Boca perdió 1 a 0 contra Alianza Lima en Perú por la fase 2 de la Copa Libertadores. El equipo xeneize jugó mal, sin actitud y con miedo. Gago está en la cuerda floja.
¿Un Boca miedoso o una cama para Gago? La derrota con Alianza Lima deja más dudas que certezas
A Boca se le apagó la luz en Lima. Un equipo sin alma, sin reacción, a la deriva como un barrilete cósmico en la estratósfera. Los jugadores, algunos, parecían estar paseando por el malecón en lugar de disputar un partido de Copa. La falta de actitud fue tan evidente que hasta Gago, con la vehemencia de un Caruso Lombardi en sus épocas de gloria, le gritó a Zeballos «A ver si empezás a correr porque te saco a la mierda». Y lo dijo sin filtro, a los cuatro vientos, como para que hasta el último hincha en la tribuna (y los que miraban por TV con el volumen al mínimo) se enterara del descontento. Si no fuera porque Gago recién empieza su ciclo y el plantel está repleto de caras nuevas (y millones invertidos), uno pensaría que hay olor a cama. Pero no, muchachos, para eso hacen falta líderes con peso, no papel pintado. Los que de verdad tienen voz de mando, estaban en Buenos Aires, lesionados, cual Román en un clásico de verano.
Un vestuario sin sangre: ¿quién tira la primera piedra?
Después de semejante papelón, uno esperaría una batalla campal en el vestuario, tipo la del Cilindro entre Insúa y Romero, pero con estos pibes ni a palos. ¿Quién se anima a tirar la primera piedra? ¿Saracchi, el capitán improvisado? ¿Merentiel, que salió en el entretiempo por jugar mal y casi dejar al equipo con 10 por una infantil expulsión? ¿Marchesín, con esa cara de buen tipo que no rompe ni un plato? Faltan jugadores con la personalidad de un Rojo, que la pudra bien, un Advíncula que vaya al frente como un tren sin frenos (y a veces choque), un Benedetto que le deje la cara como un mapa a algún Zambrano desprevenido. Si hubiera habido trompadas, al menos podríamos decir «hay vida, che, hay reacción». Pero ni eso.
El miedo se apoderó del Xeneize: ¿Gago en la cuerda floja?
Lo de Boca en Perú fue para el olvido. Un partido para que el hincha cambie de canal, se ponga a mirar MasterChef o se vaya a dormir directamente. No es una cama, muchachos, es miedo. Están cagados hasta las patas, les pesa la camiseta como si fuera de plomo. Velasco, por ejemplo, parece el primo lejano del jugador por el que pagaron una fortuna. Barinaga le pone ganas, sí, pero a veces el corazón no alcanza. Alarcón es fresco, pero le falta experiencia, el Chango Zeballos parece que todavía está soñando con la siesta santiagueña, Rey es un pibe que todavía no está para estos trotes y los demás… bueno, digamos que algunos están más para el torneo senior que para la Copa. Parecen cansados, sin nafta, pero es el miedo, el pánico escénico. O eso queremos creer, porque la otra opción es que no entiendan lo que se están jugando, y no queremos pensar que son tan… digamos… despistados.
En el segundo tiempo, con el 0-1, uno firmaba el empate. Estábamos más cerca del 0-3 que del 1-1. Gago, iluso él, metió cambios ofensivos, y si no nos comimos una goleada fue gracias a Marchesín, que sacó todo lo que le tiraron (menos el gol, claro, en esa se quedó a mitad de camino). Después, el DT siguió con los cambios ofensivos, tipo poner a Janson, un jugador que parece estar más retirado que Palermo. Exasperante. El banco no ofrece soluciones, y eso que gastaron millones en refuerzos. ¿Será que se equivocaron con los nombres? ¿O será que estos jugadores no pueden contra un lateral con rueditas? (sí, otro gol por la banda, ya es un clásico).
El compacto de Alianza Lima 1-0 Boca, por la Copa Libertadores
La semana de la verdad: ¿se juega la cabeza Gago?
La semana que viene, en la Bombonera, se define todo. ¿Pasa Boca o se va Gago? Si el Xeneize no clasifica a la siguiente fase (que esto ni siquiera es la Libertadores en serio, digamos todo), se queda afuera de toda competencia internacional. Un fracaso monumental, tipo el de la selección en el Mundial de Corea-Japón. Y el que paga los platos rotos, como siempre, es el DT, aunque la culpa sea compartida. Hay jugadores que no dan la talla (porque son malos o porque no entienden el juego, elijan la opción que más les guste), y arriba también hay responsables. Alguien fue a buscar a Gago, ¿no? Si Riquelme lo eligió sabiendo lo que hacía, entonces no entiende nada de Boca (cosa rara en él). Si lo trajo para que sea un escudo y desvíe la atención, también se equivocó. Gago nunca fue un ídolo de multitudes, su carrera como técnico no justificaba semejante apuesta. No tiene espalda para bancarse este quilombo. Y acá estamos, a 90 minutos de una posible salida. En Racing le criticaban que siempre decía que el equipo «estaba para competir» (no para ganar). Este Boca de Gago es tan feo, tan flojo, tan predecible que ni siquiera compite. Hasta Banfield o este Alianza Lima desahuciado lo ponen contra las cuerdas.
Un detalle no menor: Alianza Lima debió haberse quedado con 10 a los pocos segundos por un planchazo criminal a Blondel (el mismo jugador que después merecía otra amarilla). No pasó, no sabemos qué hubiera sucedido con un hombre de más. Pero 11 contra 11, Boca fue un desastre. Empiecen a correr, muchachos, a dirigir, a ganar, porque si no, como diría Mostaza Merlo ,»los van a rajar a todos a la mierda».