El consumo de pan cayó un 50% en los últimos 18 meses, en una de las caídas más dramáticas registradas por el sector panadero argentino. El dato no es menor: en muchos países, el consumo de pan se utiliza como un indicador directo del nivel de pobreza.
El panorama se agrava aún más si se analizan productos típicos de la mesa argentina como las facturas. La venta de medialunas y similares cayó un 85%. “Ya ni siquiera la docena del día anterior al 50% de descuento se vende”, explican desde el sector. “Hoy las panaderías producen por pedido, con dos o tres productos básicos, y las heladeras están apagadas porque lo que no se vende se tira”, describió un referente del rubro.
Producción a media máquina
Con más de tres décadas en el oficio, panaderos aseguran que hoy trabajan a la mitad de su capacidad. “Antes en el mostrador tenías una gran variedad: panes, facturas, sándwiches. Hoy la realidad es muy distinta. Trabajamos con lo justo y apagamos equipos para ahorrar energía y evitar pérdidas”, señaló.
La caída del consumo no sólo refleja el deterioro del poder adquisitivo, sino también la transformación del hábito de compra. Hoy, muchos clientes reducen al mínimo sus visitas y eligen lo estrictamente necesario.
Inflación y recesión, el combo que asfixia
La crisis del sector panadero se da en un contexto de inflación persistente, recesión profunda y una marcada contracción del consumo interno. Las panaderías, mayoritariamente pymes, enfrentan un escenario adverso en el que el costo de producción supera a menudo los niveles de venta.
“Estamos en un punto crítico. Las pymes como la nuestra, que emplean gente, sostienen barrios y pagan impuestos, no pueden sobrevivir en estas condiciones”, advirtió otro panadero consultado.
Mientras los precios continúan ajustándose y los salarios pierden poder de compra, el pan —símbolo de lo cotidiano— se convierte en un termómetro brutal de la crisis estructural que atraviesa el país.
El consumo de pan cayó un 50% en el último año y medio, reflejando el impacto de la crisis económica sobre uno de los alimentos más básicos de la mesa argentina. Las panaderías trabajan a media máquina, con producción mínima, heladeras apagadas y ventas que no alcanzan ni para cubrir costos. El desplome también afecta a productos emblemáticos como las facturas, cuyo consumo bajó un 85%.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
El consumo de pan cayó un 50% en los últimos 18 meses, en una de las caídas más dramáticas registradas por el sector panadero argentino. El dato no es menor: en muchos países, el consumo de pan se utiliza como un indicador directo del nivel de pobreza.
El panorama se agrava aún más si se analizan productos típicos de la mesa argentina como las facturas. La venta de medialunas y similares cayó un 85%. “Ya ni siquiera la docena del día anterior al 50% de descuento se vende”, explican desde el sector. “Hoy las panaderías producen por pedido, con dos o tres productos básicos, y las heladeras están apagadas porque lo que no se vende se tira”, describió un referente del rubro.
Producción a media máquina
Con más de tres décadas en el oficio, panaderos aseguran que hoy trabajan a la mitad de su capacidad. “Antes en el mostrador tenías una gran variedad: panes, facturas, sándwiches. Hoy la realidad es muy distinta. Trabajamos con lo justo y apagamos equipos para ahorrar energía y evitar pérdidas”, señaló.
La caída del consumo no sólo refleja el deterioro del poder adquisitivo, sino también la transformación del hábito de compra. Hoy, muchos clientes reducen al mínimo sus visitas y eligen lo estrictamente necesario.
Inflación y recesión, el combo que asfixia
La crisis del sector panadero se da en un contexto de inflación persistente, recesión profunda y una marcada contracción del consumo interno. Las panaderías, mayoritariamente pymes, enfrentan un escenario adverso en el que el costo de producción supera a menudo los niveles de venta.
“Estamos en un punto crítico. Las pymes como la nuestra, que emplean gente, sostienen barrios y pagan impuestos, no pueden sobrevivir en estas condiciones”, advirtió otro panadero consultado.
Mientras los precios continúan ajustándose y los salarios pierden poder de compra, el pan —símbolo de lo cotidiano— se convierte en un termómetro brutal de la crisis estructural que atraviesa el país.