Jakub Mensik, la joven promesa del tenis checo, confesó que no se lavó las manos después de saludar a Messi en el vestuario antes de su partido de semifinales del Masters 1000 de Miami. ¿Cábala, sugestión o pura coincidencia? Lo cierto es que el checo venció a Fritz y jugará la final contra Djokovic, que también se encontró con el astro argentino.
Mensik, Messi y una cábala que promete dar que hablar en la final de Miami
La final del Masters 1000 de Miami ya tiene a sus protagonistas: Novak Djokovic y el sorprendente Jakub Mensik. Ambos tenistas tuvieron la suerte de cruzarse con Lionel Messi, quien presenció las semifinales y, sin querer queriendo, se convirtió en el centro de una anécdota insólita.
Djokovic, con la humildad que lo caracteriza -bah, a veces-, reconoció el honor de tener a Messi en la tribuna. Un mimo al alma para Nole después de su victoria. Pero la verdadera bomba la soltó Mensik, el pibe checo que viene rompiéndola como Eber Ludueña en sus mejores épocas.
¿Mano de Dios o mano santa? La confesión de Mensik que revolucionó Miami
Mensik, después de dejar en el camino a Taylor Fritz en un partidazo digno de un Boca-River -tres sets y dos tie-breaks-, confesó su secreto mejor guardado: " Le di la mano a Messi en el vestuario y no me lavé las manos antes de entrar a la cancha. Probablemente esa fue la clave para mí hoy". Sí, leyeron bien. El checo, con una sonrisa pícara como la del Bambino Veira, atribuyó su triunfo a la "energía messiánica" que quedó impregnada en su mano derecha.
Para colmo, el pibe de 19 años redobló la apuesta en redes sociales: “ Me encontré a una cabra en mi vestuario. Encantado de conocerte, leyenda ”, escribió junto a una foto con el 10. Claramente, Mensik se subió al tren del "GOAT" sin escalas, como si fuera un hincha subiéndose al bondi para ir a la cancha.
Mensik derrotó a Fritz y se medirá con Djokovic en la final, pero tras el partido tuvo una sorprendente revelación por su encuentro con Messi
¿Podrá la magia de Messi contra la experiencia de Djokovic?
Ahora, la gran pregunta es: ¿alcanzará la cábala de Mensik para vencer a un Djokovic que, más allá del encuentro con Messi, tiene la experiencia de un zorro como Bilardo? La final promete ser un choque de estilos y generaciones. Y, por supuesto, un debate interminable sobre la influencia de Messi en el resultado. ¿Mufa o bendición? El domingo tendremos la respuesta.