Borja, silbado por la hinchada de River, responde con goles y lidera un ranking de efectividad en el Monumental. A pesar de las críticas, el colombiano es el jugador que menos minutos necesita para convertir un gol entre los máximos artilleros del club.
Borja, el goleador silencioso que hace ruido en el Monumental
El otoño porteño, época de hojas secas y melancolía futbolera si los resultados no acompañan. Y para Miguel Borja, el panorama pintaba más gris que un Monumental vacío. Silbidos, murmullos y la sombra de la suplencia lo perseguían como un defensor central pegajoso. Parecía que el Colibrí había perdido el rumbo, que su vuelo se apagaba con la llegada del frío. Pero como dice el Bambino Veira «el fútbol es dinámica de lo impensado» y Borja, con la frente en alto y el arco entre ceja y ceja, respondió a las críticas con lo que mejor sabe hacer: goles.
El Colibrí pica de nuevo: efectividad a prueba de silbidos
Si bien es cierto que su titularidad estuvo en duda, que Gallardo –un técnico que no le tiembla el pulso ni para sentar al mismísimo Francescoli si es necesario– lo mandó al banco, Borja supo aprovechar su chance. Ante Barcelona, Driussi erró un penal que hubiera cambiado la historia, y la falta de gol ante Talleres encendió las alarmas en Núñez. Ahí apareció el colombiano, cual bombero apagando incendios con baldazos de goles, para meter un cabezazo salvador que selló el empate. Y con ese tanto, su cuarto en el año, Borja no solo calmó las aguas, sino que se metió de lleno en la historia grande del Millonario.
Con 39 goles en su haber, el nacido en Tierralta se convirtió en el jugador que menos minutos necesitó para alcanzar esa cifra en el Monumental. Una estadística que lo pone por encima de nombres que pesan como estatuas en el club: Cardetti, Francescoli, Ramón Díaz, Labruna… ¡Mamita querida! Un promedio de un gol cada 81 minutos, una marca que hasta el mismísimo Palermo envidiaría. Borja, el goleador silencioso que hace ruido a fuerza de goles, demostrando que en el fútbol, como en la vida, el que la sigue la consigue. Un ejemplo para todos esos pibes que sueñan con la gloria, una lección para aquellos que se olvidan rápido de lo que es un goleador de raza. Y como diría el Chavo Fucks: «No importa cuándo leas esto, Borja siempre será un crack».