De la «rana apestosa» a la solución de antibióticos resistentes

Redacción Cuyo News
5 min
Cortito y conciso:

Investigadores, inspirados en la rana asiática Odorrana andersonii, desarrollaron péptidos sintéticos que combaten bacterias resistentes a antibióticos convencionales, preservando la flora intestinal. Este avance, publicado en Trends in Biotechnology, podría revolucionar el tratamiento de infecciones y enfrentar la creciente amenaza de la resistencia bacteriana. Otros estudios complementarios exploran enfoques innovadores para combatir patógenos persistentes.

Durante años, la ciencia se ha preguntado el secreto de las ranas para sobrevivir en ambientes más contaminados que Riachuelo después de una tormenta. Particularmente, la *Odorrana andersonii*, una rana asiática con nombre de homenaje y apodo a pura ironía («rana apestosa»), llamó la atención. ¿Su truco? Segregar péptidos antimicrobianos por la piel, una especie de escudo protector contra bacterias y hongos más efectivos que el control de tránsito porteño.

## La «Rana Apestosa»: ¿La solución a la resistencia antibiótica?

El laboratorio de César de la Fuente en la Universidad de Pensilvania puso el ojo en estos péptidos, buscando la fórmula para crear antibióticos sintéticos que le pateen el trasero a las cepas resistentes y, de paso, cuiden la microbiota intestinal. Y parece que dieron en el clavo.

Inspirados en las defensas naturales de la rana, el Machine Biology Group de De la Fuente desarrolló péptidos sintéticos probados con éxito contra infecciones bacterianas gramnegativas multirresistentes. Hablamos de esas infecciones que complican heridas, afectan el tracto urinario, se meten en el torrente sanguíneo y hasta te pueden dar neumonía, peritonitis y meningitis. Un combo explosivo.

«Se había descrito hace unos años que la *Odorrana andersonii* generaba compuestos que podrían ser antibióticos. Tomamos esas secuencias y modificamos sus aminoácidos de manera sistemática para averiguar cuáles eran los que contribuían a la función antibiótica», explica De la Fuente. «Eso nos permitió entender una serie de reglas para diseñar moléculas nuevas, sintéticas, más potentes contra bacterias clínicamente relevantes, que no fueran tóxicas, que no afectasen al microbioma, que no tuviesen efectos adversos y ante los que las bacterias no desarrollan resistencias. Es muy prometedor». Suena a ciencia ficción, pero es ciencia posta.
### Bioingeniería al rescate

El método es una alquimia moderna: agarran la base molecular de la rana, le meten bioingeniería, biología sintética y modelado computacional para modificar características clave, como la capacidad de las moléculas para unirse a las membranas bacterianas y su carga eléctrica. El objetivo es atacar al patógeno sin dañar las células sanas ni la microbiota intestinal. Según Angela Cesaro, «este método no solo aumenta la eficacia, sino que también disminuye el riesgo de resistencia y ofrece una alternativa más sofisticada a los antibióticos convencionales».

## ¿Un futuro sin superbacterias?

Los resultados son para ilusionarse, la actividad antimicrobiana dio números similares a antibióticos ya existentes, como la polimixina B y la levofloxacina, pero sin estimular la resistencia de los patógenos. Lucía Ageitos Castiñeiras lo resume así: «En contraste con los antibióticos de amplio espectro convencionales, nuestros péptidos se dirigen de manera específica a los patógenos gramnegativos, al mismo tiempo que mantienen intactas las bacterias grampositivas y los microorganismos beneficiosos del intestino».

Para De la Fuente, este trabajo salda «cuentas pendientes» en el desarrollo de antibióticos: vencer la resistencia bacteriana, evitar la toxicidad para las células humanas y proteger las bacterias buenas del sistema digestivo.

“A medida que la resistencia a los antibióticos sigue en aumento, el desarrollo de terapias de próxima generación se ha convertido en una prioridad global», afirma De la Fuente. “La resistencia bacteriana a los antibióticos representa una amenaza existencial para la humanidad. Sin una sólida inversión en investigación básica y traslacional será imposible afrontar con éxito este desafío global tan grave”.

Mientras tanto, otros investigadores como Sophia Padilla, desde la Universidad de California-Irvine, buscan detener las bacterias antes de que causen daño, modificando medicamentos existentes. Y un equipo de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, liderado por Joe Sanfilippo, descubrió que el flujo de fluido influye en la eficacia de los antibióticos contra el *Pseudomonas aeruginosa*.

La lucha contra las superbacterias es una carrera de postas, y estos descubrimientos son un aliento para pensar que, quizás, la ciencia nos dé una mano (o una «pata» de rana) para ganarle la pulseada a la resistencia antimicrobiana.

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