Roblox, la plataforma de videojuegos con 152 millones de usuarios diarios (casi el 40% menores de 13 años), está en el ojo de la tormenta. Menores sin verificación de edad comparten «patio virtual» con adultos, exponiéndose a acoso, abusos y estafas. Tras el bloqueo de «vigilantes» y denuncias de fiscalías en EE. UU., incluyendo un caso de suicidio, la empresa anunció verificación facial obligatoria en 2025. Sin embargo, policías, pediatras y agencias reguladoras cuestionan la suficiencia de estas medidas y urgen a los padres a la máxima vigilancia.
152 millones de almas conectadas a diario, un universo digital que palpita con la energía de niños y adolescentes que encuentran en Roblox su "patio virtual". Juegos como Brookhaven o Grow a Garden son la excusa perfecta para sumergirse en mundos interactivos. Pero detrás de esa fachada de diversión, yace una realidad que obliga a un cuestionamiento incómodo: casi el 40% de esos usuarios son menores de 13 años, compartiendo el ciberespacio con adultos a quienes no se les exige, en rigor, verificar su identidad. La paradoja es brutal: pibes a quienes se les enseña a desconfiar de extraños en la calle, aquí, en el éter digital, chatean y juegan codo a codo con cualquiera, sin saber quién está del otro lado de la pantalla.
Con el crecimiento exponencial de su popularidad, también se multiplicaron los problemas: adultos que usan la plataforma para acosar a menores, bullying entre pares, exposición a escenas violentas y los siempre presentes casos de adicción o estafa relacionados con los codiciados Robux, su moneda virtual. La empresa, con el agua al cuello, anunció tímidamente algunas medidas, como el reconocimiento facial, pero sigue bajo la lupa de padres, médicos y fiscalías, que la acusan, sin rodeos, de hacer malabares insuficientes para proteger a los más chicos.
Roblox: ¿El guardián o el vigilado?
La plataforma ha estado en el centro de un verdadero quilombo desde agosto, cuando decidió cancelar las cuentas de varios "vigilantes" en Estados Unidos. Se trataba de personas que, de forma voluntaria, patrullaban los juegos para detectar sospechosos de acoso y alertar sobre las grietas de seguridad. Roblox, con una justificación que generó más dudas que certezas, afirmó que bloqueó las cuentas porque "empezaron a hacerse pasar por niños y a buscar activamente conectarse con usuarios adultos", lo que, según ellos, viola sus términos de uso. Una movida que para muchos sonó a "matar al mensajero".
A raíz de este revuelo, la empresa ha sido denunciada por distintas fiscalías de EE. UU., donde tiene su sede central. La más reciente y resonante, la de Texas, cuyo fiscal general, Ken Paxton, no se anduvo con chiquitas y la acusó de "lucrarse con un parque digital que oculta depredadores y un diseño psicológico manipulador tras una fachada de diversión familiar". Ya acumulaba acusaciones en Florida, Luisiana y Kentucky, y también se enfrenta a las de particulares. Un caso que hiela la sangre es el de una familia de Dallas que denuncia a la empresa por homicidio imprudente, tras el suicidio de su hijo. Aseguran que un adulto lo convenció de desactivar los controles parentales del juego y trasladar la conversación a Discord, otra plataforma, donde lo extorsionó después de pedirle fotos y videos íntimos.
Verificación facial: ¿solución o paño frío?
Frente a la catarata de críticas y demandas, Roblox anunció una función para que el usuario verifique su edad con la cámara, a través de una estimación por reconocimiento facial. La promesa es que, una vez asignado su grupo de edad, la plataforma solo le permitirá chatear con participantes de "edades similares", por ejemplo, alguien de 12 años solo podrá conversar con personas de 15 o menos. La empresa ha abierto un período para identificarse de manera voluntaria y ha anunciado que a principios de diciembre será obligatorio en mercados seleccionados como Australia, Nueva Zelanda y Países Bajos, y en el resto del mundo en enero. Una medida que, para algunos, llega tarde, y para otros, podría ser el inicio de un camino más seguro, aunque la sombra de la efectividad sigue siendo un interrogante.
El aumento de consultas respecto a Roblox ha llevado incluso a solicitar informes a las fuerzas de seguridad. El inspector jefe del grupo de protección al menor de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional de España, que prefiere mantener el anonimato, detalló que, entre 2019 y septiembre de 2025, se realizaron 24 investigaciones relacionadas con delitos de abuso sexual, prostitución, incitación al suicidio y estafas de menores en Roblox, concretándose seis detenciones. Tres investigaciones siguen en curso. El inspector aclaró que no es una estadística oficial, sino datos para valorar la evolución de este fenómeno, y admitió que hay un "aumento de denuncias prácticamente en todas las plataformas, que es lógico, porque este modus operandi está favorecido por este tipo de aplicaciones de mensajería donde los menores pueden compartir archivos de audio, video, imagen, y chatear con gente que no conocen". Roblox es, en definitiva, uno más en esta preocupante lista.
