La transferencia de Rodrigo Villagra desde Talleres a River, que ya generó polémica por montos no del todo claros, vuelve a estar en el centro de la escena por una posible salida envuelta en misterio. La operación, que involucra una cláusula de rescisión de 10 millones de dólares, carece de un club destino para el jugador y levanta interrogantes sobre la legitimidad de la forma de pago usada por el grupo inversor, algo que preocupa a los dirigentes y al propio jugador.
Rodrigo Villagra, ese volante que llegó a River con más preguntas que respuestas, hoy se encuentra en el ojo del huracán. Su pase desde Talleres, que ya generó controversia por cifras que bailaron más que Maradona en el ’86, vuelve a estar en la mira. Algunos dirigentes del Millo se lamentan no haber sido transparentes con los socios sobre el verdadero costo de la operación que, para colmo, fue mucho menos de lo que se rumoreaba: alrededor de 7 millones de dólares y no los 12 o 10,7 que se instalaron en el imaginario popular. Ahora, su posible partida está rodeada de intrigas dignas de una novela de espías.
El tema es así, 96 horas después de que el grupo Foster Gillett, cual mago sacado de la galera, propusiera un negocio inesperado a través de sus representantes, no hay rastro de un club que quiera al volante de 23 años. ¡Y eso que estamos en el mercado de pases! Esta falta de claridad lo tiene al jugador más preocupado que hincha de Boca viendo un penal decisivo, y más teniendo en cuenta que ya no tiene chances de ir a otro equipo del futbol local.
Y como si fuera poco, la plata prometida no apareció, como esos refuerzos que te venden humo cada mercado y terminan llegando los que nadie esperaba. Para sumarle picante al asado, algunos se preguntan si la operación es legal, ya que la movida se planteó como un pago al contado por parte del jugador de una cláusula de rescisión de 10 palos verdes netos para el club. Esto porque es sabido que la FIFA no permite que grupos privados sean dueños de los derechos económicos de un jugador, esa potestad solo es para los clubes. Y estos movimientos no hacen más que sembrar dudas, más que un arbitraje dudoso.
Una forma novedosa de negociar pases que genera dudas
Sin la guita en mano y sin un club que lo reciba –Eduardo Domínguez, técnico de Estudiantes, le bajó el pulgar a la chance de que Villagra juegue en el Pincha, uno de los primeros apuntados–, la inquietud se apoderó del entorno de un jugador que llegó a River con la bendición de Gallardo y los consejos de Enzo Pérez. Ahora está en un limbo, más perdido que Eber Ludueña en un partido de la liga de estrellas. Y esto, aunque no sea común en River, es cada vez más frecuente en el fútbol argentino, con la aparición de este grupo financiero que tiene el visto bueno del gobierno de Javier Milei. Los pases de Cristian Medina a Estudiantes, y de Valentín Gómez al Udinese se hicieron con esta modalidad. Todo un aviso de cómo se viene el mercado.
Esta nueva forma de mover jugadores genera dudas. Los dirigentes, más cautos que un arquero en un penal, se preguntan qué pasaría si la FIFA decide investigar el origen de los fondos. En ese contexto, los problemas que puedan tener los jugadores con el fisco son un detalle menor, casi como un gol de córner en una final.
Villagra, que ya no entrena con el plantel de River, no es ajeno a este clima de tensión. Pasó de recibir el espaldarazo del Muñeco y compartir charlas con Enzo Pérez en la concentración a estar en una incertidumbre total, más incierto que el futuro del dólar. Y mientras tanto, todos nos preguntamos ¿Qué va a pasar con el futuro de este jugador? Esto es más misterioso que el porque el Kun Agüero se hace streams después de retirarse.
