Un estudio revela que los mensajes de odio en X (antes Twitter) aumentaron un 50% desde la adquisición de Elon Musk. Pese a las promesas de Musk de combatir el discurso de odio y los bots, la realidad muestra un panorama preocupante. Además, un nuevo estudio revela cómo la exposición al discurso de odio en redes sociales influye negativamente en la opinión de las personas sobre las minorías, incluso sin que sean conscientes de ello. ¿Hay esperanza? Sí, el contradiscurso empático podría ser la clave para revertir esta tendencia.
La grieta digital: ¿Twitter (ahora X) se convirtió en la cloaca de internet bajo el mandato de Musk?
Un reciente estudio arroja números que invitan a la reflexión (y quizás a cerrar la cuenta): desde que Elon Musk tomó las riendas de Twitter, renombrada como X, los mensajes de odio se dispararon un 50%. Sí, leyó bien, medio centenar por ciento más de veneno circulando por la red social del pajarito que, al parecer, mutó en buitre.
¿Qué pasó acá? ¿Será que la promesa de «libertad de expresión» se tradujo en barra libre para trolls y odiadores seriales? Los investigadores de la Universidad de California en Berkeley y Los Angeles, junto con la Universidad del Sur de California, no se animan a afirmar categóricamente la causa, pero los datos son elocuentes: el odio creció mucho más que la actividad general en la plataforma.
Mientras tanto, Elon Musk, en diciembre de 2022, declaraba que «las impresiones de discurso de odio (es decir, las veces que se ve un tuit) siguen disminuyendo, a pesar del significativo crecimiento de usuarios». ¿Realidad paralela o simple negación? Usted dirá.
## ¿Bots o no bots? Esa es la cuestión
Otro de los puntos flojos de la gestión Musk es la promesa incumplida de erradicar los bots. Lejos de desaparecer, la actividad de cuentas falsas «potencialmente ha crecido», según el estudio. La eliminación de estos ejércitos virtuales era una de las banderas del magnate, pero parece que la batalla contra la inteligencia artificial (o la falta de ella) la está perdiendo por goleada.
«Aunque las tendencias que reportamos sobre X son preocupantes, las plataformas no tienen por qué tener niveles tan altos de discurso de odio o actividad falsa», señala Dan Hickey, profesor de la Universidad de California en Berkeley. «Son siempre las plataformas las que deciden qué tipo de contenido es aceptable y cómo diseñan sus algoritmos de recomendación. Tienen la oportunidad de mejorar el entorno informativo promoviendo contenido que fomente la cooperación en lugar de la división». Palabras sabias. ¿Las escucharán en Silicon Valley?
## El veneno invisible: cómo el odio en redes te cambia la cabeza sin que te des cuenta
Pero la cosa no termina ahí. Un estudio reciente revela algo aún más inquietante: la exposición continua al discurso de odio en redes sociales afecta nuestra percepción de las minorías, incluso sin que seamos plenamente conscientes de ello. O sea, el «miente que algo queda» aplicado a la era digital.
«Es un resultado extremadamente interesante porque muestra que no hay nada significativo, el contenido mismo no provoca reacción», explica Pablo Madriaza, profesor chileno-canadiense de la Universidad de Quebec. «Está como banalizado, normalizado» y cuanto más hay, menos sensibilidad a su presencia.
Pero ojo, que la indiferencia no significa inmunidad. El estudio demuestra que la opinión personal sobre la minoría insultada empeora. «Ese discurso produce cambios en las personas que están expuestas sin que el contenido en sí mismo provoque una reacción evidente», dice Madriaza. «Las personas cambian la actitud hacia las minorías sin que consideren que el contenido mismo es necesariamente negativo».
¿Entonces estamos condenados a convertirnos en odiadores seriales por osmosis? No todo está perdido.
## La vacuna contra el odio: el poder del contradiscurso
Así como el odio se propaga, la empatía también puede. El estudio de Madriaza revela que el llamado contradiscurso, los mensajes que apelan a la solidaridad y la comprensión, tienen un efecto positivo en la percepción de las minorías.
«En un experimento donde se mostraba un mensaje como ‘no te das cuenta del dolor que estás causando’, apelando a la empatía de las personas, disminuía el número de tuits insultantes, lo que mostraría eventualmente que hay un efecto de moderación», dice Madriaza. «Esto quiere decir que lo que favorece el discurso del odio, también funciona para el otro lado. No es unidireccional. Esa sería la esperanza, mientras esto sea conducido sobre todo no por gobiernos, sino por personas».
En definitiva, la batalla por la salud mental en la era digital está lejos de estar ganada. Pero la ciencia nos da herramientas para defendernos. Ahora, la pregunta es: ¿estamos dispuestos a usarlas? Los hechos demuestran que como sociedad debemos despertar y dejar de normalizar estos discursos.