Lucas Gatti, hijo del Loco, conmovió a todos con sus declaraciones tras el fallecimiento de su padre. Reveló detalles de los últimos días del ídolo de Boca y cómo la muerte de su madre lo afectó profundamente. Un homenaje emotivo y sincero a una leyenda del fútbol argentino.
La noticia del fallecimiento de Hugo Orlando Gatti, el Loco, caló hondo en el mundo del fútbol. Desde el Hospital Pirovano, su hijo Lucas, con la voz entrecortada pero con la entereza de un tipo que sabe lo que es bancarse la parada, dio un testimonio que te erizaba la piel, como un tiro libre de Riquelme al ángulo.
El adiós a un grande
«Estuvimos 60 días con una preocupación grande. La peleó hasta último momento», arrancó Lucas, con una sinceridad que te llegaba al alma. Describió la lucha incansable del Loco contra la enfermedad, la entrega del personal médico del Pirovano –»del primero al último», remarcó– y la difícil decisión final: «no le quitamos el respirador, solo dijimos que no tenía sentido… para evitar sufrimiento». Una decisión digna de un campeón, priorizando la paz por sobre la agonía. Casi como un penal atajado en el último minuto, una decisión que define un partido, pero en este caso, el partido de la vida.
Lucas contó que la caída y la fractura de cadera fueron solo el puntapié inicial. El verdadero golpe, el que lo dejó tambaleando como a un boxeador después de un cross a la mandíbula, fue la muerte de su madre ocho meses atrás: «La realidad es que mi padre se fue el día que murió mi madre… A partir de ahí no era Superman».
El Loco, un genio 24/7
Y ahí, en medio del dolor, Lucas sacó a relucir la grandeza del Loco, no solo como arquero, sino como persona. «Tuvimos la suerte de vivir con Superman muchos años… Solo le agradecemos a la vida que nos dio la posibilidad de tenerlo y vivir con un genio 24 horas al día». Palabras que pintan de cuerpo entero a un personaje único, un adelantado a su época, un tipo que cambió el puesto de arquero para siempre, como cuando Menotti revolucionó la selección.
«Él cambió el puesto de arquero, cambió todo… Era un genio, sin saber nada dijo todo», afirmó Lucas, con la admiración de un hincha ante su ídolo. Un tipo que anticipaba jugadas como si tuviera una bola de cristal, que olfateaba el peligro antes que nadie, que transmitía seguridad aún en los momentos más calientes. Un fuera de serie, como Maradona gambeteando ingleses.
El legado de un ídolo
Lucas también habló sobre la despedida –»Estamos con mi hermano… valorando un montón de cosas»– y dejó un mensaje que resonó fuerte, como un bombazo de Batistuta: «El mensaje más grande… es que nunca se preocupó por lo que no hay que decir, te decía lo que piensa, te guste o no». Una lección de autenticidad en tiempos de caretas y discursos armados. «Fue legítimo sin buscar serlo… En toda su vida defendió su verdad y eso no tiene precio”, cerró Lucas, con la convicción de quien sabe que está hablando de un tipo que dejó una huella imborrable, no solo en el fútbol, sino en la vida misma.