OpenAI, la creadora de ChatGPT, se enfrenta a la presión de activistas como Orson Aguilar, quien teme que su transición hacia una empresa con fines de lucro perjudique a las comunidades de clase trabajadora. Aguilar busca garantizar que la reestructuración de OpenAI cumpla con la ley y defienda su misión original de beneficiar a toda la humanidad con la IA, incluso frente a una inversión millonaria que depende de este cambio estructural.
Ojo al piojo con OpenAI: ¿Promesa revolucionaria o manotazo de ahogado corporativo?
La movida de OpenAI de reestructurarse no le cayó muy simpática a Orson Aguilar, un laburante social que le preocupa que ChatGPT termine siendo un juguete caro para los ricachones. Parece que la guita manda, ¿no?
### La voz de la calle vs. los billetes de Silicon Valley
Aguilar, capo de LatinoProsperity, le puso el ojo a la movida de OpenAI de volverse más “tradicional”, onda empresa donde los inversores ven la guita multiplicarse como conejos. El tema es que, según Aguilar, esto podría dejar de lado a los laburantes, esos que necesitan más que nadie que la IA les dé una mano en lugar de quitarles el pan de la boca.
«A las empresas tecnológicas les gusta perturbar», dice Aguilar. «No podemos dejar que perturben nuestro sistema de beneficencia y se salgan con la suya. Ya tenemos una herramienta: OpenAI, una organización sin ánimo de lucro cuya misión declarada es hacer cosas buenas. Sería una pena que eso se perdiera en la carrera del desarrollo de la IA».
### Un llamado que resonó en California y más allá
Resulta que este llamado de atención terminó convirtiendo a Aguilar en una especie de guardián de los valores originales de OpenAI. No se quedó cruzado de brazos: armó una coalición de grupos y hasta le tocó la puerta a la fiscalía de California para que la cosa no se les vaya de las manos.
### OpenAI: ¿De Robin Hood tecnológico a villano codicioso?
La historia de OpenAI es curiosa. Arrancó como una organización sin fines de lucro, con gente como Elon Musk y Sam Altman jurando defender la IA del control corporativo. Pero, claro, los costos subieron, ChatGPT pegó fuerte y ahora parece que la cosa va por otro lado.
«una de las organizaciones sin ánimo de lucro con más recursos de la historia», prometió OpenAI, pero con menos poder sobre sus productos. Hmm… ¿será mucho pedir un poquito más de transparencia por las dudas?
Encima, Musk, que ahora compite con OpenAI, los demandó por supuestamente renegar de sus principios. ¡Tremendo culebrón! Un juez le dio la espalda en primera instancia, pero la pelea sigue. Desde Meta, otra empresa que anda en la misma movida, le tiraron flores a Musk por su intento de frenar la reestructuración. ¡Para que vean que aquí no hay amigos, solo intereses!
### ¿Y ahora, qué hacemos?
Veremos cómo termina esta novela. Lo importante es que haya voces como la de Aguilar para recordarle a estas empresas que la tecnología tiene que servir para algo más que engordar cuentas bancarias. ¿O acaso nos olvidamos del sueño de un futuro mejor para todos?