% la utiliza para filtrar coincidencias con potenciales parejas, una suerte de «Gran Hermano» del amor, mientras que el 40% emplea algoritmos para diseñar perfiles atractivos en plataformas sociales, incluyendo aplicaciones de citas. ¿Será que estamos a punto de presenciar la extinción de la foto de perfil espontánea?
¿Filtros de amor o filtros de la realidad?
Sin embargo, no todo es color de rosa (o, mejor dicho, color de algoritmo). Muchos usuarios establecen límites claros sobre el papel que la tecnología puede desempeñar en sus relaciones afectivas. El 44% rechaza alterar sus fotografías mediante herramientas de IA, quizás temiendo convertirse en la versión digital de Dorian Gray, y el 36% considera inapropiado utilizar aplicaciones como ChatGPT para redactar mensajes o iniciar conversaciones. ¿Acaso preferimos un piropo fallido pero auténtico a un verso perfecto pero generado por una máquina?
Amanda Gesselman, directora de Ciencia Sexual y de Relaciones en Match Group, señala que, a pesar del crecimiento en su adopción, “la IA no sustituye la intimidad, sino que proporciona una ventaja. Para una generación saturada de opciones, las herramientas que aportan claridad y eficiencia son bienvenidas”. Una visión pragmática, sin duda, aunque quizás un poco fría para los románticos empedernidos.
El amor eterno y el flechazo digital
El informe también destaca que siete de cada 10 solteros aún creen en el destino en el ámbito amoroso, un dato que nos devuelve la esperanza en medio del avance tecnológico. Y, como si fuera poco, el 73% sostiene que el amor eterno existe, una cifra que podría hacer sonrojar a más de un cínico. Más llamativo aún es el aumento de quienes afirman creer en el amor a primera vista: «el porcentaje pasó del 34% al 60% en los últimos 10 años». ¿Será que el flechazo ahora se produce a través de una pantalla?
No obstante, se evidencia una brecha entre las expectativas y la realidad. El 39% de los solteros admite no conocer a nadie en su entorno cercano que cumpla con sus “objetivos de relación”. Este desfase podría estar estrechamente ligado al auge de las tecnologías emergentes y su influencia en la percepción del amor. Tal vez estamos buscando la media naranja perfecta en un mundo lleno de naranjas imperfectas pero deliciosas.
¿Chatbots como confidentes o como espejismos?
La inteligencia artificial podría intensificar esta situación. El informe revela que al menos el 16% de los solteros ha interactuado alguna vez con un chatbot en calidad de pareja. Esta cifra se eleva al 33% entre los miembros de la generación Z y al 23% entre los millennials. ¿Estamos ante el surgimiento de una nueva forma de soledad, una soledad acompañada por un algoritmo?
Este hallazgo refuerza las inquietudes sobre el uso emocional de sistemas de IA y su repercusión en la salud mental, especialmente entre los más jóvenes. Investigaciones recientes señalan que, aunque las interacciones afectivas con ChatGPT no son predominantes en el uso cotidiano, «pueden tener efectos adversos en el bienestar emocional de los usuarios». Parece que el amor virtual, como el fernet con coca, puede ser delicioso pero también tener resaca.
Los estudios indican que, tras cuatro semanas de interacción, quienes utilizaron el modo de voz con un chatbot de género opuesto experimentaron un incremento notable en los sentimientos de soledad, así como una mayor dependencia emocional hacia la IA. Una suerte de «Her» criollo, pero con el riesgo de que el sistema operativo te deje en visto.
“El impacto es mayor entre personas con fuerte tendencia al apego en sus relaciones o que consideran a la IA un amigo integrado en su vida personal. Además, el uso prolongado diario se asoció con efectos negativos más marcados. Si bien estas correlaciones no implican causalidad, ofrecen una base importante para futuras investigaciones sobre el bienestar de los usuarios”, concluye el equipo de OpenAI. Así que ya lo saben, amigos: usen la IA con moderación, como el dulce de leche en la tostada, para que el amor no se convierta en un algoritmo sin corazón.