Música y algoritmos: la huella real en tu escucha del streaming

Redacción Cuyo News
11 min
Cortito y conciso:

El artículo ahonda en cómo descubrimos música hoy, con las plataformas de streaming y sus algoritmos bajo el escrutinio de la Unión Europea por posibles sesgos y falta de transparencia. El matemático Lorenzo Porcaro, director de un proyecto de auditoría algorítmica, cuestiona la verdadera capacidad de estas herramientas para la novedad musical, la influencia innegable de las grandes discográficas y la pasividad a la que se ven abocados los artistas emergentes. Para Porcaro, las nuevas tecnologías, más que revolucionar, refuerzan dinámicas preexistentes en la industria.

Cómo descubrimos música hoy es una pregunta que nos lleva por caminos insospechados. De las disquerías de barrio y las radios cómplices, pasamos a un algoritmo que nos susurra al oído qué podría gustarnos. Spotify Wrapped, esa cándida celebración anual de nuestros hábitos auditivos, nos vende la ilusión de un universo musical a medida. Pero, ¿es tan transparente la cosa? La Unión Europea, que no come vidrio, ya puso el ojo y está financiando un proyecto para “auditar el descubrimiento algorítmico de música”, sospechando de sesgos y una opacidad que, para muchos, es casi un secreto a voces.

En esta encrucijada digital, Spotify y sus pares parecen haberse erigido en los amos y señores, tanto para escuchar como para “descubrir”. Sin embargo, Lorenzo Porcaro, matemático e investigador de la Universidad La Sapienza de Roma, y cerebro detrás de la auditoría algorítmica europea, nos invita a mirar más allá de la pantalla brillante. Sus reflexiones, compartidas en el Festival Mozilla de Barcelona, abren un debate necesario sobre qué tan libres somos realmente en nuestra playlist.

La brújula musical: ¿quién nos guía realmente?

"Depende", sentencia Porcaro. Para las generaciones más jóvenes, la ecuación es clara: "Usan muchísimo TikTok, YouTube…". Las redes sociales se han convertido en la verdadera incubadora de tendencias, donde la relación entre artista y audiencia es directa y efímera. "En las plataformas de streaming, aunque se vendan como el lugar donde descubrir música, al final pasa menos", afirma, desmitificando un poco el relato oficial. Los artistas lanzan sus anzuelos en redes, y desde allí, dirigen a su gente a la plataforma de turno. Una movida que suena más a "anda y escúchame" que a un hallazgo espontáneo.

La pregunta que nos carcome a muchos: ¿somos realmente dueños de lo que escuchamos o hay una mano invisible empujando ciertos sonidos? "Es difícil saberlo con certeza, porque desde fuera solo se ve el resultado final", confiesa Porcaro. Sin embargo, no todo es misterio. Las recomendaciones geográficas para grandes festivales musicales son un ejemplo lógico. Nadie en la Puna argentina espera que le aparezca música de Eurovisión. "Dudo de que a alguien en EE UU le aparezcan canciones de San Remo o de Eurovisión. Saben que el mercado nacional es muy importante en algunos países. En Italia, por ejemplo, creo que el 90% de la música que se escucha es de artistas italianos. Es uno de los porcentajes más altos de Europa", añade. Un dato que, si bien suena a lógica comercial, también nos deja pensando en la homogeneización cultural.

Es comprensible que, ante la falta de transparencia, broten las teorías conspirativas. Pero Porcaro prefiere los hechos: "Sin llegar a conspiraciones, parto de lo que sí sé". Y lo que sabe es que "Las majors [grandes compañías] son las más interesadas en promocionar cierta música, igual que pasaba con la radio: en la radio oyes lo comercial". Dato no menor: "También sabemos, porque es información pública, que las majors han invertido muchísimo en las plataformas". ¿Coincidencia? ¿O una estrategia de influencia de manual?

