Lanús, con más dudas que certezas, se prepara para el clásico del Sur contra Banfield. El Grana llega con un andar irregular en el torneo local y una enfermería llena, pero con la esperanza de que el clásico sea el punto de inflexión. En la Sudamericana, el panorama es un poco más alentador.
Se viene el clásico del Sur, bosteros: Lanús y Banfield, frente a frente. Y como diría el Bambino Veira, «esto es un clásico, papá, acá no importa cómo llegues». Pero seamos sinceros, el Granate llega más desorientado que Eber Ludueña en un picado de barrio.
Un Grana con la pólvora mojada
Si bien marcha sexto en el torneo con 16 puntos, el equipo de Kudelka no encuentra el rumbo. Tres victorias, siete empates (¡siete!), y tres derrotas pintan un panorama más gris que la camiseta alternativa de Chacarita. ¿Será que nos falta un Mostaza Merlo para poner orden en este quilombo?
Ganarle a Sarmiento, Talleres e Instituto no te convierte en el Barcelona de Guardiola, muchachos. Y las caídas contra Riestra, Central y River… bueno, digamos que dejaron un sabor más amargo que mate cocido.
El clásico, entonces, se presenta como una oportunidad de oro para enderezar el barco. Es como patear un penal en el último minuto: o te convertís en héroe o te mandás a la B.
Bajas que preocupan, pero… ¿volvemos a ver al Laucha?
Para colmo de males, la enfermería Granate parece un hospital de campaña. Walter Bou, afuera por un esguince de tobillo. Alexis Canelo, otro que se suma a la lista de lesionados. Y como si fuera poco, Gonzalo Pérez también quedó out con un esguince de tobillo grado dos. ¡Paren un poco, che, que nos quedamos sin jugadores!
La buena, para no ser tan negativos como el Bambino Pons relatando un gol de Boca, es que quizás tengamos el regreso de Felipe Peña Biafore y Ramiro Carrera. Y agárrense, porque el Laucha Acosta también podría estar presente. ¡El Diego Armando Maradona de Arias y Guidi! Ojalá lo veamos gambeteando rivales como en sus mejores épocas.
La Sudamericana, un oasis en el desierto
En la Copa Sudamericana, las cosas no son tan dramáticas. El empate agónico contra Puerto Cabello, después de ir perdiendo 2-0 y con un hombre menos, demostró que este equipo tiene huevos. Y la goleada 3-0 a Melgar nos dio un respiro. No jugamos como el Real Madrid, pero vamos sumando y seguimos con chances.