El mayor riesgo para los niños, según los especialistas, reside en el chat. Si bien este no permite compartir fotos y está monitoreado por una IA y un grupo de trabajadores, los adultos malintencionados no tardan en burlar los sistemas, usando lenguaje en clave o, directamente, invitando a los chavales a conversar e intercambiar imágenes por otras aplicaciones de mensajería con menor fiscalización. Un juego del gato y el ratón donde, lamentablemente, los más débiles son las presas fáciles.
La alerta médica: síntomas preocupantes y llamados de atención
La Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) y el Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP) emitieron una alerta en septiembre. ¿El motivo? Un incremento alarmante de casos de niños y adolescentes que presentaban "síntomas preocupantes" relacionados con el mal uso de Roblox. "Autolesiones, cambios significativos en el comportamiento, ansiedad, insomnio, retraimiento social, comentarios o actitudes inusuales sobre sexualidad, identidad o violencia" son los indicios que se repiten en las consultas. También advierten sobre la adicción que puede generar su sistema de puntos, diseñado para enganchar.
María Angustias Salmerón, pediatra y miembro del Comité de Promoción de la Salud de la AEP, fue contundente: "Estamos viendo muchos casos, teniendo en cuenta que somos la punta del iceberg, si está habiendo consultas por esto es porque está habiendo un problema grave". Y la preocupación no se limita a Europa; sus colegas en distintos puntos de Latinoamérica han notado diagnósticos similares. La médica recomienda que los padres "sean proactivos en la búsqueda de dónde juegan sus hijos en internet, preguntarles si han tenido alguna situación que los haya hecho sentir incómodos y que si se detecta lo más mínimo vayan al pediatra para que pueda valorar". Muchos desconocen los controles parentales de Roblox, que permiten crear una cuenta propia para conectarla con la del niño y así cancelar el chat, bloquear usuarios o experiencias, limitar las compras y el tiempo diario en pantalla, y ver en qué juegos pasan más tiempo. Un arsenal de herramientas que, en la vorágine de la vida moderna, a menudo queda sin usar.
Al ser consultada, Roblox se defendió por correo electrónico: "Cada día vemos un promedio de 6.000 millones de mensajes de chat y 1,1 millones de horas de comunicaciones por voz en docenas de idiomas, donde la gran mayoría son charlas cotidianas, pero un pequeño número de personas malintencionadas intenta eludir nuestro sistema". Argumentaron que "los actores malintencionados se adaptan para evadir la detección", y recomiendan "asegurarse de que los niños tengan una cuenta con la información correcta como la fecha de nacimiento para que tenga las protecciones adicionales por defecto y que vean contenido apropiado para esa edad". Una respuesta que, si bien suena a compromiso, para muchos, es la eterna excusa del "los malos siempre van un paso adelante".
Antonio Planells, profesor de TecnoCampus de la Universidad Pompeu Fabra, analizó la situación sin paños fríos: Roblox "se ha encontrado con que gran parte de su rápido crecimiento se ha debido a ser una red social con una estética muy amable, donde los menores se encontraban muy cómodos jugando y no ha sabido gestionarlo". Para el catedrático, la clave "no está tanto en el filtro de acceso, sino en que un menor expuesto en la plataforma no tiene mecanismos de defensa o tutela" y considera que "debe invertir en convertirlo en un espacio seguro desde el control en la creación y una moderación efectiva y extensiva de la actividad". Un diagnóstico claro que apunta a la responsabilidad principal de la empresa.
Mientras tanto, la Agencia Española de Protección de Datos (Aepd) tiene un procedimiento abierto a Roblox por los "contenidos pornográficos o violentos" a los que, según la agencia, permite acceso "sin restricción" y "el tratamiento de los datos personales de niños de 13 y 14 años, considerados menores de edad en la ley de protección de datos personales y garantía de los derechos digitales". También investiga que "es posible registrarse como nuevo usuario aportando fecha de nacimiento, un nombre de usuario ficticio y una contraseña". La Aepd, con la habitual cautela de los organismos oficiales, ha respondido que no puede facilitar información sobre casos en curso.
A través de dos evaluaciones de la plataforma, realizadas antes y después de los nuevos controles parentales, la agencia británica de investigación etnográfica Revealing Reality concluyó que hubo mejoras, pero que "la verificación de edad sigue siendo insuficiente, los adultos pueden infiltrarse en espacios para menores fácilmente, y la moderación del chat y voz no es totalmente efectiva".
Su recomendación es contundente y, quizás, la conclusión más sensata de todo este entramado: "No confíe en las promesas de las plataformas ni en los informes de investigación —incluido el nuestro— para decidir si Roblox es adecuado para su hijo. Cree su propia cuenta, pase tiempo en los espacios que utiliza, y tome su propia decisión informada". Porque al final del día, la seguridad de los más chicos no puede depender solo de algoritmos, sino de la vigilancia atenta y el sentido común.