Un reciente estudio revela cómo plataformas de videojuegos se han convertido en terreno fértil para la radicalización de jóvenes, con grupos extremistas que difunden ideologías de odio y reclutan adeptos. El caso de Payton Gendron, autor de la masacre racista en Búfalo, es un ejemplo extremo de este fenómeno. Expertos señalan la necesidad de una mayor moderación en estas plataformas, aunque reconocen la dificultad de detectar mensajes codificados y símbolos extremistas en entornos de juego.
A principios de 2021, Payton Gendron, un joven de 18 años, lanzó una pregunta inquietante en una red social de videojuegos: "¿No debería doler mucho que me disparen si llevo un chaleco antibalas puesto, verdad?". Lo que siguió fue una escalada de mensajes que culminaron en una declaración escalofriante: "Es hora de dejar de publicar mierdas y hacer un esfuerzo real. Voy a realizar un ataque". Pocas horas después, Gendron perpetró una masacre en un supermercado, matando a diez personas y transmitiendo el horror en vivo por Twitch. ¿Un caso aislado o la punta del iceberg de un problema mucho mayor?
El caso de Gendron, que resonó a nivel mundial en mayo de 2022, no es una rareza. Plataformas asociadas al mundo de los videojuegos, como Discord, Twitch y Steam, se han transformado en verdaderos campos de entrenamiento para grupos extremistas. Ahí, ideologías de odio se difunden sin control, jóvenes son reclutados y radicalizados, y en el peor de los casos, la pantalla se convierte en el preludio de actos violentos en el mundo real.
El atentado a una sinagoga en Alemania en 2012, retransmitido en directo, y el asalto al Capitolio en 2021, que se viralizó por la plataforma DLive, son otros ejemplos de esta preocupante tendencia. Un estudio realizado en Estados Unidos reveló que entre 2010 y 2020, el uso de internet como principal canal de radicalización en jóvenes menores de 30 años ¡aumentó un 413%! ¿Estamos ante una epidemia silenciosa que se propaga en el ciberespacio?
Los videojuegos ya no son solo un pasatiempo. Con 3.320 millones de jugadores en todo el mundo, el universo gamer se ha convertido en un caldo de cultivo para la diseminación de ideologías extremistas. Un reciente estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology así lo confirma. Supremacía blanca, neonazismo, antisemitismo, teorías conspirativas como QAnon y "el gran reemplazo" encuentran eco en estas comunidades virtuales.
¿Cómo operan los extremistas en el mundo gamer?
William Allchorn, investigador de la Universidad Anglia Ruskin, uno de los autores del estudio, se mostró sorprendido por "la gran cantidad de ideologías extremistas establecidas" en estas plataformas. El investigador puntualiza que se identificaron contenidos islamistas y de extrema derecha, además de contenidos "adyacentes" al extremismo, como la glorificación de tiroteos escolares, "contenido sexual" y violencia explícita.
Una encuesta publicada en 2024 reveló que un tercio de los jugadores se topó con imágenes, vídeos o símbolos que promovían el extremismo. Lo más alarmante: el 25% de los encuestados se encontró con contenido que sugería unirse a grupos extremistas mientras jugaba. ¿Estamos creando una generación de jóvenes vulnerables a la manipulación ideológica?
Garrison Wells, investigador en la Universidad de California en Irvine, plantea que los grupos extremistas se han vuelto expertos en camuflar sus mensajes en memes y códigos indescifrables para el ojo inexperto. Detrás de estas máscaras se esconden ataques y discursos de odio contra migrantes, homosexuales o mujeres. "Estos factores han contribuido a crear un entorno bastante acogedor para que los extremistas difundan sus ideologías sin mucho temor a represalias", explica Wells. ¿Será que la libertad de expresión en internet se ha convertido en un escudo para el odio?
Captación y radicalización: el modus operandi del extremismo online
El proceso de captación y radicalización en el mundo gamer sigue patrones bien definidos. Erin Saltman, integrante del Foro Global de Internet Contra el Terrorismo (GIFCT), explica que "los extremistas son oportunistas y adaptables". Ante los controles más estrictos en las redes sociales tradicionales, los violentos migran a plataformas menos reguladas, como los videojuegos. "Ahí pueden usar lenguaje codificado para encontrar personas con afinidad ideológica", señala la experta.
