En una conferencia de prensa que marcó un giro inesperado, el director técnico de los Pumas de la UNAM, Efraín Juárez, denunció que su dirigido Álvaro Angulo fue víctima de amenazas de muerte horas antes del partido que disputaron contra el Inter Miami por la Leagues Cup, en el que el equipo mexicano cayó por 3-1.
“Lo quiero decir públicamente porque es algo que no es normal”, dijo Juárez visiblemente alterado. “Un jugador mío, Álvaro Angulo, recibió amenazas de muerte hoy en la mañana, a su correo electrónico y a su teléfono”.
Una denuncia que cruza fronteras
La gravedad de la situación aumentó cuando el entrenador vinculó las amenazas con la reciente salida de Angulo del club argentino Independiente de Avellaneda, ocurrida apenas unas semanas antes. “No sé de dónde, pero todo parece indicar que vienen de Argentina. Esos mensajes suenan a que fue Independiente”, sugirió el DT.
Álvaro Angulo, lateral izquierdo colombiano de 28 años, había fichado por Pumas el 15 de julio tras una abrupta salida de Independiente, marcada por una disputa pública y contractual con la dirigencia del club argentino. El jugador acusó al club de incumplimientos económicos y malos tratos, declaraciones que provocaron una fuerte reacción en Avellaneda.
Deudas, recibos y versiones opuestas
La tensión escaló días antes de la denuncia, cuando Angulo declaró a ESPN Colombia que el club le adeudaba primas pactadas y que se sintió “maltratado” por la dirigencia. “Ustedes son poco serios, así no me puedo quedar”, habría dicho en una reunión con el presidente del club, Néstor Grindetti.
Independiente respondió con un comunicado oficial el 3 de agosto, negando cualquier deuda con el jugador. Adjuntaron un recibo firmado por Angulo el 10 de julio que, según el club, certificaba el pago total de las obligaciones. Grindetti incluso declaró públicamente que fue el propio futbolista quien manifestó su deseo de marcharse, asegurando que “ya tenía todo arreglado con Pumas”.
El peso del silencio institucional
En este contexto, Pumas anunció una política de «cero tolerancia» y confirmó que inició una investigación interna para proteger a su jugador. Además, aseguraron estar brindando apoyo psicológico y asesoramiento legal a Angulo, quien igualmente disputó el encuentro ante Inter Miami.
“Imagínate despertarte con amenazas de muerte el día del partido”, expresó Juárez. “El jugador actuó con un profesionalismo admirable”.
Lo llamativo es el silencio de las instituciones del fútbol. Ni la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) ni la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) emitieron comunicados. Tampoco lo hicieron los sindicatos de futbolistas de ambos países.
Una amenaza que excede el deporte
La situación ha encendido las alarmas sobre la seguridad de los jugadores en medio de disputas contractuales. En un contexto donde las redes sociales permiten que el acoso traspase fronteras, el caso Angulo expone una vulnerabilidad profunda en los mecanismos de protección del deporte profesional.
De un problema contractual se pasó a un caso penal con implicancias internacionales. Las amenazas, aparentemente enviadas desde Argentina, abren interrogantes sobre la responsabilidad institucional frente a estos episodios y sobre qué herramientas existen —si es que existen— para proteger a los deportistas.
Un caso testigo en la era digital
El incidente no es solo un hecho aislado, sino también un síntoma de una era donde los conflictos deportivos y económicos se libran no solo en tribunales, sino en plataformas digitales donde el escrache y el odio son moneda corriente.
Álvaro Angulo dejó un club por un desacuerdo; semanas después, recibe amenazas de muerte. Ese salto, entre lo contractual y lo criminal, plantea un desafío urgente para las instituciones del fútbol. ¿Qué protocolos existen para estos casos? ¿Quién se hace responsable? ¿Dónde empieza y termina la protección a un futbolista?
Por ahora, el jugador sigue entrenando, Pumas investiga, y el resto del mundo mira en silencio. Pero la pelota ya no está en juego: ahora rueda en el terreno de la justicia y la seguridad internacional.
