Traverso, con la acidez de un buen fernet, analiza la derrota de Boca ante Alianza Lima. Destaca errores defensivos, falta de presión y un planteo táctico cuestionable de Gago. Confía en la remontada, pero exige cambios urgentes para evitar un papelón.
El ojo de Traverso: Boca y una actuación para el olvido en Lima
Boca, en Lima, jugó un partido que nos hizo acordar a esos picados de domingo donde el que corre de más termina acalambrado y el que sabe un poco la mueve despacito para no transpirar. Los que tenían que marcar miraban el partido como si estuvieran en la tribuna, y los que tenían que jugar parecían perdidos en un laberinto sin salida. El resultado, una derrota por la mínima, podría haber sido peor: un baile digno del campeón de la bailanta.
«Sabíamos que íbamos a sufrir las transiciones», dijo Gago después del partido. ¿Y para qué las sufrimos, Fernandito? ¿No era mejor evitar que nos bailaran como a un principiante en un concurso de tango? A los cinco minutos ya perdíamos 1 a 0, nos ahogaban como a Clemente en la final del 86. Barcos, con 40 pirulos, parecía el dueño de la mitad de la cancha; recibía, giraba, pedía mate y tiraba caños como si estuviera jugando contra los pibes del barrio. ¿Y nuestros muchachos? Mirando, esperando que alguien hiciera algo. Un desastre digno del descenso del Globo en el 2011.
Innovaciones tácticas que terminaron en un papelón
Y encima, para colmo, quisimos inventar. Blondel, lateral de toda la vida, terminó de tercer central, como si fuera Beckenbauer en sus mejores épocas. Los laterales, más arriba que Batistuta en un cabezazo, se ahogaban como perro en canoa. Y de profundidad, nada. Profundo no es estar en la casa del rival, es saber tocar y generar peligro. Acá parecía que el 5 jugaba al «quemado» y nadie quería agarrar la pelota.
Boca sin excusas: el análisis de Traverso tras la derrota vs. Alianza Lima
¿Amateurismo en la Bombonera?
Y después, para rematarla, los laterales no volvían ni con un GPS. ¿La primera función de un lateral? Marcar. Bianchi agarraba a Ibarra y le decía “hoy marcás al 7 y no pasás ni por casualidad”. Laburo terminado, eficacia asegurada. ¿Qué le pasa a Boca? Que nadie labura en lo suyo. Los que marcan, miran. Los que juegan, se esconden. Parecía que jugábamos con 10 y ellos con 12. Y de hablar, ni hablar. Si uno se escapa, se corta la jugada como sea, a lo Ruggeri en el 86. Después veremos el tiro libre. Esto es la Libertadores, muchachos, no un amistoso de verano.
Martes de revancha: ¿Se despierta el gigante?
La cosa está fea, pero no hay que ser catastróficos como cuando el Rojo se fue a la B. Confío en que Boca lo da vuelta, pero hay que laburar. El martes no hay excusas; o se juega como si fuera la final del mundo o nos vamos a la B…de la Libertadores, claro. Si no hay cambios, podemos terminar como el Kun Agüero: retirados antes de tiempo.