River empató con Sarmiento y dejó más dudas que certezas. ¿Demichelis se hará cargo alguna vez o seguirá con la excusa de los suplentes? Mientras tanto, Boca, jugando horrible, le ganó a Barracas Central, demostrando que a veces la camiseta pesa más que el buen juego.
¿La camiseta no pesa lo mismo para todos? Boca y River, dos caras de la misma moneda
Este fin de semana el fútbol argentino nos regaló dos partidos que, si bien no fueron un ballet, dejaron tela para cortar. Boca, con un juego más áspero que cancha de paddle en el conurbano, le ganó a Barracas Central. Se podría decir que el Xeneize jugó al estilo Mostaza Merlo: «con los tapones de punta». A pesar del baile que le pegó el Guapo, al final, como dice el dicho, «la historia no se mancha», y Boca se llevó los tres puntos.
Demichelis y el eterno dilema de los suplentes
Por otro lado, River visitó Junín para enfrentar a Sarmiento. Y acá la historia fue diferente. El Millonario, con una formación alternativa que incluía a algunos nombres importantes como Pezzella, campeón del mundo (casi nada), y Castaño, la compra millonaria que todavía no termina de explotar, no pudo pasar del empate. Y para colmo, terminó dependiendo de las atajadas milagrosas de Armani, que se atajó todo, menos el bondi para volver a casa. ¿Les suena a la época de Ramón Díaz y el famoso “equipo ideal”? La pregunta que surge es: ¿hasta cuándo Demichelis seguirá echándole la culpa a la rotación? Jugó Pezzella, el campeón del mundo… jugó Castaño… ¡Castaño señores!
¡La tremenda atajada de Armani ante Magnín para salvar a River!
¿Torneo largo o torneo corto? La eterna discusión del fútbol argentino
Muchos dicen que el campeonato argentino, con sus 30 equipos, es un torneo largo y aburrido, que se pierde calidad. Pero, seamos sinceros, si tuviéramos un torneo de 20 equipos, como en la época dorada del fútbol, River, con este octavo puesto, estaría más afuera que el Pity Martínez en un entrenamiento del Manchester City. La realidad es que con este nivel no pelearía por nada. Pero claro, es más fácil echarle la culpa al formato del torneo que hacer una autocrítica, ¿no?
