Crimson Desert presenta a Muskan, Lanford y Kearush: tres nuevos jefes

Redacción Cuyo News
14 min

<div class="semiton-wrapper" data-texto="En este universo pixelado, donde la promesa es la libertad y la realidad, quizás, el algoritmo de turno, el mundo abierto de Crimson Desert se presenta como la gran panacea del aburrimiento. Uno podría esperar, con lógica meridional, dedicarse a complejos puzles que hagan sentir al jugador un intelectual de élite, o quizá, asedios a castillos que simulen la épica de las grandes batallas por el poder. Y no olvidemos, en un giro tan inesperado como una inflación intermensual, la posibilidad de explotar adversarios con un robot de combate. Una oferta variada, sí, tan variada como los tipos de quejas en redes sociales. Pero, ¡oh sorpresa!, lo que verdaderamente parece querer dejarnos boquiabiertos no es la amplitud de posibilidades, sino un detalle tan específico como existencial: las batallas contra jefes. Como si la vida misma no nos enfrentara ya a suficientes ‘jefes’ de turno. En fin, para este mes, y como si no tuviéramos ya bastante con los problemas del mundo real, se revelan tres nuevas pesadillas personalizadas: Muskan, Walter Lanford y Kearush el Cazador. Sí, el protagonista Kliff tendrá el honor, o el padecimiento, de enfrentarlos a todos. Un verdadero héroe de su tiempo, o un pobre tipo que no sabe decir que no a un buen quilombo digital.

La escala de estos nuevos adversarios es, por decir lo menos, un interesante ejercicio de autodefinición. Walter Lanford y Muskan, por ejemplo, ostentan la clasificación de ‘humanos’. Pero aquí llega el detalle: mientras Lanford se mantiene en un tamaño que no causaría pánico en una fila de supermercado, Muskan, con sus 2,4 metros, es más bien un ser que nos haría preguntarnos si estamos en un juego o en una audición para el equipo de básquetbol de los Gigantes de Patagonia. Y luego, para añadir una capa más de surrealismo a esta torta de pixeles, aparece Kearush. Esta bestia, de apariencia gorilesca y tamaño que desafía la credibilidad, es presentada, atención a esto, como uno de los monstruos más pequeños de Crimson Desert. Uno no puede evitar pensar en el tamaño de los ‘grandes’. ¿Será que tendremos que enfrentar a la mismísima Cordillera de los Andes con patas?

Estas ‘categorías de peso’ son, al parecer, un eufemismo para ‘cómo te van a masacrar’. Pero más allá de la masa corporal, lo que realmente importa es el repertorio de trucos sucios. Muskan, por ejemplo, es un pugilista que no tiene tiempo para sutilezas. Es el boxeador que te golpea, te abraza para darte una paliza moral, y luego te da otra. Solo te concede ‘unos segundos de respiro’ para que puedas reflexionar sobre tus malas decisiones vitales antes de recibir un aluvión de puñetazos y patadas en picado. Y sí, Muskan no conoce de reglas de fair play; patadas a las piernas y estrangulaciones son parte de su encanto. Cuando este caballero alcanza su ‘medidor de furia’ al máximo, uno no es lanzado por los aires, sino que experimenta una coreografía aérea no solicitada, un ballet de golpes que te convierte en una marioneta del destino. Esquivar sus puños, dicen, es ‘fundamental’. Fundamental, como la respiración para el ser humano. Un detalle menor, pero crucial, supongo.

