Huracán le ganó a Racing de visitante con un gol polémico de Ramírez, validado por el VAR tras una revisión milimétrica. La jugada generó debate sobre la precisión del sistema y si Colombo realmente habilitaba al delantero del Globo.
¿Fue offside o no fue offside? Ramírez y la polémica en Avellaneda
El Globo se llevó tres puntos de oro del Cilindro con un gol que dejó a más de uno con la boca abierta, y no precisamente por su belleza. Iván Ramírez madrugó a la defensa académica y puso el 1-0 para el Huracán de Parque Patricios a los 24 minutos del primer tiempo, tras una peinada de Alanís que dejó pagando a más de uno, incluido al Flaco Conti. Pero la cosa no quedó ahí, porque la jugada fue tan fina, tan al límite, que el VAR tuvo que meter la cuchara, cual Bochini habilitando a Bertoni en el ’78.
Después de una revisión que pareció durar más que un partido de truco con Eber Ludueña, el árbitro convalidó el tanto. Según el ojo de halcón, el hombro derecho de Colombo –sí, el hombro, como si fuera el mismísimo Maradona gambeteando con la mano– habilitaba por milímetros al pie izquierdo de Ramírez. Un offside a lo Palermo en el 2000, digamos, que nos dejó a todos con la duda de si el VAR es la solución o si simplemente nos hace perder más tiempo y pelo.
El VAR: ¿Justicia divina o un laberinto sin salida?
La tecnología en el fútbol siempre es motivo de debate, y esta no fue la excepción. ¿Estuvo bien cobrado el gol? Algunos dirán que sí, que el VAR hizo justicia y que el fútbol moderno necesita de estas herramientas para evitar injusticias. Otros, en cambio, se agarrarán la cabeza al estilo Mostaza Merlo y dirán que el fútbol se está desvirtuando, que se pierde la esencia del juego y que antes, con los árbitros a la antigua, todo era más simple, más romántico, «más… Bertoni».
Lo cierto es que la jugada dejó tela para cortar, y seguro seguirá dando que hablar en los programas deportivos y en las mesas de café. Porque en el fútbol argentino, como en la vida misma, lo importante no es solo ganar, sino también discutir, opinar, y por qué no, quejarnos un poco. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve ser hincha si no podemos sufrir, gritar y debatir hasta el cansancio? «Que la sigan chupando», diría el Bambino Veira.