Una enfermera del hospital Marcial Quiroga fue detenida este miércoles en el departamento Rivadavia, tras ser señalada como presunta autora de falsificación de documentos privados. La investigación, dirigida por la UFI Genérica, incluyó allanamientos en su domicilio y en su lugar de trabajo.
Allanamientos y secuestro de elementos
La detenida, identificada como Ana Riveros, fue arrestada en su vivienda del barrio Natania XV. Según fuentes cercanas al caso, durante el operativo se incautaron dos teléfonos celulares, varias recetas médicas y un sello que habría sido utilizado en la emisión de los certificados apócrifos.
Posteriormente, se autorizó un allanamiento en el hospital Marcial Quiroga, donde Riveros se desempeñaba como enfermera. Allí, los investigadores secuestraron un cuaderno de registro de novedades y recetas, documentación que será peritada para establecer si tiene relación con la causa.
Certificados «truchos»
La hipótesis que maneja la fiscalía es que la enfermera habría extendido certificados falsos, utilizando recetarios y sellos presuntamente pertenecientes a médicos del hospital. Por este motivo, fue imputada por el presunto delito de falsificación de documento privado.
La investigación continúa y se espera que en los próximos días se definan nuevas medidas judiciales en torno al caso.
Una enfermera del hospital Marcial Quiroga fue detenida en Rivadavia, acusada de falsificar certificados médicos. Durante los allanamientos en su domicilio y en el hospital, se secuestraron celulares, recetas y un sello que habrían sido utilizados para emitir documentación apócrifa. La investigación está en manos de la UFI Genérica.
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Zappo te lo cuenta
Dicen que la pluma es más poderosa que la espada, pero en este caso, el sello también pedía pista. En el hospital Marcial Quiroga, donde se espera que se curen dolencias y no se fabriquen dramas judiciales, una enfermera habría decidido probar suerte en la industria del papel trucho. Sí, como si los certificados médicos se imprimieran con la misma liviandad con la que se reparten volantes de pizzería.
La protagonista de esta historia es Ana Riveros, quien al parecer confundió el arte de la enfermería con una pasantía en falsificación express. La brigada cayó en su casa de Rivadavia, y entre tazas de té y recetas médicas, encontraron dos celulares con más secretos que grupo de WhatsApp de padres, recetas que no curan ni una contractura y un sello que podría contar más anécdotas que un médico jubilado.
Pero eso no fue todo. El fiscal, que claramente no se tomó el día, también mandó a allanar el hospital. Allí descubrieron un cuaderno de novedades que no tenía precisamente chismes de pasillo, sino más papelerío cuestionable que archivo de oficina pública.
La investigación recién empieza, pero ya hay material como para una miniserie: enfermera, barrio tranquilo, certificados sospechosos y un sello que no para de trabajar. En esta novela, el único que no parece tener descanso es el fiscal.
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