Boca, tras otra derrota, está en el ojo de la tormenta. Gago pende de un hilo, Cavani y Herrera son cuestionados duramente y la dirigencia parece no reaccionar. El Mundial de Clubes asoma como una posible catástrofe.
¿Se cae a pedazos el Mundo Boca?
Lo que está pasando en Boca es un drama griego, de esos que te hacen querer revolear el control remoto contra la pantalla. Todos los hinchas, alguna vez, soñamos con borrar todo y empezar de cero. Pero en Boca, el «borrón y cuenta nueva» ya se dio con el papelón de la Libertadores… y nadie movió un dedo. Quedamos afuera antes de jugarla, como si nos hubiesen eliminado por W.O usando la camiseta de Estudiantes del ’68.
Gago, ¿atado al banco con alambre?
¿Qué tiene que pasar para que rajen a Gago? ¿Necesitamos que el meteorito que Eber Ludueña predijo en el ’86 caiga en el medio de la Bombonera? ¿Tener que ver otro papelón contra River, o que nos saque un equipo del ascenso en los playoffs de este torneo que parece un picado de barrio? Riquelme, ¿no te da la nafta para aceptar que metiste la pata (otra vez) y cortar por lo sano? Es más digno reconocer el error que ver cómo el DT se prende fuego en la hoguera de su propia soberbia y nos termina quemando a todos. Porque acá los que ponemos la jeta somos los hinchas, los que terminamos siendo el hazmerreír de todos, el meme del momento. Y estamos hasta las manos de ver al equipo hacer papelones dignos de un blooper de TyC Sports. Mucho menos bancarnos otra conferencia de Gago diciendo «no me voy preocupado». ¿Contento, Pintita?
Después del baile contra Alianza Lima, sabíamos que Gago estaba caminando por la cornisa. Cualquier empate pedorro, cualquier derrota fea, lo iba a dejar tambaleando. Y acá estamos. Ni el más optimista cree que pueda remontar esto, ni el propio presidente lo banca. Mucho menos los jugadores, que le armaron un equipo a medida y él lo desarmó en Rosario con cambios a lo Caruso Lombardi, gastando todo en 15 minutos y casi regalando el partido si el Changuito no se bancaba la lesión. Terminamos jugando con un 4-2-4 que ni el Bambino Veira en sus épocas más alocadas se hubiese animado a poner. Tres centrodelanteros juntos, parecía que estábamos jugando al metegol.
El momento en el que Ander Herrera salió solo por lesión
Cavani, Herrera y el papelón del penal
Y qué decir del papelón del final, protestando por el tiempo adicionado cuando ni de penal la pudimos meter. Cavani, fallando en los momentos clave como contra Alianza Lima… ¿Se acuerdan de ese gol que erró sin arquero, casi abajo del arco? Un papelón que ni el propio Palermo se hubiese animado a hacer. Y ni hablar de Ander Herrera, tres desgarros en tres meses, más roto que el pasto de la Bombonera después de un recital. Pero lo peor no fue la lesión, sino irse caminando solo de la cancha y dejarnos con 10. ¿Se cree que es Maradona en el ’90? ¡Andate de Boca, fenómeno! Basta de estrellas retiradas, de glorias pasadas. Justo ahí, con 10, Cavani se inventó un penal y lo erró. Era el momento de la redención o el papelón definitivo. Perdimos. Ni Cavani, ni las otras estrellas que Román trajo a precio de oro, pudieron salvarnos.
Newell’s, un equipo que da lástima, nos ganó con la fórmula más vieja del fútbol: pelotazos para un grandote que cabecea hasta las pelotas que se van afuera. ¿Imaginense a Di Lollo marcando a Harry Kane en el Mundial de Clubes? Hay que rezar para no pasar vergüenza. Hay que esperar que Gago renuncie de una buena vez (hasta Fabbiani se le ríe en la cara) o que Riquelme se dé cuenta de la que se está mandando. La presidencia de Boca le queda grande. Y a nadie le sorprende.