The Onion: Ben Collins y la audaz lucha de la sátira contra Infowars.

Redacción Cuyo News
15 min
Cortito y conciso:

Ben Collins, CEO de The Onion, el principal medio satírico de EE UU, reflexiona sobre el papel vital de la sátira en un mundo cada vez más absurdo. Desde su regreso a la edición en papel y el estrambótico intento de compra de la web conspiracionista Infowars, Collins analiza cómo su trabajo ahora es más relevante que nunca, especialmente frente a los gigantes tecnológicos y figuras como Trump y Musk, quienes, según él, reaccionan con «venganza de pringados» a la burla. Cuestiona el estado actual del periodismo tradicional y defiende a The Onion como una perspectiva necesaria en la era de la desinformación y el hartazgo noticioso.

Desde Massachusetts, Ben Collins, el cerebro detrás de The Onion, el faro de la sátira en los Estados Unidos, se planta en Barcelona para un Festival Mozilla y dispara sin medias tintas. «Di que somos como Charlie Hebdo, pero mejores», advierte a la audiencia europea, delineando el terreno con una audacia que no se achica. Collins, un veterano del periodismo tecnológico que durante más de una década desmenuzó la desinformación y las conspiraciones en medios como el Daily Beast y la cadena NBC, dio un volantazo en 2024. Su plan era bajar la intensidad, volver al formato que había sido abandonado en 2013 y relanzar la edición en papel de The Onion. Hoy, ese periódico mensual cuenta con más de 50.000 suscriptores, convirtiéndose en su principal motor económico. Sin embargo, las elecciones en su país le aguaron la fiesta de la calma.

«He tenido que volver a meterme de lleno y hacer todo eso que ya sabía hacer: cómo conseguir que una historia se haga grande, a la vieja usanza», confiesa, aludiendo, entre otras cosas, al estrambótico intento de The Onion por adquirir Infowars, la plataforma conspiracionista de Alex Jones, ahogada en deudas de 1.500 millones de dólares a las familias de las víctimas de un tiroteo infantil que Jones había negado repetidamente.

«Es coger un titular o una historia perfectamente escrita por otra persona y conseguir que lo vea todo el mundo», resume Collins sobre su tarea actual. Una declaración que, en sí misma, ya destila la ironía de quien sabe que la realidad a veces supera la ficción más ácida.

La sátira como antídoto a la burbuja tecnológica

¿Por qué la sátira es hoy más que nunca un arma necesaria en el universo de la tecnología? Collins no se anda con rodeos. «Si no te ríes un poco de las valoraciones desorbitadas de las empresas de inteligencia artificial (IA) y de la gente que las dirige, no muestras todo lo que está pasando. Está claro que estamos en una burbuja y hay que burlarse de ellos». Y aquí, la inteligencia artificial, ese nuevo dios del Olimpo tecnológico, es un blanco fácil y necesario. Uno de sus titulares favoritos de The Onion lo deja claro: «Tío que es lamentable como persona ve enorme potencial en la IA», una frase que, a su entender, resume el sentir popular. «Tenemos que exigir cuentas al poder, esa es la regla de los bufones y periodistas. ¿Dónde está el verdadero poder ahora, si no es en esas empresas?», interpela, poniendo el dedo en la llaga.

Pero el poder, se sabe, no soporta las cosquillas. «Elon Musk ya intentó prohibir The Onion en X y fracasó. Su incapacidad para ser cool tiene un efecto en la vida de todos», desliza Collins. Y la cosa no termina ahí: «Recibimos solicitudes de retirar contenido de todo el mundo: desde gobernadores demócratas hasta de Donald Trump». Aunque parezca increíble, figuras de semejante calibre, que se mueven en la cresta de la opinión pública, se sienten vulnerables ante una broma.

