Riquelme, ¿ídolo o verdugo? La encrucijada de Boca con Gago

Redacción Cuyo News
4 min
Cortito y conciso:

El autor opina que Riquelme prioriza su imagen por sobre el bien de Boca al mantener a Gago como DT, a pesar de los malos resultados y la falta de liderazgo. Se cuestiona la capacidad de Gago y se lo señala como un «chaleco antibalas» para Riquelme ante el descontento de la hinchada.

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Si Román quisiera a Boca como dice, tendría que haberle dado el raje a Gago hace rato. O por lo menos, pedirle la renuncia, una cuestión de elegancia, bah. Y ya que está, tomar otras decisiones que ayuden a enderezar este barco que se hunde más rápido que el Titanic con la orquesta tocando «La Cumparsita». Pero Román, como buen enganche, la pisa y amaga: piensa en él primero. No en Boca, ni en Gago, ni en el pobre Palermo que debe estar revolcándose en su palco. Piensa en salvar su imagen, su bronce intocable, como si fuera la Copa del 2000.

Gago, ¿un DT a la deriva?

No hay justificativo futbolístico para que Gago siga al mando. El equipo no gana ni a las bolitas, juega peor que el Barcelona de Batista, y él no tiene más ascendencia sobre el grupo que yo sobre el precio del dólar. Los jugadores no confían en él, no se la juegan por un ciclo quemado que parece dirigido por Mostaza Merlo después de un asado con Bilardo. No hay futuro, no hay revancha, no hay ni para el café. Gago no impuso su estilo, no hay una idea de juego más clara que el agua del Riachuelo, no mejoró a nadie, destrozó lo que funcionaba e hizo que Weigandt parezca un defensor del ascenso. Ni hablar de la cagoneada de Marchesín en los penales, donde Gago tuvo menos reacción que Chilavert en un partido benéfico. Se le fue el partido de las manos como a Caruso Lombardi un plato de ravioles.

¿Un escudo para Román?

La única razón por la que Gago sigue en la Bombonera es para que le atajen los tomatazos a Riquelme. La gente está harta, cansada del humo, de la soberbia y la manipulación digna de David Copperfield. Los hinchas de Boca no putean ídolos, pero el silencio en la cancha es más pesado que una derrota con River en el Monumental. Riquelme le tiene miedo a la gente, a que le canten «que se vayan todos» como si fuera la hinchada de Independiente en el descenso. Si Román no echa a los inútiles que lo rodean (y se incluye), no solo está hundiendo a Boca, sino que se está cavando su propia fosa. Está demostrando que, así como fue un jugador enorme, como dirigente es más chico que el banco de suplentes de Argentinos Juniors.

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