Bochorno en Arroyito: un petardo casi le vuela la peluca a Copetti en el festejo del gol de Rosario Central. El partido se paró, el humo invadió la cancha y Rey Hilfer tuvo que poner paños fríos. ¿Se le fue la mano a la hinchada canalla?
Central le ganó a San Lorenzo, sí, pero la victoria quedó opacada por un papelón digno de un torneo de barrio. Resulta que Enzo Copetti, el Tanque de Arroyito, la mandó a guardar y en el festejo casi se come un petardo en la nuca. Parecía la Guerra de las Galaxias, pero en el Gigante.
Un festejo que terminó en susto
El gol de Copetti, un golazo por cierto, desató la locura en la popular canalla. Pero la alegría se transformó en preocupación cuando una bomba de estruendo cayó a centímetros de los jugadores. El humo invadió la cancha, los jugadores se agarraron la cabeza, y hasta el propio Copetti parecía haber visto un fantasma. ¿Qué pasaba por la cabeza del Tanque en ese momento? ¿Se acordaría del Bambino Veira tirando papelitos en la Bombonera?
Rey Hilfer, el bombero del partido
Con la cancha hecha un bochorno, el árbitro Rey Hilfer, con más experiencia que Eber Ludueña dirigiendo un clásico, tuvo que parar el partido. Minutos de incertidumbre, caras largas y un clima tenso. Parecía que el partido se iba a la B, pero finalmente Rey Hilfer, cual bombero apagando un incendio, logró calmar las aguas y el juego continuó. ¡Un maestro!
¿La fiesta o la seguridad?
La pregunta que queda dando vueltas es: ¿hasta dónde llega el folclore del fútbol? Si bien la pasión de la hinchada es fundamental, este tipo de acciones no solo ponen en riesgo la integridad de los jugadores, sino que también manchan el espectáculo. Como diría el Maestro Tabárez, «el fútbol es un deporte de equipo, no una guerra». Hay que alentar, sí, pero con responsabilidad. ¿O acaso queremos terminar jugando con cascos y escudos antidisturbios como si fuera una batalla campal al estilo Braveheart?