River, con más dudas que certezas, empató sin goles contra Universitario en Lima en su debut en la Copa Libertadores. El Monumental, escenario de la final perdida en 2019 contra Flamengo, vio a un Millonario con pocas ideas y un Colidio que tuvo la más clara. Gallardo, como buen estratega, ya piensa en la seguidilla de partidos que se le viene.
River arrancó la Copa con un empate a puro bostezo en Lima
El Millonario debutó en la Copa Libertadores con un empate 0-0 frente a Universitario en el Monumental de Lima, un estadio que a más de uno le trae pálidos recuerdos. ¿Les suena Flamengo 2019? Sí, el mismo. El equipo de Gallardo, que venía de un flojo empate ante Rosario Central -zafamos de milagro gracias al «Copetti» del propio Copetti-, mostró poco y nada.
Un primer tiempo para el olvido: Colidio, la única luz en la oscuridad
El inicio del partido fue más luchado que jugado, como un picado de barrio a las 3 de la tarde con 40 grados. River intentó dominar, sí, pero el dominio fue tan estéril como un delantero que juega de espaldas al arco. La más clara la tuvo Colidio a los 11 minutos con un zurdazo que Britos, el arquero local, mandó al córner con una estirada digna de Goycochea en Italia 90′. El resto del primer tiempo fue un festival de pases intrascendentes y pelotazos que terminaban en la tribuna.
Segundo tiempo: Más de lo mismo y a pensar en lo que viene
El complemento fue un calco del primero. River, con la obligación de ganar para arrancar con el pie derecho, no encontró los caminos. Universitario, bien plantado atrás y con la cancha achicada cual cancha de baby fútbol -movida estratégica que ya había generado polémica-, le complicó la vida al Millonario. Para colmo, el Muñeco tuvo que lidiar con las lesiones de Pérez Guedes y Di Benedetto, dos jugadores que venían en buen nivel. Casi como si fuera la maldición de los centrales de River, solo que del otro lado de la cordillera.
«Es un buen partido para nosotros, para que arranque la ilusión de la Libertadores», había dicho Gallardo en la previa. Ilusión hubo, pero el juego brilló por su ausencia. El Muñeco, que ya tiene en la cabeza la seguidilla de partidos que se le viene -siete en poco más de 20 días, incluyendo el Superclásico contra Boca-, sabe que hay mucho por mejorar. ¿Será que el equipo levanta o seguiremos viendo un River a la sombra del que supo ser? Amanecerá y veremos, como diría Mostaza Merlo.
