Defensa y Justicia y Estudiantes empataron 0-0 en un partido flojo de papeles, con más córners que situaciones de gol. El Halcón dominó la pelota parada, pero no le alcanzó para romper el cero. Funes Mori vio la amarilla por una entrada que, como diría el Bambino Veira, «fue más fuerte que un café con aspirinas».
Aburrimiento en Florencio Varela: Defensa y Estudiantes no se sacaron ventajas
En un partido que tranquilamente podría haber sido dirigido por el mismísimo Cacho Castaña (por aquello de «Café la humedad»), Defensa y Justicia y Estudiantes empataron 0-0 en el Norberto Tomaghello por la novena fecha del Apertura 2025. El encuentro, para los amantes del buen fútbol, fue un verdadero trámite: más frío que pie de pingüino.
El Halcón dominó con la pelota parada, pero no pudo facturar
Los dirigidos por Pablo De Muner, como si fueran el mismísimo Barcelona de Guardiola (pero con menos Messi y más Togni), monopolizaron la pelota parada en el primer tiempo. Córners iban, córners venían, pero el arco defendido por Matías Mansilla parecía achicarse como la billetera a fin de mes. Aarón Molinas y Matías Miranda se cansaron de tirar centros, pero la defensa del Pincha, con la solidez de un hormigón armado versión Bilardo, despejó todo lo que llegó.
Funes Mori se llevó la única emoción del partido (y amarilla)
La única emoción del primer tiempo, más allá de algún que otro centro con suspenso (suspenso de película de terror clase B, claro), la protagonizó Ramiro Funes Mori. El defensor del Pincha se ganó una tarjeta amarilla por una entrada que Eber Ludueña definiría como «un planchazo con olor a roja, pero el árbitro se apiadó». El Mellizo, como si fuera el sucesor del Chapu Braña (pero en versión elegante), demostró que la pierna fuerte sigue vigente en el fútbol argentino.
El segundo tiempo fue un calco del primero: mucha lucha en el mediocampo, pocas llegadas y un bostezo generalizado en las tribunas. El partido terminó 0-0, un resultado que le sirve más al Pincha que al Halcón que, a juzgar por el juego, parece que necesita más que centros para convertir. Como diría el Turco García: “¡Esto es fútbol champagne…sin la champagne!”.