Saltman advierte: "Es poco común que alguien entre a un juego y se convierta en neonazi por accidente; suele ser gente ya conectada con redes afines, que es llevada a estos espacios para profundizar su radicalización". ¿Son los videojuegos la nueva guarida de los lobos solitarios?
Los tentáculos del extremismo se extienden en tres niveles, según el GIFCT. El primero es la creación o modificación de juegos existentes, habilitando versiones personalizadas con contenido extremista. Algunos, incluso, han recreado virtualmente campos de exterminio como Auschwitz. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a permitir que llegue la banalización del horror?
El segundo nivel implica el uso de referencias estéticas de videojuegos para difundir ideologías de odio. Grupos terroristas yihadistas, por ejemplo, alteran imágenes de juegos populares como Grand Theft Auto o Call of Duty para insertar mensajes extremistas. ¿Una estrategia perversa para llegar a un público joven y vulnerable?
El tercer nivel, y el que produce los "mejores resultados", es la creación de grupos o comunidades virtuales en plataformas asociadas a juegos. Chats en línea se convierten en redes para crear comunidad, sentido de pertenencia y subcultura, amasando adeptos en todo el mundo. ¿El ciberespacio como herramienta para la globalización del odio?
Según Wells, el proceso de radicalización comienza con el jugador y su reclutador interactuando mientras juegan juntos en línea. "Tras fortalecer la relación, el reclutador invita al jugador a unirse a su comunidad fuera del juego, a menudo en una plataforma relacionada con el mundo gamer", explica el investigador. ¿Una amistad virtual que termina en un abismo ideológico?
Sin embargo, Saltman introduce un matiz importante: "Ser jugador no te hace estadísticamente más propenso a la radicalización". Los reclutadores buscan perfiles específicos: usuarios que muestran actitudes de odio mientras juegan o que ya usan símbolos extremistas en sus perfiles. "A menudo los jóvenes no terminan dentro de estas redes de captación por factores de vulnerabilidad, como depresión o pobreza, sino por la búsqueda de amistades, metas o sentido de pertenencia", aclara Saltman. ¿Una necesidad humana que se convierte en una trampa mortal?
Si bien el estereotipo es el del joven blanco, Allchorn advierte que también hay adultos mayores de 30 años entre las víctimas, e incluso "presentan un riesgo mayor porque están más decididos a la violencia". ¿Una advertencia sobre la radicalización en todas las edades?
La moderación, moderada: ¿qué hacen las plataformas?
Llegados a este punto, la pregunta que surge inevitablemente es: ¿qué hacen las corporaciones tecnológicas ante esta situación? La respuesta es, cuanto menos, difusa. Saltman reconoce que "detectar estos contenidos proactivamente es difícil en entornos 3D". Los algoritmos de reconocimiento de logos o palabras, útiles en redes sociales, se ven superados por símbolos deformados o lenguaje codificado en los juegos. "¿No hay una solución definitiva, pero sí maneras de impedir que estos grupos propaguen libremente sus ideologías, sobre todo donde hay jóvenes vulnerables", dice la experta. ¿Estamos ante un desafío tecnológico que requiere soluciones innovadoras?
Wells se muestra escéptico sobre la posibilidad de una moderación perfecta en las plataformas. El lenguaje y los códigos utilizados en los videojuegos son difíciles de interpretar por una inteligencia artificial. Un mensaje agresivo en un chat de un juego de combate puede ser una simple estrategia dentro de la partida, o una incitación a la violencia real. ¿Cómo diferenciar la ficción del horror?
Los grupos extremistas parecen estar siempre a la vanguardia tecnológica, migrando a plataformas nuevas cuando son bloqueados en las antiguas. Sin embargo, los expertos coinciden en que vale la pena perseguirlos. Solo así existe una oportunidad de dar la pelea en los círculos más tóxicos del infierno que puede ser internet. ¿Una batalla sin cuartel en un territorio virtual donde se juega el futuro de nuestra sociedad?