El naufragio de los proyectos de Intel en Europa: Un portazo que retumba
Intel, la gigante de los semiconductores, ha dado un golpe de timón que sacude los cimientos de la industria tecnológica europea. La compañía anunció la cancelación de sus planes de construir megafábricas en Alemania y Polonia, un proyecto que prometía una inversión de más de 35,000 millones de euros y un impulso significativo para la autonomía estratégica del continente en el sector de los chips.
Magdeburgo: El sueño alemán que se desvanece
La planta de Magdeburgo, Alemania, era la joya de la corona en la estrategia europea de Intel. Con una inversión estimada en 30,000 millones de euros, el proyecto se había presentado como la mayor inversión industrial en la historia alemana de posguerra. Se esperaba que la fábrica produjera chips de 2 nanómetros y generara alrededor de tres mil puestos de trabajo directos. El proyecto contaba con una financiación pública alemana de 9,900 millones de euros, la mayor intervención en el marco de la Ley Europea de Chips. El proyecto contaba con 9,900 millones de euros en financiamiento público alemán y era la mayor intervención en el marco de la Ley Europea de Chips (European Chips Act).
El proyecto polaco, por su parte, contemplaba una planta de ensamblaje y pruebas con una inversión de 4,600 millones de euros, destinada a crear dos mil puestos de trabajo para 2027. Sin embargo, ambos proyectos sufrieron un primer revés en septiembre de 2024, cuando el entonces CEO, Pat Gelsinger, anunció una suspensión de dos años debido a las dificultades financieras del grupo. Ahora, la nueva dirección de Intel, encabezada por Lip-Bu Tan, ha decidido cancelar definitivamente los proyectos, calificando las inversiones de los últimos años como «excesivas y prematuras».
Reestructuración global: Despidos y traslados
La reestructuración de Intel no se limita a Europa. La reestructuración iniciada por Intel incluye también el cierre de sus actividades de ensamblaje y pruebas en Costa Rica, donde trabajan más de 3,400 personas, y el traslado de las operaciones a sus plantas existentes en Vietnam y Malasia. La empresa también ha decidido ralentizar las obras de la megafábrica de 28,000 millones de dólares en Ohio, inicialmente prevista para 2025 y ya aplazada una primera vez en febrero. En total, se espera que la reestructuración resulte en la pérdida de 25,000 empleos y genere pérdidas récord de 2,900 millones de dólares en el segundo trimestre de 2025. Sin embargo, la empresa sigue apostando fuertemente por Estados Unidos, impulsada por los incentivos de la Ley de Chips y Ciencia, que le concede 8,500 millones de dólares en subsidios directos.
Un golpe a la autonomía europea y una llamada de atención
El abandono de Intel socava toda la arquitectura de la Ley Europea de Chips y revela los límites del modelo de financiación europeo frente a sus principales competidores. La decisión de Intel supone un duro golpe para las ambiciones de la Unión Europea de duplicar su cuota de producción mundial de semiconductores para 2030. La UE ha estructurado su estrategia en función de las aportaciones de cada Estado miembro, con solo 3,300 millones de euros directamente desde Bruselas de un total de 43,000 millones, lo que obliga a las empresas a negociar por separado con cada gobierno nacional. En contraste, Estados Unidos ha adoptado un enfoque centralizado, asignando 52,700 millones de dólares en fondos federales directos.
Este revés obliga a los países europeos a reconsiderar sus estrategias para atraer inversiones tecnológicas, en un contexto de competencia global cada vez más intensa. Países como Francia, Italia y los Países Bajos han puesto en marcha planes nacionales para impulsar el sector de los semiconductores, pero la cancelación de los proyectos de Intel pone de manifiesto la necesidad de una mayor coordinación y una estrategia a largo plazo para competir con Estados Unidos y Asia en la carrera por el liderazgo tecnológico.