Ohio, Estados Unidos, fue escenario de un nacimiento que marca un antes y un después en la historia de la reproducción asistida. Thaddeus Daniel Pierce nació el 26 de julio de 2025, tras permanecer criopreservado desde su concepción en 1994. Su caso no solo emociona a su familia, sino que reaviva debates científicos y éticos en todo el mundo.
Un bebé concebido en 1994
La historia de Thaddeus comenzó hace más de 30 años, cuando Linda Archerd y su entonces esposo realizaron un tratamiento de fecundación in vitro (FIV) que resultó en cuatro embriones. Uno fue transferido y dio lugar al nacimiento de su hija, hoy de 30 años. Los tres restantes fueron congelados, permaneciendo en ese estado durante décadas.
Tras su divorcio y años de pagar el almacenamiento, Archerd decidió donar esos embriones mediante un programa de «adopción». Fue así como llegaron a manos de Lindsey y Tim Pierce, una pareja de Ohio que llevaba años intentando formar una familia. De los embriones donados, solo uno sobrevivió el proceso de descongelación, convirtiéndose en el que dio vida a Thaddeus.
El récord de la criopreservación
Este nacimiento rompe un nuevo récord, superando los casos de los gemelos nacidos en 2022 de embriones congelados durante 30 años y el de Molly Gibson en 2020, cuyo embrión estuvo almacenado por 27 años. La técnica detrás de este logro se basa en la criopreservación, un proceso que detiene la actividad biológica sumergiendo los embriones en nitrógeno líquido a -196°C.
El Dr. John David Gordon, especialista en fertilidad, explicó que «una vez congelado, un embrión puede permanecer viable teóricamente por siglos, siempre que se mantenga en condiciones adecuadas». El secreto está en la calidad inicial del embrión y en el manejo preciso durante la congelación y descongelación.
Debates éticos y emocionales
El caso de Thaddeus no solo es un hito científico: también abre un abanico de preguntas éticas y emocionales. Para los padres receptores, representa la posibilidad de experimentar un embarazo propio; para los donantes, un acto de desprendimiento cargado de sentimientos encontrados. Archerd describió a sus embriones como «mis tres pequeñas esperanzas», y expresó alivio al saber que uno de ellos ahora vive en Thaddeus.
En Estados Unidos existen millones de embriones congelados, y su destino es objeto de debate: algunos abogan por su uso en investigación, otros por su eventual descarte, y ciertos grupos promueven su «adopción» como alternativa para darles una oportunidad de vida.
Un nuevo paradigma familiar
Thaddeus tiene una hermana biológica de 30 años y una sobrina que nació antes que él, una configuración que redefine los vínculos familiares tradicionales. «No buscábamos romper récords, solo queríamos tener un bebé», dijo Lindsey Pierce emocionada. Para ella y su esposo, la llegada de Thaddeus no solo cumplió un sueño largamente esperado, sino que también los colocó en el centro de una conversación global sobre los límites de la reproducción asistida.
Este nacimiento demuestra que, gracias a la ciencia, el tiempo puede literalmente ponerse en pausa. La historia de Thaddeus Daniel Pierce no solo celebra la unión de dos familias y el avance de la medicina, sino que también invita a reflexionar sobre el futuro de la humanidad en una era donde la biología y la tecnología siguen estrechando sus lazos.