Guerra de barras en Independiente: Escubilla encara a Nadalich

Redacción Cuyo News
7 min
Cortito y conciso:

La interna en la barra de Independiente escaló a un nuevo nivel de surrealismo. David Escubilla, líder de la facción disidente, fue a buscar a Mario Nadalich, capo de la barra oficial, en plena sede del club. La escena incluyó escupitajos, acusaciones de «transa» y una filmación mutua que terminó en redes sociales, dejando en evidencia la falta de control y la inacción dirigencial.

La novela de la barra brava de Independiente sumó un capítulo digno de un guion de Netflix, pero con el preocupante componente de ser la vida real. David Escubilla, caudillo de la disidencia, decidió ir a buscar a Mario Nadalich, mandamás de la barra oficial, a la sede del club, ubicada en plena Avellaneda. Todo esto, en una suerte de «duelo» a lo viejo oeste, pero en el hall de un club de fútbol. La situación, más allá de lo bizarra, nos muestra el poder que siguen teniendo estos personajes en el fútbol argentino y la evidente “vista gorda” de algunos.

Los protagonistas, como era de esperarse, son pesos pesados de la hinchada roja. Por un lado, Nadalich, líder de «Los Dueños de Avellaneda», la facción que controla la popular desde hace siete años, cuando echaron a Bebote Álvarez. Por el otro, Escubilla, un ex ladero de Bebote que, desde fines de 2023, viene juntando a los barras marginados de la zona sur, zona oeste y de otros barrios. Una especie de «Dream Team» de los desplazados. Fue el típico «cambio de mando» pero en «modo barra»: A pura piña y a puro «quilombo» con la gente de la «ofi».

Escubilla, sintiéndose fuerte y viendo que la hinchada no bancaba a la barra oficial, quiso dar el golpe de timón. Pero, según parece, la dirigencia de Grindetti y Ritondo le cerraron las puertas y le ratificaron el apoyo a Nadalich. A partir de allí, Escubilla fue a golpear la puerta de un viejo dirigente (con pasado turbio y nexos con Bebote) y ahí fue donde, según los rumores, salió la frase: “tus enemigos son mis enemigos”. Un guiño para empezar el descontrol total.

Así, Escubilla y su grupo (que incluye a barras concurrido como Jonathan Cardozo y los hermanos González) iniciaron su «campaña» de intimidación, con un episodio sangriento en una parrilla de Wilde, donde balearon a los de la oficial. Tremendo. Esto dejó más que claro que el club apoyaba a Nadalich, cuyo centro de operaciones es la Villa 21-24. La cosa se puso seria, con listas negras y alianzas entre la barra oficial, la dirigencia y la poli. Una alianza que, según parece, le dio la certeza a Escubilla que la única manera de «nivelar» era también que la barra oficial quedara fuera de juego. Así arrancó una serie de provocaciones que no le daban resultado. Una «guerra de guerrillas», como si jugaran al Call of Duty pero en Avellaneda.

El Desembarco en Uruguay y el Retorno a la Realidad

A principios de este año, para el amistoso contra Defensor Sporting en Montevideo, Escubilla consiguió apoyo de la barra de Nacional para intentar ganar la tribuna en Uruguay. Ahí fueron cerca de 60 barras de «La Gloriosa Banda de Independiente» (cómo se hacen llamar), mientras que la oficial llegó con una tropa de 250 personas. Pensaron que la «movida» era suficiente para que Nadalich no pudiera pisar más el «Libertadores de América». Pero no fue así: la dirigencia volvió a apoyarlos y en el debut contra Sarmiento, la barra oficial copó la tribuna y los jefes de la disidente no pudieron entrar, gracias al operativo policial que los esperaba en la zona del «Tanque».

Ante esto, Escubilla llegó a una única conclusión, y es que la única manera de hacer reaccionar a Nadalich era buscarlo en el club. La idea era provocar una reacción para que lo agredieran y así dejarlos afuera del estadio. Con información privilegiada, supo que la barra oficial pasaría por la sede para buscar los cupones de febrero. Y ahí fue cuando se dio la escena que se viralizó: Escubilla incitando a la pelea mano a mano a Nadalich, quien (por suerte para él) estaba acompañado. Una película de acción, pero grabada en un celular.

En el video se lo ve a Escubilla incitando a una pelea mano a mano, tratándolo de «transa» y escupiéndolo, intentando provocarlo. Un show de «barretas» digno del «Bailando». Nadalich, lejos de caer en la trampa, sacó su celular y grabó también. Y como si fuera poca la vergüenza, todo se subió a las redes y la dirigencia del club no llamó a la policía. Todo un símbolo de la complicidad y el descontrol que hay en el club. Un verdadero «sálvese quien pueda».

La única actuación de la policía fue labrar actuaciones de oficio contra la facción disidente por «averiguación de ilícito», una causa que no va a prosperar. En el mundo de la barra no se arreglan las cosas con abogados: se arreglan a los tiros. El domingo Independiente juega de local, y en este clima de guerra, la dirigencia del club debería dejar de «jugársela» y sacar a todas estas lacras de encima de una vez por todas.

¿Y ahora qué?

La pregunta es: ¿qué va a pasar ahora? La novela de la barra brava de Independiente tiene todos los ingredientes para un culebrón televisivo, pero el final de esta historia aún está lejos de escribirse. Lo cierto es que mañana juega Independiente y en el ambiente barra esto se resuelve de una sola manera: a los tiros. Y parece ser que la dirigencia del club sigue haciendo la vista gorda. En fin, un partido de fútbol o un campo de batalla… Ya no hay diferencia.

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