Un grupo de investigadores de la Universidad MacEwan, en Canadá, analizó la relación entre los hábitos alimenticios y la calidad del sueño en 1.082 estudiantes universitarios.
Su objetivo era evaluar si ciertos alimentos podían influir en la intensidad o el contenido de los sueños. Según los resultados, existe una fuerte asociación entre la intolerancia a la lactosa y la aparición de pesadillas, especialmente cuando se consumen productos lácteos como el queso antes de dormir.
El estudio, publicado en la revista científica Frontiers in Psychology, fue liderado por el experto Tore Nielsen, quien explicó que las molestias físicas como los gases o el dolor abdominal provocados por los lácteos podrían alterar el descanso y generar sueños más vívidos, extraños o angustiantes.
Pesadillas, insomnio y sensibilidad alimentaria
Del total de estudiantes consultados, aproximadamente un tercio reportó sufrir pesadillas con frecuencia. Además, un 40% reconoció creer que la comida influía en su sueño, y un 25% identificó ciertos alimentos como factores que lo empeoraban. Entre los culpables más señalados estuvieron los dulces, la comida picante y los productos lácteos.
Solo un pequeño porcentaje (5,5%) afirmó que su dieta alteraba la intensidad de los sueños, aunque muchos de ellos asociaron el consumo de lácteos con experiencias nocturnas perturbadoras. Al cruzar estos datos con los informes de intolerancia alimentaria, los científicos observaron una correlación clara entre la intolerancia a la lactosa, los síntomas gastrointestinales nocturnos y los sueños negativos.
¿Es generalizable a toda la población?
Si bien el estudio fue realizado en una población universitaria joven, los autores destacan la necesidad de ampliar el espectro de investigación. «Necesitamos estudiar a más personas de diferentes edades, de diferentes ámbitos sociales y con distintos hábitos alimenticios para determinar si nuestros resultados son realmente generalizables», señaló Nielsen.
El hallazgo no busca demonizar al queso, pero sí invita a prestar atención a los efectos del consumo de lácteos en personas con intolerancia. Cambiar la dieta antes de dormir podría ser una forma sencilla de mejorar la calidad del descanso y reducir las pesadillas, especialmente en quienes presentan sensibilidad a ciertos alimentos.
Un estudio realizado por científicos canadienses halló una relación entre la intolerancia a la lactosa y la aparición de pesadillas. La investigación sugiere que las molestias gastrointestinales provocadas por el consumo de queso podrían alterar la calidad del sueño y aumentar los sueños negativos.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Resulta que quienes tienen intolerancia a la lactosa podrían estar abonando, sin saberlo, una programación onírica de terror cada vez que cenan lácteos. El combo de gases, dolor abdominal y sueño interrumpido parecería tener efectos directos sobre la actividad mental nocturna, intensificando las pesadillas y la sensación de mal descanso. Y aunque muchos encuestados creían que solo los dulces y la comida picante causaban estragos, el queso también figura en el podio de los sospechosos habituales.
Así que ya sabés: si soñás con persecuciones, catástrofes o versiones zombis de tus ex, quizás sea hora de revisar qué estás picando antes de apagar la luz. Porque al parecer, no es tu inconsciente el que habla… es tu estómago.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
Un grupo de investigadores de la Universidad MacEwan, en Canadá, analizó la relación entre los hábitos alimenticios y la calidad del sueño en 1.082 estudiantes universitarios.
Su objetivo era evaluar si ciertos alimentos podían influir en la intensidad o el contenido de los sueños. Según los resultados, existe una fuerte asociación entre la intolerancia a la lactosa y la aparición de pesadillas, especialmente cuando se consumen productos lácteos como el queso antes de dormir.
El estudio, publicado en la revista científica Frontiers in Psychology, fue liderado por el experto Tore Nielsen, quien explicó que las molestias físicas como los gases o el dolor abdominal provocados por los lácteos podrían alterar el descanso y generar sueños más vívidos, extraños o angustiantes.
Pesadillas, insomnio y sensibilidad alimentaria
Del total de estudiantes consultados, aproximadamente un tercio reportó sufrir pesadillas con frecuencia. Además, un 40% reconoció creer que la comida influía en su sueño, y un 25% identificó ciertos alimentos como factores que lo empeoraban. Entre los culpables más señalados estuvieron los dulces, la comida picante y los productos lácteos.
Solo un pequeño porcentaje (5,5%) afirmó que su dieta alteraba la intensidad de los sueños, aunque muchos de ellos asociaron el consumo de lácteos con experiencias nocturnas perturbadoras. Al cruzar estos datos con los informes de intolerancia alimentaria, los científicos observaron una correlación clara entre la intolerancia a la lactosa, los síntomas gastrointestinales nocturnos y los sueños negativos.
¿Es generalizable a toda la población?
Si bien el estudio fue realizado en una población universitaria joven, los autores destacan la necesidad de ampliar el espectro de investigación. «Necesitamos estudiar a más personas de diferentes edades, de diferentes ámbitos sociales y con distintos hábitos alimenticios para determinar si nuestros resultados son realmente generalizables», señaló Nielsen.
El hallazgo no busca demonizar al queso, pero sí invita a prestar atención a los efectos del consumo de lácteos en personas con intolerancia. Cambiar la dieta antes de dormir podría ser una forma sencilla de mejorar la calidad del descanso y reducir las pesadillas, especialmente en quienes presentan sensibilidad a ciertos alimentos.
Resulta que quienes tienen intolerancia a la lactosa podrían estar abonando, sin saberlo, una programación onírica de terror cada vez que cenan lácteos. El combo de gases, dolor abdominal y sueño interrumpido parecería tener efectos directos sobre la actividad mental nocturna, intensificando las pesadillas y la sensación de mal descanso. Y aunque muchos encuestados creían que solo los dulces y la comida picante causaban estragos, el queso también figura en el podio de los sospechosos habituales.
Así que ya sabés: si soñás con persecuciones, catástrofes o versiones zombis de tus ex, quizás sea hora de revisar qué estás picando antes de apagar la luz. Porque al parecer, no es tu inconsciente el que habla… es tu estómago.