Resumen (No indexar)
Tras la derrota de Pumas ante Inter Miami, el DT Efraín Juárez denunció públicamente que el jugador Álvaro Angulo recibió amenazas de muerte. El hecho estaría vinculado a su salida conflictiva de Independiente de Avellaneda. Pumas inició una investigación, pero las federaciones aún no se pronunciaron.
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En una conferencia de prensa que marcó un giro inesperado, el director técnico de los Pumas de la UNAM, Efraín Juárez, denunció que su dirigido Álvaro Angulo fue víctima de amenazas de muerte horas antes del partido que disputaron contra el Inter Miami por la Leagues Cup, en el que el equipo mexicano cayó por 3-1.
“Lo quiero decir públicamente porque es algo que no es normal”, dijo Juárez visiblemente alterado. “Un jugador mío, Álvaro Angulo, recibió amenazas de muerte hoy en la mañana, a su correo electrónico y a su teléfono”.
Una denuncia que cruza fronteras
La gravedad de la situación aumentó cuando el entrenador vinculó las amenazas con la reciente salida de Angulo del club argentino Independiente de Avellaneda, ocurrida apenas unas semanas antes. “No sé de dónde, pero todo parece indicar que vienen de Argentina. Esos mensajes suenan a que fue Independiente”, sugirió el DT.
Álvaro Angulo, lateral izquierdo colombiano de 28 años, había fichado por Pumas el 15 de julio tras una abrupta salida de Independiente, marcada por una disputa pública y contractual con la dirigencia del club argentino. El jugador acusó al club de incumplimientos económicos y malos tratos, declaraciones que provocaron una fuerte reacción en Avellaneda.
Deudas, recibos y versiones opuestas
La tensión escaló días antes de la denuncia, cuando Angulo declaró a ESPN Colombia que el club le adeudaba primas pactadas y que se sintió “maltratado” por la dirigencia. “Ustedes son poco serios, así no me puedo quedar”, habría dicho en una reunión con el presidente del club, Néstor Grindetti.
Independiente respondió con un comunicado oficial el 3 de agosto, negando cualquier deuda con el jugador. Adjuntaron un recibo firmado por Angulo el 10 de julio que, según el club, certificaba el pago total de las obligaciones. Grindetti incluso declaró públicamente que fue el propio futbolista quien manifestó su deseo de marcharse, asegurando que “ya tenía todo arreglado con Pumas”.
El peso del silencio institucional
En este contexto, Pumas anunció una política de «cero tolerancia» y confirmó que inició una investigación interna para proteger a su jugador. Además, aseguraron estar brindando apoyo psicológico y asesoramiento legal a Angulo, quien igualmente disputó el encuentro ante Inter Miami.
“Imagínate despertarte con amenazas de muerte el día del partido”, expresó Juárez. “El jugador actuó con un profesionalismo admirable”.
Lo llamativo es el silencio de las instituciones del fútbol. Ni la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) ni la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) emitieron comunicados. Tampoco lo hicieron los sindicatos de futbolistas de ambos países.
Una amenaza que excede el deporte
La situación ha encendido las alarmas sobre la seguridad de los jugadores en medio de disputas contractuales. En un contexto donde las redes sociales permiten que el acoso traspase fronteras, el caso Angulo expone una vulnerabilidad profunda en los mecanismos de protección del deporte profesional.
De un problema contractual se pasó a un caso penal con implicancias internacionales. Las amenazas, aparentemente enviadas desde Argentina, abren interrogantes sobre la responsabilidad institucional frente a estos episodios y sobre qué herramientas existen —si es que existen— para proteger a los deportistas.
Un caso testigo en la era digital
El incidente no es solo un hecho aislado, sino también un síntoma de una era donde los conflictos deportivos y económicos se libran no solo en tribunales, sino en plataformas digitales donde el escrache y el odio son moneda corriente.
Álvaro Angulo dejó un club por un desacuerdo; semanas después, recibe amenazas de muerte. Ese salto, entre lo contractual y lo criminal, plantea un desafío urgente para las instituciones del fútbol. ¿Qué protocolos existen para estos casos? ¿Quién se hace responsable? ¿Dónde empieza y termina la protección a un futbolista?
Por ahora, el jugador sigue entrenando, Pumas investiga, y el resto del mundo mira en silencio. Pero la pelota ya no está en juego: ahora rueda en el terreno de la justicia y la seguridad internacional.