River perdió la Supercopa Internacional ante un Talleres que venía de capa caída. La derrota deja a Gallardo en la cuerda floja, cuestionado por los refuerzos y el armado del plantel. ¿Se le terminó el crédito al Muñeco?
¿Se le escapó la tortuga al Muñeco? River, en crisis tras perder la Supercopa Internacional
La caída de River ante Talleres en Paraguay por la Supercopa Internacional pegó más fuerte que piña de Tyson en el mentón. Y no es para menos, porque el Millonario, con un plantel valuado en una fortuna que haría temblar al mismísimo Fort Knox, perdió contra un equipo que venía más golpeado que el dólar blue.
La derrota no solo significó perder un título, sino que dejó al descubierto las falencias de un equipo que parece una Ferrari sin nafta. Ocho meses pasaron desde la llegada de refuerzos que costaron más que un palco en el Bernabéu, pero el equipo sigue sin encontrar su identidad. Salvo Armani y Montiel, el resto parece jugar con ojotas y mate en mano.
Gallardo, ¿en la cornisa?
El Muñeco, que hasta ahora había caminado sobre el agua como si fuera primo de Jesús, empieza a sentir el calor del público. Los murmullos en el Monumental se hacen cada vez más fuertes y la paciencia de la hinchada, más fina que papel de fumar. «Cualquier otro entrenador estaría afuera», sentencian los hinchas, recordando épocas oscuras donde los técnicos duraban menos que un suspiro.
Y es que la apuesta de Gallardo por jugadores experimentados, con más millas que un Boeing 747, parece haberle salido el tiro por la culata. «No se puede jugar al fútbol con heladera llena», reza la sabiduría popular futbolera, y en River parece que la heladera no solo está llena, sino que también tiene freezer y fábrica de hielo propia. El equipo se mueve con la agilidad de un camión con acoplado y la frescura de un yogur vencido.
Gallardo explicó por qué no fue a buscar la medalla tras la derrota de River
El futuro del Muñeco, ¿más incierto que el final de Lost?
La pregunta que se hacen todos en Núñez es: ¿podrá Gallardo revertir esta situación o su ciclo está llegando a su fin? ¿Tendrá la varita mágica para transformar este plantel en un equipo campeón o se quedará con las manos vacías como el Chavo del 8 en Navidad?
El Muñeco, acostumbrado a los flashes y a los aplausos, deberá lidiar ahora con la presión de la crítica y la impaciencia de una hinchada que exige resultados. ¿Será capaz de reinventarse o se convertirá en un recuerdo glorioso del pasado, como el VHS o el discman? El tiempo, como siempre, dirá. Pero una cosa es segura: el domingo, contra Atlético Tucumán, el Monumental será una caldera.