Sin embargo, el matemático aporta una mirada más fría y algorítmica: que un algoritmo recomiende a Bad Bunny no necesariamente significa que haya una orden secreta. "La lógica de recomendación es muy de rendimiento: si hay 50 personas en una sala y todos escuchan a Bad Bunny, si entra alguien nuevo y le recomiendo a Bad Bunny, ¿le va a gustar? No sé, pero si todos aquí lo escuchamos, ¿por qué no recomendarlo?", plantea. Es la lógica del mínimo riesgo, de la apuesta segura. Y de la masa, claro. Spotify ya nos reveló sus artistas más escuchados en 2025. ¿Es el gusto del público o la inducción de la plataforma? "Ese es el mayor problema para mí de trabajar con estos sistemas: se sabe muy poco", se lamenta Porcaro. La industria musical, con sus majors históricas, no es un recién llegado a este juego. "Detrás del streaming hay una historia muy larga que influye en cómo se ha difundido la música", puntualiza. Las redes, en cambio, "surgieron de la nada".

El «aleatorio» que no es tan aleatorio y la radio 2.0

El famoso modo aleatorio, esa promesa de sorpresa musical, también está bajo la lupa. ¿Es posible que, de forma discreta, premie o sobrerrepresente algunas canciones? "Podría ser", admite Porcaro. "La aparición aleatoria no quiere decir que todas las canciones se recomienden una vez. Significa que no eliges tú". Y aquí es donde la intuición popular choca con la tecnocracia: "Hablando con gente, a muchos les llama la atención que ‘el aleatorio no es aleatorio’. Ese para mí es el punto. La palabra ‘conspiración’ muchas veces se usa para tapar cosas que quizá sí existen. No sabemos qué pasa en ese momento en que a todos nos recomiendan algo, pero si mucha gente lo comenta, por algo será", subraya. La investigación de Porcaro busca justamente eso: apoyarse en "experiencias vividas" que, aunque no técnicas, tienen "su peso".

Y así, casi sin darnos cuenta, las plataformas de streaming han mutado. Lo que nació como el edén musical, con toda la música del mundo a bajo costo, "se parece bastante a la radio de antes, solo que ajustada a tus gustos", diagnostica Porcaro. La lógica de la radio siempre fue el "lo más reciente", el estar al día. "No creo que las plataformas estén inventando nada nuevo, refuerzan dinámicas que ya existían", concluye. ¿Entonces, tanto algoritmo para volver al mismo punto de partida, pero con un traje nuevo?

La cruda realidad para los artistas emergentes

Si el streaming no revolucionó tanto la industria como prometía, ¿qué les queda a los que recién empiezan? Porcaro desinfla la burbuja de la fama algorítmica: "Cuando hablo con artistas emergentes, veo que estas plataformas venden la ilusión de que te puedes hacer famoso gracias al algoritmo". Y contraataca con la sabiduría del oficio: "Antes, cuando empezabas, lo que tocaba era currarte tu ciudad, hacer bolos en los pueblos de alrededor. Así es como uno se convierte en artista, no porque hagas una canción viral y de repente sea un superhit”.

Las redes sociales, eso sí, son un cambio de juego. "Ahora es importante estar conectado con tus fans. Que eso sea bueno o malo ya es otro debate, pero como artista puedes ver lo que te gusta y cada uno decide si quiere hacerlo", explica, reconociendo la flexibilidad que otorgan.

Pero hay una línea roja: la pasividad. "Para las plataformas eres un usuario más. Te dicen: ‘Nos das tu música, nos das tus datos y quizá algún día te hagas famoso’. Me parece un juego más pasivo", advierte. El marketing de las plataformas convierte a los artistas en meros engranajes: "Te abres el Spotify for Artists, intentas entrar en una playlist y acabas jugando al juego que han montado". El mensaje es claro: "No digo que no haya que usarlo, pero hay que hacerlo con conciencia y no caer en la ilusión de ‘igual me hago famoso gracias a esto’". Una invitación a la lucidez en un ecosistema que, por momentos, parece diseñado para la ingenuidad.

Finalmente, Porcaro es optimista, pero con una advertencia: "El streaming se ha vendido como la gran solución tras la piratería. Se espera que de esa recuperación algo llegue también a los artistas, que sería lo justo. El tema es la redistribución". La tecnología, para él, "refleja las mismas dinámicas que las anteriores: quién aparece más". El problema no es la tecnología, sino "lo que no se redistribuye". Y cierra con una nota esperanzadora para el arte: "Soy optimista con la música. Porque muchas veces lo que acaba destacando nace de una subcultura que luego se convierte en más dominante. Y después vendrán otras, siempre hay. Es un mecanismo difícil de romper". Quizás, la verdadera rebeldía musical, como siempre, no esté en el algoritmo, sino en la calle.

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