Banfield e Independiente empataron 0 a 0 en un partido más frío que cancha de sintético en invierno. El Rojo tuvo la más clara con un cabezazo de Giménez Rojas que Sanguinetti sacó como si fuera el último minuto del Mundial. Mucha amarilla, poco fútbol champagne y un resultado que deja a ambos con sabor a poco.
Banfield e Independiente aburrieron hasta a las palomas del Florencio Sola
En un partido digno de un domingo a la siesta post asado, Banfield e Independiente igualaron 0 a 0 en el Florencio Sola. El Taladro, con más urgencias que el Kun Agüero en un casino, buscaba salir del pozo, mientras que el Rojo, con la ilusión de treparse a la cima de la Zona B, pretendía dar el golpe. Pero el encuentro fue tan emocionante como ver crecer el pasto.
El primer tiempo fue un festival de tarjetas amarillas y poco juego asociado. Bisanz, Angulo, Valdez y Ríos vieron la cartulina por parte de un Silvio Trucco que pareció dirigir un partido de rugby. La más clara la tuvo Independiente a los 34 minutos con un cabezazo de Matías Giménez Rojas que atajó de manera espectacular Facundo Sanguinetti, una tapada que ni Goycochea en Italia 90.
El complemento: más de lo mismo pero con menos tarjetas
El segundo tiempo arrancó con la misma tónica: mucho roce, pocas ideas y menos situaciones de gol que pelos en la cabeza de Caruso Lombardi. Independiente tuvo un par de córners que terminaron en la nada misma, como los centros de Centurión en sus últimos años. Mancuello, con más ganas que fútbol, intentó generar peligro pero no encontró socios.
El resultado final, 0 a 0, refleja lo que fue el partido: un bodrio. Banfield sigue sin encontrar el rumbo y Independiente desperdició la chance de subirse a la punta. Un empate que deja a ambos masticando bronca y a los hinchas con la sensación de haber perdido 90 minutos de su vida. Parecía que ambos equipos habían salido a la cancha con la consigna de «aburrir o morir». Si esto fuera boxeo, hubieran descalificado a los dos por falta de golpes.