Cuando el poder se ofende: la revancha de los «pringados»

La ofensa, al parecer, es una moneda de cambio para quienes manejan los hilos. «Pero si ya saben que todo es broma», uno podría pensar. «Pero se ofenden mucho», rebate Collins. Y para muestra, un botón: el mismísimo Donald Trump, antes de ser presidente, en 2013, fue objeto de un titular demoledor: «Si alguna vez te sientes deprimido, recuerda que en 10 o 15 años estaré muerto». La respuesta, una «carta loca» de Michael Cohen, su abogado, hoy enmarcada como un trofeo.

Collins traza una línea polémica, pero no menos lúcida, sobre el origen de estas figuras que hoy detentan un poder desmedido. «En el origen de toda esta gente hay historias de ridiculización. Trump se presentó a presidente porque Barack Obama se burló de él. Elon Musk compró Twitter porque pensó que había algún tipo de botón mágico que lo haría cool. Todo es solo una fantasía de venganza contra un mundo que no los aceptó». Una afirmación que suena a revelación y a la vez a un golpe bajo para los autoproclamados «elegidos». «Tenemos que hacer un mejor trabajo intentando aceptar a las personas que son raras o que tienen problemas sociales. Pero ellos tienen más poder que nadie y, al final, lo que hacen es revanchismo», sentencia, acuñando el término «venganza de los pringados» para describir esta dinámica.

El caso de Palmer Luckey, creador de Oculus y financiador de foros pro-Trump que derivaron en el asalto al Capitolio, y hoy al frente de una empresa de drones, es otro ejemplo contundente. «Todo el mundo tiene un origen, y todas estas personas en el poder han sido rechazadas por la sociedad educada. Hay dos formas de manejar eso: puedes reformarte y ser mejor persona y mirar hacia dentro, o puedes volverte un autoritario fascista total. La mayoría eligió la segunda opción». Un diagnóstico crudo, que obliga a la reflexión.

Donald Trump, que a menudo convierte la realidad en su propia sátira, ¿no dificulta el trabajo de The Onion? «La gente dice que Trump es gracioso. ¿Pero has oído alguna vez a Trump reír de verdad? Como una risa genuina, de esas que no se pueden contener. Nunca ha pasado. Sus chistes son del tipo ‘ese es gordo’ o ‘ese es tonto’. Es actitud de matón. Nosotros somos otra cosa», diferencia Collins.

La prensa tradicional, ¿en terapia intensiva?

«La gente siempre dice que el mundo se ha convertido en lo que The Onion lleva haciendo los últimos 37 años. Diría que es mucho peor», suelta Collins, con la solemnidad de quien conoce la trastienda. «No me gusta que The Onion tenga que meterse a decir frases que parecen más verdaderas que lo que sale en el New York Times. Pero, ¿quién más lo va a hacer? No es que nosotros hayamos cambiado, es que los medios que nos rodean han cambiado. Si lo que escribimos suena más real que las noticias, eso es un reflejo de cómo están los medios, no de nosotros».

La visión de Collins sobre la prensa tradicional es lapidaria. «Las cosas han cambiado muchísimo. Casi todos mis amigos son periodistas, y tienen dos opciones: mantener la cabeza gacha en el medio donde trabajan y conservar su buen sueldo, o irse por su cuenta y contar lo que realmente pasa. Sé con certeza que todos los medios que resurgieron en los primeros años de Trump han despedido a todos los grandes reporteros o les pidieron que se callaran». Una acusación que resuena con fuerza en el panorama mediático actual.

¿Y esto favorece a The Onion? «La gente literalmente nos dice cosas como ‘cancelé mi suscripción al Washington Post porque The Onion es más sano’. Tienen razón. No creo que sea bueno para nadie estar todo el día viendo imágenes de bebés sacados de guarderías. Es obvio que tienes que saber que eso pasa, pero para procesar las noticias a una escala más amplia, probablemente es mejor recibir The Onion una vez al mes que pasarte el día viendo la CNN», argumenta Collins, ofreciendo una vía de escape al hartazgo informativo que padece la audiencia.

