Le dieron una lavada de cara a Sarmiento: tras un intenso trabajo de restauración, la estatua del prócer vuelve al Museo Casa Natal como nueva. ¿Será que ahora lo dejan leer tranquilo?
Después de tres semanas de chapuzón y lija, la estatua de Domingo Faustino Sarmiento vuelve a brillar. La obra, que estaba más golpeada que el dólar blue, fue sometida a una restauración a fondo que le devolvió el 100% de su estructura. El próximo 27 de febrero, el «Padre del Aula» regresará al Museo Casa Natal, esperemos que esta vez sin que le pinten bigotes ni lo usen de perchero.
La estatua llegó al taller del Ferrourbanístico, dependiente del Ministerio de Turismo, Cultura y Deporte, con el 70% de su cuerpo hecho percha. El paso del tiempo, las inclemencias del clima y, por qué no decirlo, algún que otro vándalo con ganas de joder, la habían dejado para el arrastre. Los brazos, la cabeza y hasta el libro que sostenía el prócer estaban en un estado calamitoso. ¿Acaso Sarmiento se metió con la barra brava de algún club?
La restauración incluyó no solo reparaciones estructurales, sino también una mano de pintura con acrílicos y lacas especiales, dignas de un auto de colección. Además, le aplicaron una capa protectora anti-vándalos para que la próxima vez que a algún iluminado se le ocurra hacerle una «obra de arte» encima, rebote como pelota de goma. Digamos que le pusieron un escudo anti-grafitti nivel Fort Knox.
Uno de los puntos fuertes de esta intervención fue el respeto por el trabajo original de Juan Carlos Martínez, el primer restaurador de la obra creada por Fernando Roberto Pugliese. Hasta le taparon los ojos a la estatua para no arruinar la pintura original. Un detalle fino, che. También hicieron una réplica exacta del libro que Sarmiento sostiene en sus manos. El original, más deteriorado que la ruta 40, fue guardado bajo siete llaves.
El dream team restaurador estuvo compuesto por los muchachos de la Dirección de Infraestructura Cultural del Ministerio: Darío Arce, Sergio Aballay, Leandro Varela, Marcos Bruna, Gerardo Tejada y Abel Martínez. Un aplauso para ellos, que lograron que Sarmiento vuelva a lucir como en sus mejores épocas.
La vuelta de la estatua al Museo Casa Natal es más que la recuperación de un pedazo de bronce. Es un símbolo de la cultura sanjuanina y un recordatorio del legado de uno de los próceres más importantes de nuestra historia. Ahora solo queda esperar que la gente la cuide y no la vuelva a dejar hecha un desastre. ¿Será mucho pedir? Habrá que ver si la ciudadanía está a la altura de las circunstancias. Total, como decía mi abuela: «pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla»… o a restaurar estatuas cada dos por tres.