La empresa Neuralink, del magnate Elon Musk, solicitó registrar los nombres ‘Telepathy’ y ‘Telekinesis’ ante la USPTO. Se especula que, más allá de ayudar a personas con parálisis, la tecnología podría apuntar a la comunicación telepática entre humanos. ¿Será el inicio de una nueva era en la comunicación o solo otra excentricidad del visionario sudafricano?
Parece cosa de ciencia ficción, pero Neuralink va en serio. La compañía de Elon Musk, esa que promete revolucionar la interacción entre el cerebro y las máquinas, acaba de ponerle el ojo a los nombres “Telepathy” y “Telekinesis”. Sí, como sacados de un libro de Asimov, pero con la ambición de convertirse en la próxima gran innovación tecnológica.
Neuralink, fundada por Musk allá por 2016, trabaja en lo que se conoce como interfaz cerebro-computadora (BCI). En criollo, un sistema que interpreta la actividad eléctrica de nuestras neuronas para que podamos controlar dispositivos electrónicos con la mente. Algo que, dicho sea de paso, podría cambiarle la vida a muchísimas personas con parálisis.
¿Telepatía? ¿En serio?
Según Musk, el primer producto de la empresa se llamará “Telepathy” y permitirá a personas con movilidad reducida manejar computadoras o teléfonos con solo pensarlo. Una promesa que, si se cumple, podría marcar un antes y un después en la calidad de vida de muchísimos pacientes.
Pero acá viene lo jugoso. La solicitud de marca registrada sugiere que Neuralink ambiciona que su tecnología permita la comunicación telepática no solo con dispositivos electrónicos, sino entre seres humanos. ¿Nos imaginamos charlando con un amigo sin siquiera abrir la boca? Suena a delirio, pero viniendo de Musk, uno nunca sabe.
El sueño de Musk: Conectar mentes
La interfaz de Neuralink consiste en un implante cerebral que recoge señales neuronales y un software que las traduce en acciones. Hasta ahora, según trascendió, tres personas recibieron el implante experimental como parte de un estudio. El primero de ellos, Noland Arbaugh, se sometió a la cirugía en enero de 2024. Y, como dato curioso, la empresa recibió permiso para abrir un centro de pruebas en Canadá.
La solicitud de marca para Telepathy, presentada el 3 de marzo, define el producto como "una interfaz implantable cerebro-computadora para facilitar la comunicación y el control de software y hardware". Algo que, según los más optimistas, podría significar que Telepathy está pensado para ayudar a los paralíticos a comunicarse, pero también para permitir la comunicación telepática entre portadores de implantes Neuralink.
Josh Gerben, abogado especializado en propiedad intelectual, advierte que "la pregunta es: ¿qué tipo de comunicación?". Y agrega que las reivindicaciones en las solicitudes de marcas pueden ser especulativas y excesivamente amplias en comparación con las solicitudes de patentes. ¿Estará Neuralink prometiendo más de lo que puede cumplir?
¿Ciencia ficción o realidad inminente?
Lo cierto es que Musk siempre se mostró interesado en la idea de permitir la telepatía con una BCI. Ya en 2017, explicaba que la comunicación de pensamiento entre personas permitiría "esencialmente participar en una telepatía consensuada". Un concepto que, por aquel entonces, parecía sacado de una película de Hollywood.
Musk habló recientemente de sus ambiciones telepáticas en un podcast, afirmando que podrían desbloquearse "formas completamente nuevas de interactuar con una computadora… y con otros humanos. Siempre que también tengan un Neuralink". Palabras que, para algunos, suenan a una promesa revolucionaria; para otros, a una fantasía marketinera.
¿Veremos pronto a personas comunicándose directamente con el pensamiento? ¿Será el fin de las conversaciones triviales y el inicio de una nueva era de la comunicación? Solo el tiempo dirá si Neuralink logra transformar la ciencia ficción en realidad. Por lo pronto, Musk sigue apostando fuerte a un futuro donde la mente lo es todo. Y, como siempre, genera controversia y despierta la curiosidad del mundo entero. Habrá que ver si esta vez logra cumplir con sus promesas, o si queda todo en un simple (y costoso) experimento.