Bruselas cuestiona a TikTok y Meta por seguridad y derechos digitales.

Redacción Cuyo News
6 min
Cortito y conciso:

La Comisión Europea ha emitido una seria advertencia preliminar a TikTok, Facebook e Instagram. Bruselas considera que estas plataformas no garantizan adecuadamente los mecanismos para denunciar contenidos ilegales —especialmente aquellos dañinos para menores— ni facilitan los procesos de apelación de moderación de contenidos, según lo exige la Ley de Servicios Digitales (DSA) de la UE. Se espera que las investigaciones, basadas en «cientos de denuncias», puedan derivar en multas de hasta el 6% de su volumen de negocio global.

La Unión Europea, en un movimiento que promete sacudir los cimientos de la Big Tech, ha alzado la voz de alarma contra los titanes de las redes sociales: TikTok, Facebook e Instagram. No se trata de un simple tirón de orejas, sino de una conclusión preliminar que apunta directamente a una falla sistémica en la protección de los usuarios y la transparencia digital. ¿Están las grandes plataformas priorizando el crecimiento sobre la seguridad de sus millones de usuarios, incluyendo a los más vulnerables?

El ojo de Bruselas: la ley de servicios digitales en acción

Desde hace poco más de dos años, la Ley de Servicios Digitales (DSA) de la UE se erige como un faro regulatorio, buscando resguardar a los consumidores y sus derechos fundamentales en el vasto océano de internet. Su objetivo es claro: combatir el contenido ilícito y exigir una transparencia que, hasta ahora, parecía ser una utopía para las gigantes tecnológicas. Claro que esta iniciativa no ha estado exenta de polémicas; el propio gobierno de Donald Trump no dudó en tildarla de “censura”, una acusación que Bruselas desmiente categóricamente. Según la Comisión, se trata de preservar la libertad de expresión, no de coartarla, frente a decisiones “unilaterales” de moderación que, como veremos, pueden resultar tan arbitrarias como opacas.

El nudo de la cuestión no reside en el contenido ilegal per se que pueda circular por estas plataformas –un problema de por sí mayúsculo– sino en los laberínticos mecanismos que ofrecen para que los usuarios alerten sobre este material. La investigación preliminar es contundente: los procedimientos y herramientas actuales son tan “engorrosos” que impiden a los investigadores un “acceso adecuado” a datos públicos, dejando un panorama de “datos parciales o poco fiables”. ¿Es ingenuidad o un diseño deliberado? La Comisión Europea lo tiene claro: “Permitir a los investigadores el acceso a los datos de las plataformas es una obligación de transparencia esencial en virtud de la DSA, ya que facilita el escrutinio público del impacto potencial de las plataformas en nuestra salud física y mental”.

Meta en la mira: desafíos para la denuncia y la apelación

Pero la lupa de Bruselas se posa con particular énfasis sobre Facebook e Instagram, ambas bajo el paraguas de Meta. Aquí, la crítica se duplica. Por un lado, se les reprocha no garantizar “mecanismos sencillos para notificar contenido ilegal”. Los sistemas actuales son calificados de “confusos” y “disuasorios”, ya que Meta impone “varios pasos innecesarios y demandas adicionales a los usuarios” que, en lugar de facilitar, complican lo que debería ser un proceso expedito. ¿Podría ser una estrategia para desalentar las denuncias, o simplemente una ineficiencia incomprensible en empresas con recursos ilimitados?

Por otro lado, la DSA garantiza el derecho de los usuarios a rebatir decisiones de moderación. Sin embargo, los mecanismos de apelación de Meta “no parecen permitir a los usuarios proporcionar explicaciones o pruebas que respalden sus apelaciones”, señala la Comisión. Esta situación “dificulta que los usuarios de la UE puedan explicar con más detalle por qué no están de acuerdo con la decisión de Meta sobre el contenido, lo que limita la eficacia del mecanismo de apelación”. Imagínese ser silenciado sin poder presentar su descargo: una pesadilla digital que la ley europea busca desterrar.

Aunque la investigación aún no es definitiva y las plataformas tienen la oportunidad de presentar sus descargos, el movimiento de Bruselas este viernes es mucho más que un formalismo. Las conclusiones preliminares se basan en “cientos de denuncias” recibidas, y la Comisaria de Soberanía Tecnológica, Henna Virkkunen, es clara: “Nuestras democracias dependen de la confianza. Eso significa que las plataformas deben empoderar a los usuarios, respetar sus derechos y abrir sus sistemas al escrutinio”. ¿Se someterán los gigantes tecnológicos o intentarán diluir la responsabilidad con argucias legales? Si las advertencias se convierten en una “decisión de incumplimiento” –algo que podría ocurrir recién en 2026– las multas podrían alcanzar hasta el 6% del volumen de negocio anual total y mundial del proveedor, sumado a posibles sanciones periódicas. Un golpe que, sin duda, resonaría hasta en sus balances más blindados.

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