Científicos advierten sobre la lentitud de la ciencia para evaluar el impacto de las nuevas tecnologías como móviles, redes sociales e IA en la salud mental. Proponen medidas para acelerar la investigación, incluyendo la recopilación de datos a largo plazo, el ajuste de la balanza entre beneficios empresariales y salud pública, el trabajo en paralelo en experimentos sociales y la creación de una lista pública de problemas relacionados con el uso de tecnologías digitales.
La ciencia corre detrás del avance tecnológico: ¿llegaremos a tiempo para entender los riesgos?
La velocidad a la que avanza la tecnología nos deja a los científicos con la lengua afuera, tratando de descifrar si el último chiche tecnológico nos va a hacer más bien que mal. «Tenemos que ser transparentes cuando no hay grandes pruebas», suelta Amy Orben, psicóloga de la Universidad de Cambridge, poniendo el dedo en la llaga: la ciencia no está llegando a conclusiones contundentes sobre el impacto de los celulares, las redes sociales y la inteligencia artificial (IA) en nuestra salud mental.
¿Regular o no regular? Esa es la cuestión
En este contexto de incertidumbre, ciudadanos y políticos terminan tomando decisiones basadas en preconceptos. A veces, se regulan cosas que no deberían y, otras veces, se dejan sin regular problemas graves que afectan a millones. J. Nathan Matias, de la Universidad de Cornell, lo resume así: «Queremos animar a los científicos a conectar con la gente y hablar claro, incluyendo lo que no sabemos».
## Los científicos toman cartas en el asunto: ¿qué proponen?
Orben y Matias publicaron un artículo en la revista *Science* donde plantean cuatro medidas concretas para acelerar la investigación y entender mejor el impacto de la tecnología en nuestras vidas. No se trata de bajar la vara de la evidencia científica, sino de adaptarse a la velocidad de los cambios tecnológicos.
### 1. Datos más precisos sobre las consecuencias
Proponen que las tecnologías digitales se incluyan en los registros públicos como posibles causas de muerte o daños, al igual que se hace con los accidentes de tráfico. «Se podría empezar a incluir información sobre tecnología en sistemas como los registros de mortalidad, los informes de accidentes laborales o los informes policiales sobre violencia de pareja», argumentan.
Esto permitiría tener una visión más clara de cómo la tecnología está afectando nuestra vida cotidiana, especialmente a los jóvenes. «Muchas veces, por ejemplo, con los jóvenes de ahora, tardamos muchísimo en entender qué hacen realmente y cómo les afecta. Y necesitamos afinar más el oído a lo que pasa en la vida real», explica Orben.
### 2. Ajustar la balanza: ¿Priorizamos las ganancias o la salud?
«Las pérdidas empresariales son más fáciles de revertir que las vidas», sentencian los científicos. Las empresas tecnológicas suelen aprovechar la falta de evidencia clara para minimizar los riesgos y proteger sus ganancias. Orben y Matias proponen replantearse este equilibrio y priorizar la salud pública.
¿Deberíamos esperar a tener pruebas irrefutables antes de actuar? «Además de decir que la evidencia es débil, tanto la ciencia como los políticos deberían empezar a hablar de si la evidencia no es buena, ¿actuamos ya? ¿Cuáles son los riesgos y beneficios de hacerlo? ¿O esperamos?», plantea Orben.
### 3. Trabajar en paralelo: acelerar los experimentos sociales
Los experimentos sociales suelen ser largos y costosos. Los científicos proponen realizar varias acciones en paralelo para obtener resultados más rápidos. «En cierto modo, se trata de hacer las cosas más rápido, pero eso no significa saltarse ciertas etapas. Hay que acelerar, pero de una manera definida y cuidadosa», aclara Orben.
En lugar de pasar años discutiendo si las redes sociales afectan el sueño de los adolescentes, proponen un experimento sencillo: «Decimos a algunos padres que saquen el móvil del dormitorio, a otros no les decimos nada durante unas semanas, y vemos cómo afecta eso a los jóvenes».
### 4. Una lista negra de los problemas tecnológicos
Siguiendo el modelo de la industria química, proponen crear una lista pública de los problemas relacionados con el uso de tecnologías digitales. De esta manera, los emprendedores podrían desarrollar alternativas más seguras.
«Incluso mientras tratamos de definir la evidencia, podemos empezar ya a encontrar mejores alternativas. Es algo que requiere negociación y una entidad que se encargue de mantener esa lista», explica Matias.
## ¿Vamos a llegar a tiempo?
La clave está en que la ciencia se ponga las pilas y avance al mismo ritmo que la tecnología. No podemos seguir esperando años para tener respuestas claras sobre el impacto de las nuevas tecnologías en nuestra salud mental. «La ciencia rutinaria es superpoderosa, cuidadosa, precisa, y no decimos que no se deba hacer, sino que hay que acelerarla en ciertos aspectos, porque ahora mismo todo el sistema a nuestro alrededor acelera», concluye Orben.