Jóvenes y desinformación: ¿Redes sociales, fuente fiable?

Redacción Cuyo News
9 min
Cortito y conciso:

Los jóvenes españoles se informan cada vez más a través de redes sociales como TikTok e Instagram, aunque esto los hace vulnerables a la desinformación. Expertos señalan la necesidad de una mayor alfabetización mediática y regulaciones que promuevan un uso responsable de internet, mientras que iniciativas educativas buscan enseñar a los jóvenes a identificar noticias falsas.

Jóvenes, redes sociales y desinformación: ¿Un combo explosivo?

La juventud española vive pegada al celular, eso no es novedad. Abrir una aplicación, ver un video y deslizar infinitamente consumiendo imágenes, se convirtió en su rutina diaria. Las redes sociales son parte del ADN de los jóvenes, donde comparten memes y se entretienen, pero, según varios estudios realizados en Europa, Estados Unidos y Australia, se han transformado en su principal, y a veces única, fuente de información. ¿Será que estamos frente a una generación desinformada o simplemente informada de otra manera?

Parece que los hábitos de consumo de noticias cambiaron radicalmente. Solo un 20% de los pibes acude a la prensa tradicional o plataformas de noticias. Y lo que es más preocupante, según un análisis de Save the Children, el 56% prefiere confiar en familiares y amigos para chequear si una data es posta o chamuyo.

La búsqueda constante de videos cortos cambió la forma en que consumimos contenido. Cristina, estudiante de Medicina de la UCM, cuenta que algunas de sus amigas se mandan maratones de cinco horas seguidas en TikTok. «Tienen que bloquear la aplicación o no pararían», confiesa. Alejandro, estudiante de Arquitectura, le da duro a los videos de fútbol en redes sociales varias veces al día. ¡Después de Instagram, el fútbol es lo que más les interesa a los jóvenes!

¿Más desinformados que los mayores?

Acá viene lo picante. La abogada Siana Kalinova, experta en desinformación y redes sociales, tira una bomba: «Hay una tendencia a pensar que la juventud cae fácilmente en cualquier tipo de bulo. No estoy de acuerdo y más bien, han pasado a informarse de otra manera». Para ella, el problema es de alfabetización mediática, algo que, ojo al piojo, «es educativo, no generacional».

Ahora, ojo, que tener la habilidad de navegar en este mar de información es clave para no caer en las trampas de la desinformación y las noticias falsas. Pero un estudio con adolescentes estadounidenses reveló que, incluso con esta habilidad, pueden ser engañados por fotos, videos y otros contenidos generados. Y para peor, según Save the Children, más de la mitad de los jóvenes españoles no sabe cuándo una noticia es trucha.

Marta, estudiante de la UCM, lo admite sin filtro: «Si no fuera por TikTok e Instagram no me enteraría de nada. A veces nos la cuelan fácil». Andrea, otra estudiante, dice que si ve una noticia en TikTok, prefiere buscarla en algún periódico «para saber si es verdad». Paula, que también estaba en la charla, usa X para «revisar el estado del Metro». «Nos salen [las noticias], no las buscamos», aclara Marta. ¿Será que la información nos encuentra a nosotros y no al revés?

La desinformación y sus consecuencias

La invasión a Ucrania y la dana de Valencia fueron escenarios donde las fake news se multiplicaron como hongos después de la lluvia. Y esto no discrimina edades. «Ahora mismo hay gente que no ha sido nativa digital y que no está siendo capaz de identificar fácilmente qué noticias son veraces», explica la abogada.

Jesús Conde, catedrático de la Universidad de Sevilla, cree que los jóvenes son más vulnerables a los engaños porque «llevan más tiempo conectados» y su consumo es más activo. ¿Será que la sobreexposición nos hace más susceptibles a creer cualquier cosa que vemos en pantalla?

La identidad digital en juego

La desinformación viene en todos los formatos: desde leyendas urbanas hasta teorías conspirativas y chistes malintencionados. Jesús Conde habla de «injertos digitales», donde la desinformación se presenta de forma atractiva para los jóvenes, conectando con sus intereses y pareciendo real.

Para colmo, la mayoría de los jóvenes reconoce que no sabe si una información es verdadera o falsa. Sara Roqueta, redactora jefa de *Código Nuevo*, un medio enfocado en la generación Z y los millennials, dice que hasta se habla de «la caída de Google», como si ya no lo usaran.

«Nos damos cuenta de que más de la mitad de los adolescentes se informan en redes sociales y directamente utilizan TikTok como su buscador estrella», explica Roqueta. «Ellos tienen una conexión muy especial con los generadores de opinión y contenido, o lo que incluso se puede llamar *influencers* de la información», agrega. Y como estos influencers te cuentan la data mientras se maquillan, los usuarios se relajan y se confían.

La identidad digital es parte de la identidad general de la persona, y cada uno se muestra como quiere. Pero esa confianza puede ser un arma de doble filo, según Jesús Conde. En las redes sociales «todo es rápido y se mezcla con el entretenimiento», lo que dificulta que los jóvenes distingan entre un bulo y la verdad, según Roqueta.

¿Cómo cazar bulos en la jungla digital?

La OMS le pidió a los países que regulen las plataformas para que fomenten un uso responsable de internet. Acá, el CSIC y Big Van Ciencia lanzaron *Cazabulos*, un programa para estudiantes de la ESO que enseña a detectar desinformación científica, especialmente en TikTok.

«Nuestra idea es proveer a los ciudadanos, en este caso los estudiantes, de herramientas que permitan que de una manera más o menos autónoma puedan ellos también desmontar bulos, noticias falsas o con sesgos», explica Pura Fernández, del CSIC.

El gobierno también se puso las pilas y aprobó una ley que permite pedir rectificaciones a las plataformas digitales y a las cuentas con más de 100.000 seguidores. Además, preparan una ley para regular el uso de la inteligencia artificial. ¡Parece que se están tomando en serio el tema de la desinformación!

Pero ojo, Kalinova advierte que la regulación no puede venir solo de las instituciones. También es clave educar en casa y en las escuelas. «Yo creo que si se profundiza en el conocimiento de cómo funcionan las redes sociales, los algoritmos y se hace una labor educativa, eso puede influir mucho», dice. Eso sí, las imposiciones no sirven, pueden generar el efecto contrario.

Otra cosa que preocupa es la popularidad de los influencers y cuentas de derecha. Según el periodista Andrew Marantz, las redes sociales son el principal instrumento de la extrema derecha para colonizar el pensamiento de los jóvenes. Pero ojo, Kalinova dice que si estas ideas calan es «porque también hay una parte cansada». ¿Será que los jóvenes están buscando algo diferente a lo que ven en los medios tradicionales? La pregunta queda abierta.

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