Runway, la startup cofundada por Cristóbal Valenzuela, se adelantó a gigantes como OpenAI y Google al lanzar comercialmente herramientas de generación de video con inteligencia artificial. Esta tecnología ya está transformando la industria audiovisual, de la publicidad, el diseño e incluso la arquitectura, logrando reducir drásticamente tiempos y costos de producción. Aunque Valenzuela, CEO de Runway, augura una expansión radical de la IA en video y la creación de nuevos empleos, persisten dudas sobre la sustitución de roles y los desafíos técnicos para generar contenido de larga duración o mundos interactivos en tiempo real con consistencia. La compañía trabaja en la propiedad intelectual y pronostica que plataformas como Netflix pronto permitirán a los usuarios crear y compartir sus propios contenidos generados por IA.
Runway: el david tecnológico que desafía a los goliats de la IA
Hace apenas cuatro años, cuando la inteligencia artificial generativa era casi ciencia ficción para la mayoría, tres cerebritos de la Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York gestaron una idea que hoy pone a temblar a la industria. Así nació Runway, la startup que, con Cristóbal Valenzuela a la cabeza, se atrevió a lanzar herramientas de generación de video con IA al mercado mucho antes que los pesos pesados como OpenAI con Sora o Google con Veo 2. Un golpe de audacia que, para algunos, marca el inicio de una era; para otros, el preámbulo de una incertidumbre mayúscula.
Valenzuela, un chileno que hoy maneja los hilos de esta revolución, no duda en pronosticar una expansión «radical» del video generado por IA. La promesa es grandiosa, casi utópica: escenas cinematográficas que antes tomaban semanas o meses, ahora se resuelven en días o incluso en segundos. ¿Un milagro? Para los presupuestos de Hollywood, quizás. La lista de aplicaciones ya es variada y sorprendente. Desde retocar una secuencia para la gran pantalla hasta modificar elementos en postproducción, pasando por la publicidad, el marketing, el diseño y hasta los videojuegos. ¿Y la arquitectura? También. Estudios como KPF en Estados Unidos utilizan Runway para crear renders de edificios en apenas diez segundos, un proceso que antes demandaba tiempo, recursos y una paciencia de santo. “Es muy rápido, muy fácil y mucho más barato que como lo hacían antes”, se jacta Valenzuela. Parece que la eficiencia ha encontrado su nueva meca.
El dilema de los empleos: ¿evolución o hecatombe?
Pero claro, cada vez que hablamos de automatización y eficiencia, el fantasma del desempleo se pasea por la sala. ¿Qué pasa con esos equipos de diseño, edición y postproducción que hoy llenan los estudios? Valenzuela, como era de esperarse, ofrece el manual clásico del optimismo tecnológico: «la tecnología siempre ha creado y modificado empleos». Y, para ilustrarlo, nos remite a la figura del ascensorista, ese entrañable personaje que pulsaba botones en los viejos edificios.
La comparación, para muchos, es cuando menos simplista. ¿Es lo mismo un operario de ascensor que un diseñador gráfico con años de estudio y experiencia, o un editor de cine que ha pulido su ojo narrativo? La pregunta pica y se extiende. El CEO de Runway insiste en que “hay muchos otros trabajos que se van a crear” y que, de hecho, la IA generará una “mayor demanda de nuevos trabajos en nuevas áreas”. ¿Qué tipo de trabajos? «Gente que sepa usar esta nueva herramienta, que sepa generar vídeos, editar los vídeos, que sepa modificarlos». En otras palabras, seremos los nuevos «operadores de la cámara IA». La promesa es de evolución, pero la inquietud persiste en la grieta entre lo que la tecnología puede hacer y lo que las personas realmente necesitan.
Videojuegos a la carta: la promesa de mundos que se crean solos
Más allá de los debates laborales, la tecnología de Runway aún enfrenta desafíos mayúsculos. Valenzuela reconoce que generar contenido de larga duración –piensen en una película de 90 minutos con consistencia en personajes e historia– «todavía no es posible». Pero, como todo visionario, añade un «aunque pasará pronto». La otra gran frontera es la generación en tiempo real: un tutorial personalizado, a demanda, sobre cualquier tema. Un universo de posibilidades que, de concretarse, podría redefinir por completo cómo consumimos información.
Donde la IA de Runway promete una verdadera revolución es en el vertiginoso mundo de los videojuegos. Hoy, crear un entorno de juego es un trabajo de titanes: años de diseño, modelado 3D, colocación meticulosa de cada edificio y cada objeto. La IA, según Valenzuela, podría cambiar esto radicalmente. Imaginemos un Call of Duty donde “nada de eso existe. No hay ningún escenario, no hay ningún modelo 3D, no hay ningún mundo previamente creado”. Cuando el jugador se mueva, el escenario se generará en tiempo real, «nunca se ha visto antes, nadie nunca lo ha diseñado». El modelo de IA, simplemente, lo creará sobre la marcha. La incógnita, que ya es un «en eso estamos trabajando», es la persistencia: si dinamité un edificio, ¿lo encontraré hecho escombros cuando vuelva una hora después? La memoria del modelo será clave.
Mientras tanto, la polémica sobre la propiedad intelectual en el contenido generado por IA no da tregua. Runway, consciente de las batallas legales que se avecinan, ya trabaja con estudios de Hollywood para «entender qué necesitan proteger y cómo nosotros podemos ayudarlos a proteger eso». La industria del entretenimiento busca cómo convivir con este nuevo monstruo creativo, y Runway ofrece programas para licenciar contenido.
Y el broche de oro de las predicciones de Valenzuela, ese que nos invita a comentar y compartir, es rotundo: «estamos a meses» de que plataformas como Netflix o Amazon Prime permitan a los usuarios crear y compartir sus propias películas o series con IA, con un modelo de incentivos similar al de YouTube. La tecnología está lista, es cuestión de logística y distribución. “Estoy muy seguro de que el próximo año lo vamos a empezar a ver”, sentencia. La era del cine amateur ultra-pro, o del contenido generado por cualquiera, parece estar a la vuelta de la esquina. El tablero del entretenimiento se reconfigura y la pregunta ya no es si la IA cambiará el juego, sino quién logrará sentarse en la mesa de los que deciden las nuevas reglas.