Brasil metió siete cambios contra Colombia y desató la polémica, pero todo fue legal por una regla poco conocida sobre los golpes en la cabeza. Como Davinson Sánchez y Alisson chocaron y salieron lesionados, ambos equipos pudieron hacer dos cambios extra.
El partido entre Brasil y Colombia por Eliminatorias dejó un tendal de goles y también una buena dosis de polémica. La Verdeamarela terminó haciendo ¡siete cambios!, algo que descolocó a propios y extraños. Pero antes de que salten los barrabravas del reglamento, aclaremos que todo fue dentro de las normas, aunque con una regla que parece sacada de la galera del Mago sin Dientes.
¿Brasil usó la cabeza (de los jugadores) para ganar?
La cuestión es así: Gerson salió lesionado en el primer tiempo, cambio normal. Pero después vino el choque de cabezas entre Davinson Sánchez y Alisson, que quedaron más mareados que un boxeador después de 12 rounds con Mike Tyson. Ahí entró en juego el famoso artículo 96 de la Conmebol, el que nadie lee pero que a veces te salva las papas (o el partido).
Resulta que por cada jugador que sale por posible conmoción cerebral, ambos equipos pueden hacer un cambio extra. «Si el equipo decide llevar a cabo la sustitución por conmoción cerebral, se informará al árbitro principal o al cuarto árbitro», dice el reglamento. O sea, dos jugadores con la cabeza rota igual a dos cambios extra por equipo. Un golazo para los técnicos, una pesadilla para los que llevan la cuenta en la tribuna.
Brasil aprovechó y metió cuatro cambios de una: Bento por Alisson (el arquero noqueado), André por Guimarães, Savio por Rodrygo y Wesley por Vanderson. Colombia, más conservadora, solo cambió a Sánchez por Cuesta. Ahí ya iban seis cambios para el local.
La frutilla del postre (o el séptimo cambio, para ser precisos) fue cuando Dorival, en tiempo de descuento y con el partido 2-0, sacó a Vinicius Jr. para meter a Léo Ortiz. Ahí se armó el tole tole.
El reglamento: más confuso que el VAR
El artículo 96 de Conmebol es clarito como el agua turbia del Riachuelo. Habla de «sustitución ante sospecha de traumatismo craneoencefálico y conmoción cerebral». Básicamente, si un jugador ve estrellitas, se puede cambiar aunque ya se hayan hecho las cinco modificaciones reglamentarias. El equipo contrario también gana un cambio extra, como para compensar el mareo general. Y por supuesto, el jugador que sale no puede volver a entrar ni participar en penales. «El jugador que sufra una conmoción cerebral (…) no podrá reincorporare al partido», indica la norma. Lógico, ¿no? No queremos un segundo caso Ruggeri en el Mundial ’90.
El durísimo choque entre Davinson Sánchez y Alisson Becker en Brasil vs. Colombia
¿Ventaja o necesidad? El debate está abierto
La pregunta del millón es: ¿esta regla es justa o le da una ventaja injusta a los equipos? ¿Es como el famoso «siga siga» de Grondona o una medida necesaria para proteger la salud de los jugadores? El debate queda abierto para los hinchas, los periodistas y los que comentan en redes sociales (que, seamos sinceros, son los que más saben). Lo que está claro es que este partido entre Brasil y Colombia dejó más tela para cortar que un traje de Mostaza Merlo.