Felipe Loyola, lateral de Independiente, tuvo un partido con altibajos. Si bien mostró entrega en la marca, le faltó precisión en la distribución y potencia en el remate, dejando a la hinchada con sabor a poco. ¿Será que el esquema táctico lo limitó o simplemente no fue su noche?
## Loyola: Entre la entrega y la deuda futbolística
Felipe Loyola, el lateral de Independiente, dejó una actuación que generó debate entre los hinchas. En un partido donde el «Rojo» no logró imponer su juego, Loyola se vio obligado a priorizar la marca y el repliegue, relegando su habitual despliegue ofensivo.
El periodista deportivo, Juan Pérez, analizó su desempeño para *Deportes al Día*: «Le quedó una clara, pero a su remate de derecha le faltó potencia. Sin su habitual precisión en la distribución de la pelota y con menos peso en la gestación del habitual porque el equipo no tuvo la posesión y debió estar muy atento al retroceso.»
### ¿Un Eber Ludueña moderno?
Es innegable que Loyola demostró entrega y sacrificio, cualidades que se valoran en un jugador de Independiente. Sin embargo, su falta de precisión en los pases y la escasa potencia en su remate recordaron a aquellos defensores aguerridos, pero limitados en la técnica, como el gran Eber Ludueña. (Con el debido respeto, claro está).
### La táctica vs. el talento individual
¿Fue la estrategia planteada por el técnico lo que limitó el desempeño de Loyola? ¿O simplemente no fue su noche? Lo cierto es que el lateral no logró conectar con sus compañeros en la ofensiva y su aporte en la creación de juego fue prácticamente nulo.
La hinchada «roja» espera más de Loyola. Saben que tiene potencial, pero necesita mejorar su precisión y atreverse a más en el ataque. Como diría el «Mono» Burgos, «el fútbol es dinámica de lo impensado», así que habrá que esperar para ver si el lateral logra revertir esta imagen y convertirse en un jugador clave para Independiente.
Por ahora, la actuación de Loyola dejó más dudas que certezas. Habrá que ver si en los próximos partidos logra demostrar su valía y ganarse el cariño de la exigente afición del «Rojo». Al fin y al cabo, como dice el dicho, «la pelota no mancha», pero a veces, tampoco entra.