Walter Lanford, en cambio, se presenta como el intelectual del grupo. No necesita ser un gigante para ser un dolor de cabeza, él es el tipo que te gana con estrategia, y una escopeta. Lucha ‘eficazmente a distancia’, como si de un francotirador de barrio se tratara. Aquí, el manual dice que esquivar es ‘clave’, un consejo tan obvio como decir que el agua moja. Pero si uno tiene la puntería de un cirujano y la paciencia de un monje zen, podrá ‘desviar sus ráfagas’. Y si no, porque la vida no es un manual de instrucciones perfecto, se nos ofrece la posibilidad de erigir una ‘barrera mágica’ que no solo detiene las balas, sino que las devuelve. Una especie de boomerang balístico con estilo. Curiosamente, este estratega es ‘débil a los garfios’. O sea, un tipo que te dispara de lejos, pero si lo agarrás, se derrite. Acercarse es, entonces, ‘vital’, lo cual es una proeza si te están tirando plomo. Y aquí viene el truco de magia: la habilidad ‘Desviar luz’, normalmente usada para encontrar calcetines perdidos, ahora sirve para cegar al hombre escopeta y reducir distancias. Pero hay que ser un velocista, porque Walter tiene granadas de humo, no para hacer una entrada dramática, sino para ‘ocultar sus rápidas huidas’. Un verdadero caballero, sí señor, pero con el coraje de un cobarde bien armado.

Y para el postre de este banquete de adversidades, tenemos a Kearush el Asesino. Un ‘monstruo’ que, como si una barra de salud no fuera suficiente para un simple mortal, viene con tres. Tres, sí, como los deseos de la lámpara mágica, pero en versión pesadilla. Una ‘intensidad casi Hulk’, nos aseguran, lo cual para algunos puede ser un halago y para otros una advertencia de que la terapia está a la vuelta de la esquina. Kearush no se limita a caminar por el suelo; no, él prefiere la vía olímpica, trepando por las paredes y ejecutando ‘saltos torpes pero destructivos’ en su noble misión de convertir tu esqueleto en una pila de polvo. Ante semejante masa muscular, la estrategia es, cómo no, el estilo ‘Dragon’s Dogma’: subirse a su lomo y apuñalar sin piedad. Como un parásito con una espada. Pero atención, aspirantes a domadores de gorilas: este gigante tiene la maña de caer de espaldas desde las alturas. Así que, a menos que tu vocación sea ser una alfombra humana, es recomendable ‘soltar los hombros’ antes de convertirte en el amortiguador oficial de una bestia de varias toneladas. Un combate que, sin duda, redefine el concepto de ‘diversión’.

En resumen, y para que quede claro, estas batallas refuerzan la idea de que los jefes no son un simple complemento, sino la verdadera razón de ser de Crimson Desert. Las ‘estrellas del espectáculo’, si se me permite la hipérbole teatral. Porque al final del día, ¿quién quiere hacer puzles cuando puede ser pulverizado por un coloso? Cada enfrentamiento, narran con el entusiasmo de quien ha sobrevivido a un apocalipsis, tiene su ‘giro único’, su ‘mecánica ingeniosa’, o simplemente un ‘conjunto de movimientos emocionante’ que te mantiene, aparentemente, ‘alerta’. He aquí la descripción de algunas proezas: un ‘poderoso caballero’ aplastado con ‘columnas de mampostería caídas’ – una solución tan elegante como prender fuego a un rancho para asar un choripán. Una ‘bestia de nieve con astas’ que, con una sutileza digna de un camión sin frenos, causaba ‘avalanchas que me congelaban en seco’. Y, la cúspide de la experiencia, escalar ‘por la ladera de una montaña gigante andante, al estilo Shadow of the Colossus’, en busca de sus ‘puntos débiles’. Como si una montaña tuviera puntos débiles más allá de una buena barrenadora. Y con la esperanza de que esto sea ‘solo el comienzo’, uno se pregunta qué más maravillas de la aniquilación nos deparará este desierto carmesí. Que los enfrentamientos más ambiciosos de Crimson Desert nos encuentren con la tarjeta de crédito a mano y la paciencia de un santo, porque el espectáculo, al parecer, apenas empieza.">

El vasto y prometedor mundo abierto de Crimson Desert continúa revelando sus múltiples facetas. Desde intrincados puzles y asedios a castillos que prometen una experiencia estratégica, hasta la posibilidad de enfrentar enemigos con un avanzado robot de combate, la diversidad de actividades diseñadas para la inmersión del jugador es considerable. No obstante, las batallas contra jefes se perfilan como uno de los elementos más distintivos y atractivos del título. Tras la reciente presentación del dragón mecánico Golden Star y Fortain, el Caballero Maldito, la desarrolladora ha desvelado a tres nuevos y formidables adversarios: Muskan, Walter Lanford y Kearush el Cazador, cuyo enfrentamiento por parte del protagonista Kliff ya puede ser apreciado en material audiovisual exclusivo.

