Visión artificial: ¿Quién nos observa realmente?

Redacción Cuyo News
5 min
Cortito y conciso:

Un estudio publicado en Nature revela que la visión artificial (VA), rama de la inteligencia artificial, se centra mayoritariamente en los humanos: identificar sus partes, acciones y entornos. Analizando miles de papers y patentes desde 1990, la investigación destaca el aumento de tecnologías de vigilancia masiva y automatizada, impulsado por avances técnicos, falta de crítica social, intereses de organismos poderosos y hasta un «pensamiento mágico» en torno a la tecnología. Estados Unidos lidera la investigación en VA, seguido por China. Expertos advierten sobre la deshumanización en el lenguaje técnico y la influencia de grandes corporaciones e instituciones en el diseño y uso de sistemas de IA.

La visión artificial, ¿un ojo que todo lo ve o una herramienta para el control?

La última jugada de Sinner contra Alcaraz, ese offside que siempre le cobran al delantero del Barcelona, o la postura perfecta para evitar lesiones como la de Carolina Marín. Detrás de todo esto, señoras y señores, está la visión artificial (VA), esa rama de la inteligencia artificial (IA) que ya no solo identifica a tus amigos en las fotos o maneja autos autónomos, sino que, según un estudio de la prestigiosa revista Nature, tiene un nuevo objeto de deseo: nosotros, los humanos.

Un grupo de investigadoras de universidades de Estados Unidos y Europa se puso a hurgar en miles de papers y patentes desde 1990, cuando la VA era casi ciencia ficción. ¿El resultado? Un 90% de los artículos y un 86% de las patentes extraían datos relacionados con seres humanos. ¡Casi nada! La mayoría se enfocaba en obtener información del cuerpo humano, especialmente el rostro. ¿Será que nos están mirando más de lo que creemos?

El auge de la vigilancia automatizada

Si miramos la línea de tiempo, la cosa se pone más interesante. En los ’90, la investigación en VA era modesta, pero dos décadas después, la producción de papers y patentes se triplicó, y el 78% se centraba en datos humanos. Combinando el aumento de la investigación y el enfoque en los humanos, ¡la ciencia de la vigilancia VA se quintuplicó! ¿Casualidad o causalidad?

"Es difícil establecer una causa clara", reconoce Abeba Birhane, investigadora del Trinity College de Dublín y autora principal del estudio. Pero apunta a varios factores: avances técnicos, falta de crítica social, estructuras que premian la vigilancia y hasta un "pensamiento mágico" que ve en la tecnología la solución a todos los problemas. Y, claro, el interés y la financiación de organismos poderosos que se benefician de la vigilancia. ¿Quiénes serán esos, eh?

¿Quién está detrás del ojo que todo lo ve?

Otro dato que llama la atención es la concentración de la investigación en VA. Estados Unidos lidera la tabla, produciendo más investigación que todos los demás países juntos. China le sigue de cerca, muy por delante del Reino Unido. No es ninguna sorpresa, son las dos superpotencias tecnológicas. Pero también influye el carácter autoritario del régimen chino y la conexión entre la industria militar y de defensa estadounidense con la ciencia más puntera.

El lenguaje de la deshumanización

Jathan Sadowski, investigador de la Universidad Monash (Australia), destaca un detalle inquietante: la evolución del lenguaje en los papers y patentes. Cada vez se usan palabras más neutras o se eliminan referencias explícitas a los humanos, que son reemplazados por términos como "objetos". ¿Será una simple abreviatura de ingeniería? Sadowski no lo cree: "Estas tecnologías se crean en un panorama político y económico en el que los intereses de grandes corporaciones e instituciones militares y policiales tienen una enorme influencia en el diseño y el uso de los sistemas de IA".

¿Estamos ante una nueva era de vigilancia masiva y automatizada? La pregunta queda abierta. Lo que sí es seguro es que la visión artificial, esa herramienta que prometía facilitarnos la vida, también puede convertirse en un arma de doble filo. Y ahí es donde tenemos que estar más despiertos que nunca.

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