Racing, bajo la dirección de Gustavo Costas, casi que no empata: de 73 partidos, solo 9 terminaron en pardas. Un estilo de juego que lo lleva a ganar o perder, como si fuera un Boca de Bianchi versión siglo XXI, pero con menos títulos.
Racing: ¿El nuevo «Ganar o morir» pero sin Bianchi ni Palermo?
La Academia de Avellaneda, con Gusti Costas al mando, parece haber adoptado una filosofía futbolística digna de un torneo de Mortal Kombat: ganar o morir. Tras la derrota ante Atlético Bucaramanga por Copa Libertadores, un dato curioso salió a la luz, cual topo que se asoma tímidamente después de una lluvia torrencial: el equipo prácticamente no empata.

Costas, en una conferencia previa, ya había dejado entrever su mentalidad: «cuando no se puede ganar, al menos hay que sumar un punto». Sin embargo, parece que para la Academia el punto es como ese primo lejano al que saludás en los casamientos: existe, pero casi ni lo registrás. Desde su llegada en 2024, de 73 partidos dirigidos, solo 9 terminaron en empate. Una estadística que hace pensar que en Avellaneda los árbitros se olvidaron de cómo usar el silbato para el final del partido si el marcador no está desnivelado.
Costas: ¿el heredero de Bianchi pero sin el cigarrillo ni las copas?
Con 41 victorias y 23 derrotas, la efectividad de Costas ronda el 60%. Este año, la tendencia se acentúa: 9 triunfos, 7 derrotas y un solo empate, el clásico ante Independiente que terminó como un partido de metegol entre dos borrachos: mucha intensidad, poco juego y un resultado que nadie recuerda bien.
El gol de Martirena ante Independiente: el único empate del año para Racing
¿Será que Costas busca emular la época dorada de Bianchi en Boca, pero con un toque menos de humo y más de mate? Lo cierto es que, con este estilo, Racing se asemeja más a un equipo de básquet de la NBA en la era de los triples: o la metés de afuera o te quedás con las ganas.
El juego de Racing: ¿a lo Güemes o a lo Bilardo?
En copas internacionales, la tendencia se mantiene. En la Sudamericana 2024, Racing arrasó en la fase de grupos sin empates, como si fuera un Messi jugando en Play Station contra un equipo de juveniles. El único empate fue ante Corinthians en semifinales, un oasis en el desierto de victorias y derrotas. En los torneos locales, los empates son un poco más frecuentes, pero siguen siendo la excepción, no la regla.

Habrá que ver si esta estrategia de «a todo o nada» le da resultado a Racing a largo plazo. ¿Será un camino a la gloria o una montaña rusa de emociones que terminará en un loop infinito de frustraciones? Solo el tiempo lo dirá. Lo que sí es seguro es que, con Costas en el banco, los hinchas de Racing no se van a aburrir… ni a empatar mucho.