La enfermería de River está a full: tres refuerzos clave, pedidos por el propio Gallardo, se lesionaron en la Supercopa Internacional. ¿Es mufa, mala suerte o la exigencia del fútbol argentino les está pasando factura?
La maldición de los refuerzos: otra vez sopa para el Muñeco
La derrota por penales contra Talleres en la Supercopa Internacional no solo dejó un sabor amargo en la boca del hincha de River, sino que también trajo consigo una nueva preocupación: la fragilidad física de los refuerzos. Tres caras nuevas, y pedidas a gritos por Gallardo, terminaron en la enfermería tras el partido en Asunción. ¿Será que el Muñeco pidió jugadores de cristal o el fútbol argentino se convirtió en una trituradora de jugadores?
Driussi, Martínez Quarta y Rojas: el tridente de la desgracia
Sebastián Driussi, con un desgarro en el cuádriceps derecho, fue el primero en caer. El Gordo, acostumbrado al ritmo tranquilo de la MLS (¿Vieron a Messi caminando en la cancha?), parece que se olvidó lo que es jugar en serio. Como diría el Bambino Veira: “correr es de cobardes, pero él se pasó de vivo”. Lucas Martínez Quarta, con un desgarro en el isquiotibial izquierdo, lo siguió de cerca. El Chino, que venía con ritmo de la Fiorentina (¿O será que en Italia también se juega caminando?), se desgarró como si hubiera corrido una maratón. Al final, Matías Rojas, con una distensión de grado 1 en el isquiotibial derecho, completó la trilogía de la mala suerte. Jugó con fatiga muscular, erró un penal clave en la definición y encima se lesionó. Un combo completo para el olvido.
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¿Mufa o realidad? Un mal que se repite
Para colmo, estas lesiones se suman a la de Giuliano Galoppo, otro refuerzo que ya se perdió tres partidos por un desgarro. De los siete refuerzos que llegaron este año, solo Montiel, Enzo Pérez (que terminó varios partidos rengueando como si fuera el Beto Alonso en sus últimos años) y Tapia (que jugó menos que el hijo de Passarella en River) se salvaron de la maldición. Y si miramos un poco más atrás, en el mercado de pases anterior la historia se repite: Pezzella, Bustos, Meza y Acuña también sufrieron lesiones. ¿Casualidad? No lo creo. Pareciera que la camiseta de River pesa más que una mochila llena de ladrillos y que los refuerzos, en vez de venir a jugar, vienen a hacer rehabilitación. ¿Será hora de llamar al Chapulín Colorado o a algún curandero para cortar esta racha? La pregunta queda flotando en el aire, como la duda sobre si River podrá pelear el campeonato con un equipo lleno de lesionados.