Pequeño Genio y smartwatches: amistades transaccionales en China

Redacción Cuyo News
6 min

En el vasto universo digital chino, donde la tecnología avanza a pasos agigantados, un fenómeno particular captura la atención de padres y sociólogos por igual: los smartwatches para niños. Lejos de ser meros dispositivos de seguridad, estas pequeñas pantallas en la muñeca han desatado un complejo entramado social y competitivo, transformando la infancia en un campo de juego gamificado donde los «me gusta» son la moneda de cambio y el estatus, una obsesión.

Más que un Rastreador: El Mundo del «Pequeño Genio»

Los progenitores chinos, con la lógica irrefutable de quien busca salvaguardar a su descendencia, equipan a sus hijos de apenas cinco años con estos relojes inteligentes. La premisa es clara: poder establecer contacto telefónico y, crucialmente, rastrear su ubicación, incluso hasta la planta específica de un edificio, con una precisión que haría sonrojar a cualquier agencia de inteligencia. Sin embargo, la motivación infantil para clamar por estos dispositivos, particularmente los de la firma Xiaotiancai —traducida como “Pequeño Genio”—, dista mucho de la tranquilidad parental.

Estos relojes, lanzados en 2015 y con un costo que puede alcanzar los 330 dólares —una cifra que podría solventar varias cenas decentes para un adulto—, no son solo herramientas de comunicación. Son, en realidad, portales a un universo elaborado que amalgama el compromiso social con una competencia implacable. Desde compras en comercios locales y chats con amigos, hasta compartir videos, participar en juegos y, sí, mantenerse en contacto con la familia; las funciones son diversas. Pero la actividad primordial, el epicentro de esta galaxia en miniatura, es la acumulación compulsiva de «me gusta» en la página de perfil del reloj. La obsesión llega a tal punto que los medios chinos han reportado casos de niños que recurren a la compra de bots para inflar sus cifras de seguidores, hackean los dispositivos de sus compañeros para difamarlos y, en un giro propio de cualquier telenovela adolescente, encuentran pareja a través de ellos. «Pequeño Genio», según la empresa de investigación tecnológica Counterpoint Research, ya controla casi la mitad del mercado global de smartwatches para niños.

La Moneda de la Popularidad: «Me Gusta» y Reciprocidad

La evolución de «Pequeño Genio» en la última década ha sido maestra en la «gamificación» de la vida infantil. Desde un simple partido de ping-pong hasta la publicación de actualizaciones diarias, cada interacción se convierte en un punto de experiencia. Acumular estos puntos eleva a los niños a un nivel superior, lo que mágicamente —o algorítmicamente— aumenta el número de «me gusta» que pueden dispensar a sus amigos. Es un intrincado juego de reciprocidad: tú me envías un «me gusta», yo te devuelvo el favor.

La anécdota de una joven de 18 años, quien relató a medios chinos haber luchado por hacer amigos hasta que un círculo social de «Pequeño Genio» la catapultó a más de un millón de «me gusta» y la convirtió en una «minicelebridad» de la plataforma, es reveladora. Inclusive, afirma haber conocido a sus tres novios a través del reloj, aunque dos de esas relaciones terminaron abruptamente tras recibir solicitudes de fotografías íntimas. Este alto número de «me gusta» se ha consolidado como un indiscutible símbolo de estatus. Usuarios ávidos de «Pequeño Genio» acuden a RedNote (o Xiaohongshu), una prominente red social china, para reclutar nuevos amigos y, por ende, más «me gusta» e insignias. Los tutoriales en video de la aplicación explican con didáctica precisión cómo los usuarios de bajo nivel están limitados a cinco «me gusta» diarios por amigo, mientras que los de alto nivel pueden otorgar veinte. Con un tope de 150 amigos por reloj, los niños se ven instados a maximizar sus conexiones con pares de alto rango, dejando a los de menor estatus en una competencia constante para evitar ser relegados. Ivy Yang, fundadora de la consultora neoyorquina Wavelet Strategy, quien ha estudiado estos fenómenos, observa una «sensación de camaradería y comunidad», un «mundo entero». Sin embargo, no oculta sus reservas: «Es muy transaccional», sentencia, refiriéndose a cómo el reloj parece mercantilizar la amistad.

El Negocio de la Influencia Temprana

La presión competitiva no se detiene en el intercambio de likes. En plataformas como RedNote/Xiaohongshu, proliferan videos que ofrecen astutos métodos para eludir los límites diarios de «me gusta» de «Pequeño Genio», con títulos tan sugestivos como «¡Primeros del mundo! Me gusta ilimitados en la nueva página de Pequeño Genio». Esta demanda de superioridad digital ha alumbrado un nicho de mercado: empresas y usuarios ingeniosos que prometen potenciar las métricas infantiles.

Algunos usuarios de alto rango, ya con su cuota de fama digital asegurada, se dedican a vender sus antiguas cuentas. Otros ofrecen bots programados para enviar «likes» de forma automatizada, o incluso se postulan para mantener activas las cuentas de los jóvenes mientras sus propietarios, con la mirada perdida en el pizarrón, intentan descifrar las matemáticas en el aula. En este ecosistema, la influencia es un commodity, y la infancia, una etapa donde el «engagement» digital no espera a la mayoría de edad para dictar reglas.

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