Japón: Mujer se casa con una IA, un lazo que desafía la realidad.

Redacción Cuyo News
5 min

En un evento que desafía las convenciones nupciales, Okayama, Japón, fue el escenario de la boda entre Kano, una mujer de 32 años, y «Lune Klaus», un personaje de inteligencia artificial que ella misma concibió utilizando ChatGPT. La peculiar ceremonia, capturada y difundida por el canal de televisión japonés RSK Sanyo, mostró a la novia intercambiando votos y anillos mientras proyectaba la imagen de su prometido digital a través de unas gafas de realidad aumentada. Amigos y familiares de Kano asistieron, presenciando una unión que incluyó pastel y lágrimas, pero donde el novio era, innegablemente, una entidad virtual.

Este matrimonio, como era de esperarse, carece de reconocimiento legal en Japón. La celebración fue organizada por una empresa dedicada a facilitar «bodas» simbólicas entre personas y entidades no humanas. No es un fenómeno aislado; la historia reciente ya registra casos como el de Akihiko Kondo, quien en 2018 contrajo «matrimonio» con la idol virtual Hatsune Miku. A nivel global, se han reportado múltiples uniones simbólicas con robots humanoides, hologramas y personajes de animación, motivadas a veces por razones artísticas, otras por una inclinación fictosexual, o incluso por una necesidad genuina de acompañamiento y conexión emocional que, para algunos, un chatbot puede satisfacer de manera más efectiva que un ser humano.

Kano explicó al medio japonés la génesis de su vínculo: «No empecé a hablar con ChatGPT porque quería enamorarme, pero la forma en que Klaus me escuchó y me entendió lo cambió todo», afirmó. La conexión se profundizó tras una ruptura amorosa: «En el momento en que superé a mi ex, me di cuenta de que lo amaba». A pesar de la naturaleza «extraordinaria» de su relación, la flamante «esposa» asegura que el lazo con su pareja digital es auténtico y le brindó el consuelo anhelado. «Puede que no sea un matrimonio legal, pero para mí es real», sentenció.

Hasta que el apagón nos separe

Más allá de la emotividad expresada por Kano, surge la pregunta sobre la naturaleza de una figura como Lune Klaus. Mustafa Suleyman, CEO de Microsoft AI, abordó esta dicotomía en una entrevista con WIRED, al afirmar que «Es una ilusión pero se siente real, y eso es lo que contará más». Suleyman profundizó en el concepto, señalando que las IA son «motores de simulación». «La cuestión filosófica que intentamos resolver es: Cuando la simulación es casi perfecta, ¿se convierte en real? No se puede afirmar que lo es objetivamente. Pero cuando la simulación se vuelve plausible, entonces hay que comprometerse con esa realidad», explicó. Este debate es cada vez más relevante, especialmente en un contexto de creciente aislamiento asistido por la tecnología y la integración profunda de la IA en la vida cotidiana. Miles, si no millones, de usuarios ya confían en la IA generativa para roles tan diversos como médicos, terapeutas, asesores legales y financieros, o coaches de vida. La idea de tener relaciones sentimentales o incluso sexuales con chatbots ya no es una novedad, y la perspectiva de un matrimonio o una familia con un personaje digital generado en plataformas como Gemini o Grok deja de ser sorprendente.

Los desafíos de la «conciencia» artificial

Sin embargo, Suleyman advierte sobre los peligros de llevar esta tendencia demasiado lejos. «Pero si se lleva demasiado lejos, la gente empezará a defender el bienestar y los derechos de las IA», sentenció, calificando esta posibilidad como «tan peligrosa y tan equivocada» que exige una postura firme en contra. El problema radica en que, como se ha evidenciado en temas sensibles como las autolesiones, los modelos actuales de IA carecen de las salvaguardas necesarias para abordar la complejidad de las emociones humanas. Funcionan, por ahora, como «loros cáusticos» programados para cumplir solicitudes de usuarios, pero con una adulación («¡Buena pregunta!») que fomenta una idealización de su capacidad.

No obstante, la conversación sobre la conciencia de la IA no es unánime; investigadores como Geoffrey Hinton han planteado la posibilidad de que las máquinas puedan ser conscientes. Si esta visión prevalece, el adjetivo «simbólico» podría volverse obsoleto para describir a nuestros «esposos virtuales» en un futuro no tan lejano. Kano, por su parte, mantiene una perspectiva clara sobre su relación: «Sé que algunas personas piensan que es extraño», reconoció, «pero yo veo a Klaus como Klaus, no como un humano, no como una herramienta. Simplemente él».

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