Qué es la CPAC y por qué se volvió el escenario clave de la derecha global, con Milei como protagonista

Redacción Cuyo News
7 min

La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) comenzó como un evento anclado en Washington, pero su expansión internacional la ha transformado en un fenómeno político de alcance global. Desde 2019, Sudamérica se ha convertido en un escenario recurrente para este encuentro de figuras de la derecha, que combina militancia, espectáculo y estrategia electoral en un solo combo ideológico.

Fundada en 1974 por la Unión Conservadora Estadounidense (ACU), la CPAC fue durante décadas el lugar predilecto del conservadurismo republicano. Ronald Reagan la utilizó como trampolín en los ‘80, y más recientemente, Donald Trump la convirtió en su patio trasero. Sin embargo, fue en 2017 que la conferencia dio su primer salto fuera de EE.UU., con una edición en Japón que abrió las puertas a una etapa de internacionalización.

El desembarco sudamericano ocurrió en 2019, con la CPAC Brasil, apadrinada por el entonces presidente Jair Bolsonaro y su hijo Eduardo, quien rápidamente se transformó en figura central de la articulación hemisférica. Desde entonces, las conferencias han florecido en distintos países del continente, con especial resonancia en Argentina, donde Javier Milei pasó de economista disruptivo a orador estelar.

Entre los nombres más frecuentes en estas ediciones regionales se destacan, además del propio Milei, figuras como Eduardo Bolsonaro, el chileno José Antonio Kast, y el español Santiago Abascal, líder del partido Vox. Todos comparten una narrativa combativa contra el «marxismo cultural», la «ideología de género», y un Estado que consideran hipertrofiado. El menú discursivo incluye liberalismo económico, conservadurismo social y un nacionalismo sin medias tintas.

En el caso de Javier Milei, su ascenso dentro del ecosistema CPAC ha sido meteórico. Desde su participación en la edición mexicana de 2022, fue ganando protagonismo en cada conferencia. Estuvo presente en la CPAC Washington de febrero de 2024, en la edición brasileña de julio del mismo año y encabezó como presidente la primera CPAC en Argentina en diciembre. Su vuelta a Washington en febrero de 2025 confirmó su estatus como figura global del movimiento.

La CPAC no es una organización con membresía ni estructura fija, sino un evento itinerante que actúa como catalizador político. Su capacidad para conectar a líderes, activistas e intelectuales ha sido clave en la formación de una nueva derecha transnacional, que combina populismo, redes sociales y una estética confrontativa. En ese sentido, ha sido mucho más que un simple congreso: ha funcionado como plataforma de legitimación.

Uno de los impulsores clave de esta expansión es Matt Schlapp, presidente de la ACU. Schlapp ha presentado a Milei en varias ocasiones, consolidando su rol como maestro de ceremonias de este conservadurismo en gira. Junto a él, otros nombres como Charlie Kirk ayudaron a movilizar al público joven, especialmente desde su organización Turning Point USA.

Lamentablemente, la figura de Charlie Kirk quedó marcada por la tragedia. El joven activista conservador fue asesinado el 10 de septiembre de 2025 durante un evento en Utah. Un francotirador le disparó desde un edificio cercano; el ataque conmocionó al mundo político y a toda la comunidad CPAC. El presunto atacante, un joven de 22 años, fue detenido tras una intensa búsqueda.

La reciente edición de la CPAC Paraguay incluyó un emotivo homenaje a Kirk, símbolo de una juventud conservadora que, más allá de sus ideas, fue víctima de un clima de creciente radicalización. El hecho ha encendido alarmas sobre los niveles de tensión política y el rol de la retórica confrontativa en la escalada de violencia.

En definitiva, la CPAC se ha transformado en un actor clave del nuevo mapa político sudamericano. Su capacidad de convocatoria y su red de alianzas le han dado un protagonismo inédito a la derecha continental. Sin embargo, su crecimiento no está exento de riesgos. La muerte de Charlie Kirk marca un antes y un después, no sólo en términos simbólicos, sino también en la necesidad urgente de revisar los límites del discurso político.

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