La dimensión de estos tres nuevos antagonistas ilustra la heterogeneidad en el diseño de enemigos que Crimson Desert ofrecerá. Walter Lanford y Muskan comparten la condición de humanos, si bien sus proporciones difieren sustancialmente; mientras Lanford presenta una estatura convencional, Muskan se eleva hasta los 2,4 metros. Por su parte, Kearush, una criatura de imponente aspecto gorilesco, es catalogado sorprendentemente como uno de los monstruos de menor tamaño dentro del universo del juego.

Desafíos singulares y estrategias de combate

Más allá de su envergadura, cada jefe se distingue por un conjunto de habilidades y patrones de ataque específicos. Muskan, un pugilista de naturaleza feroz, desafía al jugador con una agresividad constante. Apenas concede margen para la reacción, encadenando puñetazos potentes y patadas en picado. Su estilo de combate es implacable, incluyendo golpes bajos que buscan desestabilizar y estrangulaciones que inmovilizan al adversario. Al alcanzar su medidor de furia el punto máximo, Muskan es capaz de ejecutar una sucesión de ataques aéreos que elevan al jugador de forma repetida, haciendo indispensable el dominio de las esquivas para sobrevivir a sus vertiginosos embates.

Por su parte, Walter Lanford se revela como un adversario de mayor complejidad táctica. A pesar de su tamaño convencional, su dominio de la escopeta le permite combatir con eficacia a distancia. La clave para superarlo reside en esquivar sus proyectiles dispersos, con la posibilidad de desviar sus ráfagas con una sincronización precisa. Para aquellos con reflejos menos agudos, la creación de una barrera mágica ofrece una alternativa defensiva, interceptando y devolviendo las balas. Lanford presenta una vulnerabilidad a los ataques con garfios, lo que hace crucial acortar la distancia. Para ello, la habilidad "Desviar luz", habitualmente empleada para localizar objetos ocultos, puede cegarlo temporalmente y facilitar el acercamiento. Sin embargo, la celeridad es primordial, ya que Walter emplea granadas de humo para encubrir sus rápidas maniobras de escape.

Finalmente, Kearush el Asesino se presenta como un desafío de resistencia, dotado con tres barras de salud, una característica diseñada para prolongar la intensidad del enfrentamiento, compartida con otros enemigos de la campaña. Su combate se describe con una ferocidad comparable a la de Hulk, demostrando la capacidad de trepar por las paredes y ejecutar saltos, aunque torpes, de gran potencial destructivo. Dada su considerable masa, los jugadores pueden optar por la estrategia de escalar a su lomo para infligir daño continuado, reminiscentemente del estilo de Dragon’s Dogma. No obstante, se advierte sobre su tendencia a desplomarse de espaldas desde grandes alturas, exigiendo al jugador desengancharse a tiempo para evitar ser aplastado.

Las batallas contra jefes: el verdadero atractivo

La experiencia general de estos encuentros reafirma la percepción de que las batallas contra jefes constituirán el eje central de la propuesta de Crimson Desert. Cada adversario enfrentado en las pruebas prácticas ha demostrado poseer un distintivo giro, una mecánica novedosa o un repertorio de movimientos que exige la máxima atención del jugador. Desde el aplastamiento de un caballero con mampostería colapsada, hasta el enfrentamiento con una bestia de nieve con astas que desata avalanchas congelantes, o la épica escalada a una montaña gigante ambulante al estilo Shadow of the Colossus para localizar sus vulnerabilidades en una prueba de resistencia. Estas promesas sugieren un horizonte de confrontaciones aún más ambiciosas, despertando la expectativa sobre la magnitud de los desafíos futuros en el universo de Crimson Desert.

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