Argentina da lección a Uruguay y acaricia el Mundial sin Messi

Redacción Cuyo News
4 min
Cortito y conciso:

Argentina le dio un baile a Uruguay en el Centenario, con un segundo tiempo memorable y un golazo de Thiago Almada. Scaloni le ganó el duelo táctico a Bielsa, incluso sin Messi ni Lautaro Martínez. El equipo demostró ser un campeón sólido, con un juego colectivo brillante y un futuro prometedor.

Argentina bailó en el Centenario y silenció a Bielsa

No fue una revancha, fue una reivindicación. Argentina, sin Messi ni Lautaro, le dio cátedra de fútbol a Uruguay en Montevideo. Scaloni, como un ajedrecista experimentado, desarmó la estrategia de Bielsa en su propio terreno. El primer tiempo fue un tanteo, un juego mental. El segundo, un festival de fútbol champagne, que dejó a los uruguayos pagando. Y ojo, esta Celeste no es la del ’50: tiene jugadores de talla mundial, compañeros de los nuestros en Europa. La diferencia la marcó el juego colectivo, la mística del campeón que trasciende a las individualidades.

Un mediocampo de lujo y un golazo para enmarcar

El complemento ideal para el asado del domingo fue el segundo tiempo de Argentina. Un concierto de fútbol total, con los seis mediocampistas moviéndose como si fueran uno solo. Parecía un 4-4-2, pero era un 4-6: todos atacaban, todos defendían, todos rotaban. ¿Vieron el gol de Thiago Almada? Una joya, un zurdazo al ángulo que ni el Dibu en sus mejores momentos hubiera sacado. Un gol que resume el partido: la Scaloneta jugando en la cara del rival, con un pibe surgido de Fuerte Apache, rescatado de la MLS por el cuerpo técnico, como si fuera un nuevo Batistuta. ¿Y qué decir del resto? Enzo Fernández manejando los hilos, Mac Allister y De Paul como laderos incansables, Paredes con la precisión de un reloj suizo… Un equipo que juega de memoria, con la solidaridad de un equipo de barrio pero la calidad de una orquesta filarmónica.

Contundencia albiceleste y un mensaje al mundo

El primer tiempo fue cerrado, táctico. Argentina controló el juego, pero sin demasiada profundidad. Uruguay, con más ganas que ideas, intentó llegar al arco de Dibu Martínez, pero se encontró con una muralla infranqueable. El cambio de De la Cruz por De Arrascaeta antes del entretiempo mostró la desesperación de Bielsa, como si fuera Mostaza Merlo buscando el gol agónico. Pero el segundo tiempo fue otra historia. Argentina salió con todo, como si se hubiera tomado un energizante triple. El golazo de Almada fue la frutilla del postre, el broche de oro para una actuación memorable. Un triunfo que nos deja con un pie y medio en el Mundial, aunque eso ya era una obviedad. Lo importante es la manera: jugando bien, dominando al rival y con un futuro que ilusiona. Tan bien jugó Argentina que por momentos nos olvidamos de Messi ¿se dan cuenta? Y eso no es poco decir. Scaloni está construyendo un equipo para el futuro, con jugadores de jerarquía y un hambre de gloria que contagia. Un equipo que, como diría el gran Eber Ludueña, «la tiene atada».

La palabra de Thiago Almada tras su golazo que le dio el triunfo a la Selección Argentina: «Agarré, le pegué y por suerte entró»

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