El Muñeco Gallardo, con la cabeza fría como Fillol en un penal, baja a Santiago Lencina a la Reserva para que sume minutos y no pierda ritmo. El pibe, que ya debutó en Primera, la tiene difícil con la vuelta de Mastantuono, Rojas y la presencia de Lanzini. Gallardo, un maestro en el manejo de los juveniles, prioriza el rodaje del pibe por sobre la ansiedad de la tribuna.
El Muñeco Gallardo y la gestión de los pibes: Lencina a la Reserva
Si hay algo que el Muñeco Gallardo sabe hacer, además de ganar Libertadores como si fueran figuritas, es manejar a los pibes. No se deja llevar por el clamor popular, ni por cantos de sirena, Gallardo labura con la frialdad de un ajedrecista. En River, los pibes son parte del ADN, pero el Muñeco, como buen estratega, sabe que cada pibe es un mundo y que hay que llevarlos de a poco, como decía Mostaza Merlo «paso a paso».
Lencina suma minutos en la Reserva
Santiago Lencina, una de las joyitas de la cantera millonaria, no entrenó con la Primera este miércoles. ¿El motivo? Gallardo lo mandó a jugar de titular en la Reserva contra Unión. El pibe, que ya tuvo minutos en Primera contra Lanús y estuvo en el banco contra Godoy Cruz y San Martín de San Juan, necesita rodaje.
Gallardo, el DT que no se casa con nadie
«La decisión de Gallardo no significa que Lencina se quede en la Reserva para siempre», podría decir cualquier relator con voz de gol. El Muñeco sabe que con la vuelta de Franco Mastantuono, Matías Rojas y la presencia estelar de Manuel Lanzini, el pibe va a tener menos chances de jugar en Primera. Por eso, lo manda a la Reserva a que sume minutos y no pierda ritmo, como si fuera un Fórmula 1 en boxes esperando su momento. Total, Gallardo es como Bilardo: tiene todo calculado.
Esta decisión del Muñeco demuestra una vez más su maestría en el manejo de los juveniles. No se apura, no se desespera. Sabe que cada jugador tiene su tiempo y que lo importante es que lleguen bien formados a la Primera. Lencina, por su parte, tendrá la oportunidad de demostrar en la Reserva que está listo para dar el salto. Y si no, a seguir laburando, que el fútbol es como la vida: hay que meterle pata y corazón.