Esta desconexión de las noticias es una tendencia real y preocupante. «Sí, pero a la vez se están volviendo a involucrar en la vida cívica, al menos en Chicago. No lo digo solo porque mi novia se presenta al Congreso [Kat Abughazaleh en Illinois]». La gente, dice Collins, ya sabe que «las cosas van tremendamente mal» y ya está «a tope de hartazgo». Ahora están en «modo acción», buscando el «cómo puedo cambiar esto». «Nosotros no ofrecemos el ‘cómo cambiar las cosas’, pero sí damos catarsis. Damos esa sensación de ‘tienes razón, todo está fatal, pero aquí tienes unas cuantas bromas y algo que puedes poner en una pancarta’. Ofrecemos una forma de desahogarse, porque la gente ya sabe que el mundo es un desastre y que hay ocho tipos que dominan el mundo y que son todos malos».

Como reportero, Collins cubría desinformación. ¿No pueden los titulares graciosos de The Onion ser vistos como tal? «La desinformación está pensada para engañar, y la que yo cubría apuntaba a los que tienen menos derechos: personas trans, inmigrantes, y se usaba para obtener ventajas políticas. The Onion no hace eso. Se dice que ‘golpeamos hacia arriba’, pero no solo. Tratamos de llegar al corazón de un tema burlándonos de él, que es diferente de inventar mentiras sobre alguien. En general, la calidad del chiste refleja la calidad de la persona. Por ejemplo, nunca haríamos un vídeo de IA donde nos caguemos por todas las ciudades americanas», aclara, marcando una clara diferencia ética.

En cuanto al impacto de la IA en The Onion, Collins se muestra confiado y, fiel a su estilo, irónico. «Nos ayuda. El humor de la IA es tan malo que cualquier cosa que hacemos parece lo más inteligente hecho nunca. La IA no es solo una máquina de plagio, es una máquina que chupa la personalidad de cualquier texto o arte. Cuando hacemos cosas nosotros, se nota que tienen corazón y alma, y nos hace destacar». La IA, remata, «es mala con los chistes». «Ve ahora mismo a ChatGPT y pídele un chiste sobre lo que está pasando: se te saldrán los ojos de las órbitas y rodarán por la ventana».

La guerra con Infowars

El jaleo con Infowars hace unos meses fue, para Collins, «extraordinario». «Fue enorme. No teníamos ni idea de si íbamos a conseguirlo», relata, como quien narra una aventura rocambolesca. La oferta de The Onion se hizo días después de la elección de Trump. «Hicimos nuestra oferta, ellos también hicieron la suya, pero fue menor. Aquel día fue una locura, porque también —medio en broma— pujamos por todos sus suplementos y de repente teníamos un almacén lleno de pastillas para la erección y ni idea de qué hacer con todo aquello. Fue un caos. Mientras, veíamos cómo Alex Jones perdía la cabeza».

La jugada, aunque audaz, no fue improvisada. «Llevábamos un tiempo preparando la oferta, queríamos asegurarnos de que las familias estaban de acuerdo», dice, refiriéndose a las víctimas del tiroteo de Sandy Hook a quienes Jones había negado. «Les preguntamos si les parecía bien que pujáramos y se lo tomaron genial, estaban ilusionadas. Luego el juez dijo que no era suficiente dinero. Nosotros pensamos: ‘Esto no vale realmente nada, pero bueno, de acuerdo’.»

La batalla, sin embargo, se ha convertido en una cuestión de principios. «A estas alturas se ha convertido en una especie de cuestión de orgullo. Si este tipo se sale con la suya, si consigue manipular el sistema legal para no pagar, cuando debe 1.500 millones de dólares y no ha pagado nada, pues lo justo es seguir adelante. Es simplemente lo correcto. No sabemos qué pasará ahora». La batalla legal, confirma, «sigue abierta».

¿Y cuál es el plan si lo consiguen? «Montar una web centrada en mostrar cómo todo en la vida americana es un timo, y cómo esta gente contribuye de muchas maneras distintas. No solo Alex Jones. Casi todos los gurús de internet te están vendiendo algo por detrás, usando su carisma como herramienta». Una promesa que, de cumplirse, sería la sátira definitiva sobre la desinformación.

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