Boca goleó a Central Córdoba y parece que Gago, después de renegar más que Mostaza Merlo en un picado de barrio, por fin encontró el equipo. ¿Será que el Vasco Herrera es el nuevo Riquelme que necesitaban? Mientras tanto, en Santiago del Estero sacaron el trapo de la Libertadores para recordarle al Xeneize su fracaso.
¿Se acabó la época de los inventos en Boca?
Parece que alguien le sopló al oído a Gago la frase de Carlos Bianchi: "Sólo los imbéciles no cambian". Y, como el que se quema con leche ve una vaca y llora, el técnico Xeneize parece haber aprendido la lección después del papelón copero. Boca jugó un partidazo, simple, efectivo, como en la época dorada del Virrey. 80 minutos de control total, un equipo sólido y, la frutilla del postre, un Ander Herrera que manejó la batuta como si fuera el mismísimo Iniesta. ¿Highlights? El pase a Giménez para el 1-0 que fue un poema y la asistencia quirúrgica para el gol de Zenón. Ojalá se contagien los demás…
Un triunfo que alivia, pero… ¿alcanza?
Si bien es cierto que ganar siempre cura las heridas, tampoco nos engañemos: era Central Córdoba, che. Es como ganarle a Deportivo Mandiyú en el PES, te infla el ego pero no te asegura nada. Sin embargo, no hay que desmerecer: hasta Alianza Lima, que no es ni la sombra del Santos de Pelé, nos dejó afuera de la Copa. Ojo, el trapo de la Libertadores que mostraron los santiagueños fue un golpe bajo que ni la patada de Materazzi a Zidane. Un recordatorio del fracaso que todavía duele.
El ‘paso a paso’ de Fernando Gago en Boca post Libertadores: «Trabajo y victorias»
Gago: ¿el aprendiz que por fin entendió la lección?
El técnico parece haber tomado nota de algunas cosas: que Boca es un club grande con historia y no un equipo de barrio para andar probando jugadores en cualquier posición, que la columna vertebral es sagrada, que si Blanco y Zenón la rompen juntos no hay que separarlos (a menos que haya una oferta millonaria de Europa, claro), que cada jugador debe rendir en su puesto natural y no improvisar como si fuera un partido de Showbol. Y la frutilla del postre: un buen equipo potencia a los jugadores y viceversa. O sea, lo que cualquier DT con un mínimo de experiencia sabe.
Las certezas que (por ahora) no se discuten
Hay cosas que saltan a la vista: Marchesín es un arquero que te salva las papas más de una vez por partido (salvo contra Patronato, obvio), Di Lollo parece haberle ganado la pulseada al Chelo Weigandt en el lateral derecho, Herrera juega como los dioses y hace que hasta el mismísimo Juan Román Riquelme se emocione, Zenón se sacó la mufa de encima y vuela por la banda como si fuera el hijo no reconocido de Caniggia y Cavani, a pesar de su entrega a lo Palermo, hoy por hoy es suplente de lujo.
Cinco triunfos al hilo, peleando arriba en la tabla… ¿Se viene el renacer bostero? Habrá que ver si esta levantada no es un espejismo como el oasis en el desierto. Lo que está claro es que el dolor por la Libertadores sigue ahí, como una herida abierta que no cierra. La única cura: ganar, ganar y ganar. Como decía Mostaza, "paso a paso…".