Decomisan 41 gramos de marihuana en un control policial de rutina

En la intersección de la Avenida Rawson y General Paz, en la mismísima capital sanjuanina, un ciudadano de 35 años protagonizó una escena que bien podría titularse «Marihuana para principiantes». La historia, que parece sacada de un manual de «Cómo NO transportar sustancias ilegales», comenzó con un control policial de rutina. Nuestros agentes, con el olfato más fino que un perro rastreador de trufas (y con menos pelos en la nariz, probablemente), detectaron un aroma peculiar que emanaba del sospechoso, un aroma que no era precisamente el del perfume francés más caro del mercado. El caballero en cuestión, quien al parecer no había estudiado el capítulo de «Estrategias de ocultamiento 101» en el manual del dealer novato, llevaba la marihuana distribuida en seis cigarrillos armados –porque, claro, la sutileza es clave– y cuatro envoltorios. Imaginamos la escena: el policía pidiendo que muestre sus pertenencias y nuestro protagonista, con la cara más pálida que un alfajor de maicena, pensando «quizás si los escondo debajo de la lengua…». Como era de esperar, la prueba de campo dio positivo. 41 gramos de marihuana. Ni mucho, ni poco. Lo justo para una tarde de Netflix y chill… en el living de su casa, no en plena Avenida Rawson. La UFI Federal, con la paciencia de un maestro jardinero y la sabiduría del Rey Salomón, decidió que lo mejor era notificar al infractor, secuestrar la droga y liberarlo. Una especie de «mirá, pibe, no te vamos a complicar la vida, pero la próxima vez, mandate un delivery». En fin, una historia con moraleja incluida: si vas a transportar sustancias ilegales, al menos intentá ser un poco más creativo. Un doble fondo en la mochila, una lata de Pringles modificada, ¡algo! Porque llevarlo en el bolsillo del pantalón es como gritar «Tengo drogas!» en medio de una comisaría. Y, bueno, ya sabemos cómo termina eso.